Capítulo 6. Ayúdame

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Me removí incomodo tratando de encontrar una posición más cómoda. La superficie bajo mi cuerpo era dura y fría ¿desde cuándo era tan incómoda mi cama? Sentía mi cuerpo rígido y entumecido, la luz era tenue a través de mis parpados y podía reconocer perfectamente el constante repiqueo de las gotas de lluvia al golpear la ventana de la habitación. Contuve un bostezo y me deje llevar por la tentadora opción de volver a dormir sin importar lo incomodo que estaba.

-Velkan... -escuche decir a alguien mi nombre en forma de suspiro, apreté los ojos y aquella voz resonó como eco por mi cabeza.

Una holeada de frio me invadió sin piedad. Abrí los ojos de golpe y la luz me dio de lleno, parpadee un par de veces para acostumbrarme. Me senté bruscamente y mire a todos lados buscando al dueño, o en este caso dueña de la voz, porque estaba seguro que era una mujer, pero solo yo estaba en la habitación. Una serie de imágenes me golpearon como pequeños flashes dejándome aturdido varios segundos. Me pase las manos por el cabello tratando de tranquilizarme, al recordar la noche anterior, aterrorizado baje la mirada en busca de las horribles heridas que me había logrado hacer el lobo.

-Pero qué demonios... –mi pantalón estaba rasgado, sucio de sangre y tierra, mire mi brazo pero no tenía ningún rasguño, solo un par de hematomas enormes. Fruncí el ceño, esto no era posible. Estaba más que seguro que allí había una fea mordida.

Con las manos temblorosas tome mi pierna y levante la tela rasgada para ver qué tan mal estaba la herida en la pierna. El miedo tomo control de mí al ver lo que se encontraba debajo de la tela. Nada, absolutamente nada. Soló enormes hematomas iguales a los del brazo, pero ningún solo. ¿Qué estaba pasando? ¿QUE DEMONIOS ME ESTABA PASANDO?

Con la respiración agitada me levante y me dirigí al baño con evidente pánico. Mi reflejo me recibió en cuanto entre, inspeccioné mi rostro y la confusión se volvió a hacer presente en mi sistema. Abrí y cerré la boca sin poder escupir la maldición que tenía atorada en la garganta, si se supone que todas mis heridas habían desparecido por arte de magia entonces ¿Por qué la herida en mi frente estaba allí? Su aspecto era horrible, era un pequeño corte en la frente; justo donde inicia el nacimiento del cabello. Estaba morada e hinchada y la sangre seca solo le daba peor aspecto. Un quejido salió de mi boca al rozar la herida con la yema de los dedos.

-Cariño ¿Por qué no has bajado a...? –vi como mi madre paraba en seco en el marco de la puerta y como en cámara lenta una expresión de horror aparecía en su rostro.

Demonios

-Y-yo mamá...

-¡POR DIOS QUE TE SUCEDIÓ EN EL ROSTRO! –grito sin dejarme pensar en una excusa siquiera. Llevo las manos a su boca y rápidamente camino hacia mí y me tomo de los hombros mientras me miraba de arriba abajo – ¡Estas herido! ¿POR QUE ESTAS HERIDO? –sus manos me tocaban el rostro, cabello y brazos de manera nerviosa – ¿Qué sucedió? ¡Debo llevarte al hospital! –Se separó de mí y camino de nuevo hacia la puerta.

-¡Mama no soy un bebé! –gruñí comenzando a ponerme de malas y nervioso con su ataque de madre sobreprotectora –estoy bien, solo es un rasguño –las mejillas de mi madre se inflaron y supe que había tocado esa vena sensible que se supone los hijos no debemos tocar cuando nuestras progenitoras están en medio de una crisis.

-¿Un rasguño? –dijo incrédula – ¡Eso es sangre Velkan! – señalo con su dedo en dirección a mi frente. No tenía que recordármelo. Llevo sus manos a la cintura y elevo la barbilla de forma autoritaria –ahora mismo me vas a decir que sucedió y por qué estas herido Velkan Russell, o de lo contrario pasaras el resto de tu vida castigado en tu habitación –genial, ahora mi madre estaba molesta.

Entre BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora