Un fuerte dolor de cabeza aturdía a Nikolay. Dolorido, llevó unos dedos a su frente haciendo una mueca al tocar su herida. Por fortuna, sólo había necesitado algunos puntos. Nada más grave que eso. Aunque el dolor aún no le abandonaba.
Cerró un ojo ante la molestia. Si hubiese tomado los analgésicos recomendados por el doctor no estaría en aquella situación. Sin embargo, odiaba la idea de tomar cualquier cosa que le adormeciese así fuese ínfimamente sus sentidos. Necesitaba estar alerta al cien por ciento en todo momento.
Pero además de ello, aquella lesión no dejaba de exasperarle. Y no era sólo porque fuese la responsable de haberle dejado inconsciente unos momentos arriesgando tanto de su trabajo, sino que debido a aquel incidente Valentin le había salvado.
Valentin Vasíliev, el hombre para el cual llevaba estos años trabajando; aquel hombre a quien debía proteger y que sabía que lo correcto era dejarle allí, era quien al final le había salvado.
Siempre creyó que sería él quien arriesgaría su vida. Después de todo, era su trabajo, mas nunca esperó algo así por parte de Valentin.
«Tú me has salvado en más de una ocasión. Eres más que mi hombre de confianza. Creo que a pesar de todo... eres como el hijo que nunca tendré».
Lo dicho por Valentin se repetía una y otra vez en su mente.
«... Creo que a pesar de todo... eres como el hijo que nunca tendré».
¿Por qué Valentin tuvo que decirle aquello? ¿Por qué tuvo que salvarle? Si Valentin le hubiese dejado allí todo habría terminado. La misión de Nikolay habría acabado y Valentin no estaría a merced de lo que pronto sucedería.
Era una gran ironía saber que al salvarle, Valentin había firmado su caída. Pero esto era algo ante lo cual Nikolay no podía dar marcha atrás. No lo haría debido a sus principios y todo lo que había hecho.
Torturado por aquellos pensamientos, exhaló un suspiro. Agotado, caminó por un corto pasillo, recordando todas las cosas que debió terminar antes de regresar a su apartamento: encargarse de llamar a los abogados de Valentin para presentarse ante la policía que había identificado el vehículo. Un auto en aquellas circunstancias despertaría muchas sospechas y si bien, los oficiales lo intuían, no existía nada que no resolviesen unos buenos de abogados y tener comprados a diversos funcionarios.
Al pasar por la cocina-comedor, vio a Denis comiendo nuevamente pastilas. Este alzó la vista hacia él congelándose en el acto cual criminal atrapado y Nikolay tuvo la certeza que seguramente Denis estaba comiendo aquello sin cenar como solía hacerlo. Pero él no tenía tiempo para aquello en aquel momento.
Por su parte, Denis se veía temeroso de la reacción de Nikolay, aunque al notar los puntos en la frente del hombre, sus ojos se llenaron de una preocupación que no pudo ocultar.
—¿Qué te pasó? —preguntó acercándose a Nikolay un tanto dubitativo, pero con la preocupación bañando sus facciones.
—No es nada. Estoy bien —respondió secamente ignorando la mirada ahora extrañada de Denis.
Nikolay ignoró a Denis y se encaminó hacia su habitación donde se encerró. Y al entrar, colocó el seguro. No podía permitirse molestias.
Se quitó el saco arrojándolo a la cabecera de la cama y seguidamente, se sentó en una de las esquinas tomando la laptop que había dejado allí. Al encenderla comenzó a introducir numerosas claves. Necesitaba la máxima seguridad posible a pesar de que pronto se desharía de aquella laptop al igual que las anteriores.
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Ojos grises © (Completa)
Genel KurguValentin Vasíliev ocupa en la actualidad el puesto como uno de los más importantes líderes de la mafia rusa. Posición a la que ha llegado y en la cual se ha mantenido desde hace más de quince años a costa de todo, incluso de traicionar a quienes más...