Capítulo 13. Tu enemigo no te deja flores

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Sus ojos viajaban de Roy a mí. Apenas podía sostenerse, pero eso no era un inconveniente para mirarnos de la manera en que lo hacía. Respiraba como toro enojado, mientras, mis piernas se volvían de gelatina.

No podía entender lo que le sucedía, técnicamente la trajimos a su casa y aunque Roy la dejo caer, llego en una sola pieza. Me mantuve atento, alerta a cualquier movimiento de la chica frente a nosotros, no sabía que tan inestable podría ser.

-Te vimos a ti y a tu amigo el perro monstruoso, –gire mi rostro para ver a Roy que estaba levemente encogido de hombros y con una mirada asustada. Me entraron unas terribles ganas de taparle la boca para que guardara silencio y tirar de su brazo para salir huyendo de allí–y no creo que "aquello de lo que deberías cuidarte" se acerque siquiera a explicar lo que eres ¿O me equivoco?

-Ya nos vamos. –carraspeé tratando de ocultar el temblor en mi voz y con toda la intención de hacerle saber a Gris que ya nos íbamos y no queríamos problemas.

Rocé mis dedos con el frio brazo de Roy, pero el tiro de mi agarre apenas lo toque. Se irguió en toda su altura demostrando un poco más de valentía.

-No. –Aseguro –Casi nos matan por la culpa de esta chica. Por ti. –enfatizo. Los ojos de Roy eran dos navajas filosas. Mantuve la respiración sin apartar la mirada de la situación con un leve ardor en el pecho.

-Yo les salve el trasero hasta donde lo recuerdo. –su voz sonaba impetuosa. Ninguno de los dos iba a ceder, eso estaba claro.

-Y nosotros trajimos el tuyo a casa.

-Tú sabes porque ese animal nos atacó ¿cierto? –mis ojos se volvieron rendijas acusatorias -¿Tienes algo que ver con esto? Sé que sabes que pasa, o por lo menos tienes que ver con algo de todo esto. –las palabras salieron de mi boca sin poder detenerlas. La vi fruncir el ceño mientras tomaba su abdomen en señal de dolor.

-¿Qué te hace pensar que se algo?

-¿Qué es todo esto? –dije tomado las hojas sueltas donde se podían apreciar distintos dibujos del lobo. No era estúpido, los dibujos no eran una coincidencia, me rehusaba creer que así era.

Vi como una emoción que no pude entender atravesó sus ojos tan fugaz, que creí haberlo imaginado. Sus ojos se posaron en los dibujos, de pronto la sentí nerviosa, como a un niño que acaban de descubrir haciendo una travesura.

-Son solo dibujos ¿Es un acto satánico dibujar? –se relamió los labios. Inclino su cabeza haciendo destacar su delgado cuello para mirarnos de manera feroz –Hasta donde sé, esa cosa los buscaba a ustedes, no a mí. –esta vez fui yo quien frunció el ceño ¿Qué estaba tratando de decir? – ¿Qué hicieron para que eso cosa viniera tras de ustedes?

-¿Estas acusándonos de algo? ¿Tú? –dijo en modo de reproche Roy –Eres tú a la que le salieron cosas de la cara y dibuja a un lobo bastante similar como el que nos atacó hace unos días y hoy. Parece que sabes más de lo que dices.

-Tal vez no nos lo digas a nosotros, pero si a la policía. –gire sobre mis talones y abrí la puerta. Apenas asome medio cuerpo, unos dedos delgados rodearon mi brazo y tiraron de mí hacia adentro de nuevo.

Una corriente eléctrica nos atravesó a ambos tan dolorosamente que ambos terminamos en el suelo.

-¡Auch! – nos miramos asustados. Roy dio un par de pasos hacia mí para verificar si estaba bien mientras yo me tallaba las manos tratando de desaparecer el doloroso cosquilleo.

-¿¡PERO QUÉ DIABLOS...!? –las palabras de Roy fueron interrumpidas por un fuerte estruendo en la parte baja de la casa, casi simultáneamente los cristales de la ventana de Gris explotaron obligando a Roy a tirarse al suelo y a nosotros, a quedarnos en el.

Entre BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora