Capítulo XI Decisiones

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A través de la calle Tverskaya, el auto de Valentin avanzaba bajo la lluvia inclemente. Sentado en el asiento trasero del vehículo, observaba la hilera de hoteles y comercios característicos de aquella avenida, escuchando el constante sonido del limpiaparabrisas que Nikolay había activado para poder tener cierta visibilidad del camino.

Valentin se dirigía a uno de sus hoteles para reunirse con Arshad con el fin de finiquitar un último trato con el iraní antes de que este partiera de Rusia a finales de semana. Sin embargo, aunque sus pensamientos tendrían que estar en aquel acuerdo, esto no era así, puesto que de manera inevitable pensaba en Leonid.

Leonid, el hombre cuya vida había sido transformada en un infierno gracias a un maldito capricho de Konstantin. Y si de algo era consciente Valentin, era que Konstantin jamás se deshacía de ninguno de sus caprichos hasta que hubiese acabado por completo con ellos.

Un sentir agrio se revolvió dentro de él. Se pasó una mano por el rostro y desvió su vista hacia un par de grisáceos edificios de imponentes rascacielos, intentando deshacerse de aquella sensación.

De repente, su celular sonó y Valentin contestó al reconocer el tono de la llamada, agradeciendo en el fondo la distracción.

—Yarik —contestó acomodándose mejor en el asiento y fijándose en las gotas de agua que se deslizaban por el cristal de la ventanilla del auto.

—¡Valya! Al fin contestas. ¿Podría creer que estabas intentando evitar hablar conmigo? Qué terrible amigo eres —dijo Yarik con falso reproche.

Valentin tensó sus labios en una fina línea. Ciertamente había evitado hablar con Yarik desde la última conversación que tuvo con este. No había querido escuchar más reproches y cuestionamientos de parte de Yarik cuando lo que necesitaba era aclarar sus pensamientos.

—Siempre he sido un hombre despreciable. No sé cómo has podido soportarme tanto tiempo —se burló para luego exhalar un profundo suspiro—. Necesitaba pensar en ciertas cosas.

Yarik mantuvo silencio del otro lado de la línea durante unos segundos antes de hablar:

—¿Y qué has logrado aclarar tus pensamientos? ¿Qué has decidido? Cada vez se escucha más acerca de los movimientos de Konstantin. Y sobre lo que pasó con ese hombre...

—Hay cosas que no son tan fáciles de resolver.

—Pues espero que no tardes mucho en hacerlo. O el tiempo se vendrá en tu contra con Konstantin como ejecutor.

Aquellas palabras le dejaron un regusto agrio. Valentin cerró los ojos durante un segundo y al abrirlos el azul de su mirada se había tornado sombrío.

—Te he dicho que no tienes de qué preocuparte. Así que ya dejemos de lado ese asunto —contestó deseando cambiar el rumbo de aquella conversación—. ¿Cómo ha seguido Larissa?

Yarik enmudeció durante un momento ante el brusco cambio de tema de Valentin. Y cuando finalmente habló lo hizo con leve diversión:

—Hermosa al igual que siempre. Y haciendo que todos cumplan sus caprichos.

—Lo imagino. En especial, porque eres un hombre incapaz de negarle algo —provocó Valentin.

—Cómo podría hacerlo. Tengo a una mujer hermosa que tendrá a mi primer hijo —comentó y Valentin percibió el dejo de afecto tras aquellas palabras. Un afecto que causó un sentir doloroso dentro de él.

Pero Valentin no tuvo tiempo de contestar o pensar en algo más, puesto que se tambaleó bruscamente dentro del auto cuando Nikolay aceleró a toda velocidad.

Ojos grises © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora