Nuevamente estaba siendo espectador de lo que el caos hacía en las personas. Mis ojos se posaron en como la chica de largo cabello castaño y ojos grises era levantada por un profesor en estado inconsciente, dejando tras ellos pedazos de cristales que brillaban por el reflejo de la luz, esparcidos por todo el lugar. Sentí como alguien me tomaba del hombro y me sacudía levemente, pero el dolor que se instalaba en la parte trasera de mi cabeza no me ayudaba a pensar con claridad para reconocer aquella voz, no hasta que sus ojos llenos de preocupación se encontraron con los míos.
-¡Velkan! ¡Velkan! –nuevamente me sacudió y tomo mi cara entre sus frías manos – ¿Velkan te encuentras bien? –pestañe un par de veces y dirigí mis ojos hacia las manos de Dakota que estaban sobre mi cara. MI MALDITA CARA. Una sensación fría me recorrió la espalda.
-Si yo... estoy bien –dije aturdido y sorprendentemente nada intimidado o avergonzado por su cercanía – ¿Te encuentras bien? –su respuesta fue una sonrisa cálida, de esas sonrisas comunes en Dakota.
-Si –contesto dándome la mano para ayudarme a ponerme de pie –, pero no soy yo a quien su nariz sangra ¿seguro que estas bien? – asentí y rápidamente limpie cualquier rastro de sangre con brusquedad con mi mano.
Mire él pasillo, ahora todos parecían menos valientes. Algunos corrían asustados y otros se mantenían quietos mirándose entre sí.
-¡MANTENGANSE LEJOS DE LAS VENTANAS JÓVENES! –grito el maestro de algebra con voz rasposa, gracias a su adicción al alcohol y el cigarro. Mire los grandes ventanales hechos trizas, por los cuales se colaba el aire frio de manera violenta.
-¿Qué demonios acaba de suceder? –dijo un chico moreno y alto de ultimo año.
-Cuida ese vocabulario Jace –sentencio un profesor –, claramente estamos frente a una tormenta. Y una muy violenta. Deben ir a casa antes de que...
-¡Claro que no! –dijo una chica rubia, con el cabello alborotado y ojos cristalizados haciéndola lucir medicada. O tal vez, si estaba medicada – ¡Ah sido ella! ¡Es ella! –se ganó varias miradas que demostraban lo que parecía; una loca. Sin embargo una punzada en el pecho me hizo pensar que tal vez la chica tenía algo de razón.
-Que estupidez –escuche decir a Dakota a mi lado – ¡Esa pobre chica ha sufrido suficiente, como para soportar sus acusaciones sin fundamentos y fuera de lugar! –su voz estaba teñida de coraje –¿Es que no lo ven? ¡Ella fue atacada por los mismos tipos que asesinaron a nuestros compañeros! –su cara se tornaba roja con cada palabra que salía de su boca mientras varios mechones de cabello caían en su cara dándole un aspecto salvaje. Preciosa, simplemente sublime –Ella ha sido una víctima más en todo esto y sin embargo, la han acusado deliberadamente de asesina.
Nadie dijo nada, pero vi como las palabras de Dakota escupidas hacia ellos sin ningún tipo de filtro, comenzaban a carcomerle la conciencia a cada uno de ellos.
-La señorita Grene tiene absolutamente toda la razón –gire sobre mis talones y vi al director quien tenía una mirada severa. Incluso me atrevía a decir que estaba furioso –, y no me importa quien haya sido quien comenzó y quien continúo con el ataque a la señorita Razvan, habrá consecuencias. –sentencio con dureza.
-Eso, tu... fue increíble –dije torpemente a la chica a mi lado cuando todos comenzaron a marcharse.
-No planeaba que fuera increíble, sino justo –contesto con tranquilidad –debo irme a casa, tú deberías hacer lo mismo.
-Si yo... –carraspeé con nerviosismo – debo hacer algo antes.
-Oh, bueno –se acercó y en un rápido movimiento beso mi mejilla en forma de despedida. Me quede quieto con una sensación de hormigueo en el cuerpo y una especie de calor en la mejilla justo donde me había dado el beso. Demonios –Ten cuidado, al parecer se acerca una fuerte tormenta –señalo los ventanales con una inclinación de cabeza –, nos vemos.
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Entre Bestias
WilkołakiEl pelaje del perro gigante era gris; tan gris como las nubes en plena tormenta. Sus ojos eran del mismo color intenso, pero con un leve dorado alrededor de ellos. Impresionante, todo en él lo era. Era tan irreal, que estaba seguro que nadie me cree...