Capítulo 4. ¡No llevas vacas!

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Las personas subestimábamos el poder con la que se puede desencadenar el caos. Tan sólo dos días han sido suficientes para revolucionar y sembrar el temor en cada uno de los habitantes de este lugar; incluyéndome. Se me hacía difícil pensar en todo esto sin alarmarme y pensar cuando será el próximo ataque; sin mencionar que aún me perseguían las imágenes de aquel sueño con el lobo. Lo que me llevaba a preguntarme que es lo que había ocurrido antes de que me despertara en mi habitación sudoroso y temblando. Necesitaba saber que había una respuesta lógica para aquello y descartar la idea de estarme volviendo loco.

Entrecerré los ojos debido a la espesa neblina y la leve brisa que me golpeaba en la cara. Las clases se habían suspendido, por lo que había quedado con Roy en la biblioteca. Un leve humo salió de mi boca debido al terrible frío que hacía, las imágenes de esta mañana me golpearon con brusquedad erizándose los vellos de la nuca de sólo recordar. Los chicos desaparecidos habían sido hallados en medio del bosque por unos campistas la noche de ayer. Todos sin vida. A excepción de la chica del colegio, de ella no había rastro hasta ahora. Las víctimas presentaban señales de haber sufrido ataques de animal. Fue allí cuando la bomba explotó y la búsqueda por aquella chica se hizo más intensa. Me parecía estúpidamente ridículo no poder recordar a alguna chica con ese nombre de color. Y mucho menos tratándose de un pueblo tan pequeño.

Me detuve en seco al darme cuenta que me había pasado de largo de la biblioteca. Resople y gire sobre mis talones para dirigirme al viejo edificio. A unos cuantos autos divisé a la vieja Brígida. La cual sobresalía fácilmente por su pintura vieja y apunto de descascararse. Me apresure a entrar, Roy odiaba que me retrasara. El peculiar olor de libro golpeo mis fosas nasales y al fondo en una de las mesas, vi a Royce ojeando un libro de pasta gruesa. Camine los últimos metros y llegue hasta donde mi aburrido amigo.

-¿Puedes creer que este libro tiene doscientas páginas y no he encontrado en ninguna de ellas un solo dibujo? –frunció el ceño sin dejar de ojear el libro. Rodé los ojos y opte por abrí la mochila para sacar mis cosas.

-No es un comic Roy –me miro y se encogió de hombros. Tomó el libro en sus manos y se levantó para dejarlo en una de las estanterías.

Repase el lugar meticulosamente; pocas veces había venido a la biblioteca estos últimos años. Por lo menos no desde que el Internet apareció en mi vida. Ya había olvidado lo enrome que era por dentro, sin mencionar que la variedad de libros era increíble. Tal vez a partir de ahora me daría una vuelta de vez en cuando.

-¡Tienen una sala con ordenadores en el fondo! –mire a Roy y en sus ojos pude ver un brillo especial –Ahí podemos...

-Es a mano Roy, por eso estamos aquí ¿Ya lo has olvidado? – lo interrumpí. Su sonrisa fue desapareciendo junto con el brillo en sus ojos. Me recargue en la silla y solté una leve risa –.Lo has olvidado –afirme. La verdad es que no me sorprendía que lo hubiese olvidado, pero era estúpido que no lo dedujera porque vamos, ¡Estamos en una biblioteca!

-No lo olvide, solo quería facilitarnos las cosas –se defendió. Se quitó su gorro de lana negro y desordeno su ya desordenado cabello dejándose caer en su lugar.

- Entonces de que se trata el trabajo –lo mire fijamente. Roy parpadeo un par de veces para después hacer un ademan con su mano restándole importancia al asunto. Como solía hacerlo con todo.

-Pues muy seguramente se trata de algo que no me servirá de nada en la vida –dijo con seguridad - Claro, a menos que trabaje en algo relacionado con lo que vinimos hacer en este aburrido lugar, cuando sea un aburrido adulto, con una vida aburrida y un trabajo. El cual odiare, pero me veré obligado a realizar por que los humanos no tenemos la capacidad de alimentarnos de aire y porque no aceptan en las tiendas dinero de monopoly–me pensé su respuesta. En esta ocasión tal vez Roy tenía razón. Por lo menos el parecía satisfecho con su respuesta. Hizo una mueca y miro el lugar –Sigo sin saber por qué te gusta tanto leer.

Entre BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora