Capítulo XVII Dilemas y decisiones

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Apoyado contra el cristal de la ventana, Denis observaba la nieve caer, detestando el silencio y la soledad de aquella cabaña.

En las afueras, sólo raquíticos árboles de abedules congelados y un solitario camino hacia el bosque se podía ver.

En verdad le desagradaba el estar recluido allí. Mas había sido el sitio al cual Nikolay le llevó para mantenerle seguro.

Al pensar en el hombre, Denis se envolvió de manera inconsciente en el grueso abrigo; mucho más grande que él que llevaba. Aquel abrigo pertenecía a Nikolay, quien lo había dejado para que pudiese protegerse del frío. Sin embargo, más que un abrigo Denis lo que en verdad deseaba era la presencia de Nikolay y, sobre todo, que aquel encierro terminase. Así supiese que el fin de esto solo significaría que Denis sería llevado al lugar con las personas que Nikolay le había prometido.

Pero saber ello le inquietaba tanto como el estar encerrado allí, puesto que cualquier encierro le recordaba a lo que vivió en Ucrania. Y Denis estaba cansado de recordar.

No quería recordar aquellas cosas que aún le estremecían de temor o le hacían despertar aterrado en medio de la noche. No quería recordar en lo que se había convertido su vida o que ya no tenía a nadie. Ni siquiera a su madre. En verdad Denis no quería recordar. Sólo quería que aquello terminase y que Nikolay apareciese y acabara con aquella incertidumbre que se agitaba en dentro de él.

Nikolay le había asegurado que ocasionalmente vendría para abastecerle con víveres, pero ¿cuántos días habían pasado ya? ¿Cuatro? ¿Cinco?

Era mucho tiempo.

Exhalando un suspiro, miró la llave entre sus dedos con la cual había estado jugueteando. Así supiese que no podía salir, el miedo le hizo suplicar a Nikolay hasta que este le dio una llave que Denis atesoraba cual amuleto para intentar decirse a sí mismo que aquello no era igual que los encierros de su pasado.

Apretando con fuerza la llave en su puño, se alejó de la ventana comenzando a resignarse que el hombre tampoco aparecería aquel día. Debido a ello, se dedicó a recorrer con aburrimiento la estrecha y vieja cabaña carente de muebles a excepción de un par de sillas, lo necesario para cocinar, una pequeña chimenea y la dotación para avivarla y su cama en la habitación; además de un par de cajas viejas y polvorientas.

Sinceramente aquel ambiente le resultaba deprimente. Aunque, ¿tenía otras opciones para quejarse tras las órdenes y palabras de Nikolay?

Mientras recorría la cabaña, escuchó un sonido. Era como si algo estuviese rasgando cerca de un par de cajas y supuso que sería alguna alimaña. Curioso, se acercó hacia una gran caja, percatándose de que se trataba de un pequeño ratón. En sus ojos un ápice de interés brillo al contemplar al pequeño animalillo de pelaje grisáceo.

—Parece que tú serás el único que me haga compañía aquí —musitó Denis al ratoncillo con cierta diversión ante la idea—. Espero que aún puedas quedarte por mucho tiempo más —comentó acuclillándose cerca del ratón, mirando a su alrededor en busca de algo en donde meterle. Si le dejaba en la caja terminaría royéndola y huyendo.

De repente, el ronronear del motor de un auto y el ruido le hizo incorporarse con rapidez, no sin antes cerrar un poco la caja esperando que el animalillo no escapase.

Denis fue hacia a la ventana, observando por el curtido cristal hacia el exterior. Sólo existía una persona que tenía razones para acercarse hasta allí. Y alivio le inundó al percatarse de que se trataba de una pequeña camioneta de un intenso y familiar azul oscuro familiar. Y aquello hizo que su semblante se tornara animado cuando la puerta del lugar fue abierta.

Un tanto presuroso, se dirigió hacia la entrada, recibiendo a Nikolay. Este cargaba algunas bolsas y a pesar del peso en su mano derecha, intentaba sacudirse algunos finos copos de nieve que se habían posado sobre su grisáceo abrigo y cabello. La atención de Nikolay se posó en Denis pareciendo evaluar su estado y, acto seguido, le dio un par de bolsas, las cuales tomó haciendo una leve mueca ante la cantidad de pesadas cosas que contenían.

Ojos grises © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora