Me mantuve estático en el mismo lugar, con la mirada fija en la puerta por la que habían desaparecido los médicos con Gris sobre una camilla minutos antes. Mire mis brazos vacíos, concentrando mi atención en mi camisa blanca en la cual se podía divisar unas pequeñas manchas de sangre. Su sangre. Todo parecía suceder en cámara lenta, frente a mis ojos tenía la perfecta representación gráfica del caos. Los doctores y enfermeras corrían de un lado a otro gritando cosas que no lograba entender. Por primera vez en todos los años que vivía en este pueblo, presenciaba como los doctores tomaban una actitud de preocupación por un paciente; justo como se supone que debía ser. La bomba estallo, y me había arrastrado con ella dejándome en una nube de confusión y desesperación. Una alarma se activó en mi cabeza; una alarma que no logre comprender si no segundos después .Los sonidos que antes parecían lejanos ahora llegaba a mis oídos claros y fuertes, como gritos desesperados queriendo ser escuchados. Me pare con las rodillas temblorosas y con un leve hormigueo en las manos. La voz de Gris retumbaba en mis oídos dejándome aturdido. Ese ayúdame provocó una revolución tan feroz en mi interior que no lograba explicar, y solo entonces, supe que conocía su voz de algún lugar. Algunas piezas del rompecabezas parecieron unirse frente a mis narices a la par que los vellos se me erizaban con brusquedad.
Su voz, ¡Maldita sea! Podía jurar ahora mismo ante el mismísimo papa si fuese necesario, que era la misma que escuche antes de desmayarme en el instituto ¿Cómo demonios podía ser eso posible? Mi cuerpo se tensó al cerrar los ojos y divisar ese par de orbes grises mirándome fijamente.
Camine con los ojos fijos en la puerta de cristal a un par de metros frente a mí. Tenía más preguntas que respuestas y por alguna razón, sabía que Gris las tenía.
-¡VELKAN! –escuche que gritaron mi nombre a mis espaldas, pero lo pase por alto. Era mi oportunidad para saber qué demonios estaba pasando, y porque precisamente yo, tenía que escuchar su voz en mi cabeza. Una mano detuvo mi camino al tirar de mi brazo y hacerme girar sobre mis talones con brusquedad.
-Tengo que verla. – antes de que pudiese hacer algo mi madre me gire para seguir mi camino con la misma determinación de antes.
-NO. –dijo con severidad –Tenemos que irnos a casa –me tomo del brazo y tiro de mí, rumbo a la salida ignorando mis protestas olímpicamente, como si fuera un niño pequeño él cual necesitara ser reprendido a solas.
-¿Qué? No. –fruncí el ceño y retrocedí un par de pasos. Sus ojos verdes me miraron fijamente como si estuviera debatiendo consigo misma. Después, miro la puerta tras de mí y por una fracción de segundos vi como una de las comisuras de sus labios tembló. Ella también había visto a Gris, estaba seguro.
-Te quiero lejos de ella Velkan –dijo –, es una orden. Esa chica lleva problemas escrito en la frente y no quiero que...
-¿Pero qué estás diciendo? –resoplé sin poder creerlo –¿Te estas escuchando?
-Escúchame, y hazlo bien por qué no pienso repetirlo otra vez –elevo su barbilla y me miro con aire intimidante –, no te quiero cerca de esa chica. Soló va a traerte problemas.
-¿Cómo puedes saber eso, ni siquiera la conoces?
-¿Y tú sí? –vacile ante su pregunta. No, claro que no la conocía y ella lo supo al ver que no respondía–Hay cosas que una madre sabe y punto. –la escudriñe con la mirada, no comprendía su actitud. No era un experto en mujeres, pero sabía que su comportamiento se debía a algo más.
Tal vez nunca sabría el que, las mujeres solían confundirme todo el tiempo. Alguien debería hacer un maldito libro de cómo entender a las mujeres, tal vez su título debería ser "Guía para entender a la especie femenina".
ESTÁS LEYENDO
Entre Bestias
WerewolfEl pelaje del perro gigante era gris; tan gris como las nubes en plena tormenta. Sus ojos eran del mismo color intenso, pero con un leve dorado alrededor de ellos. Impresionante, todo en él lo era. Era tan irreal, que estaba seguro que nadie me cree...