París un encuentro creativo

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Era un día frío, nublado, por la ventana se podía ver caer la nieve por las montañas del Tíbet

Al amanecer, el guardián de la caja madre, ese que ya estaba muy llevado por los años me citó, yo Cris, uno de los dos aprendices que el tenía bajo su mando

Llegué a primera hora al encuentro, siempre se me había destacado la puntualidad

—Buenos días maestro— hize una reverencia —dígame que necesitaba hablar conmigo...— me detuve a observar el lugar —por lo que veo Miguel no ha llegado ¿voy por él?

—Buenos días pequeño— la voz del maestro era muy agradable —no, no es necesario quiero hablar contigo sobre una misión que te asignaré, pero irás tú solamente.— el sonrió y buscó entre sus cosas

Espere pacientemente asta que el guardián se acercó para entregarme una pequeña caja, una gran responsabilidad.

—P... Pero estos... son...— balbuceo las palabras confundido

—Si, esos son los aretes de la creación.— respondió el maestro —Ya sabes qué es una gran responsabilidad y necesito que tú— hizo un incapié —consigas un portador digno de este prodigio pero... debes hacerlo ahora, no pierdas tiempo

Por lo cuál, no lo pensé dos veces e invoque mi transformación, ya que yo poseía el miraculous del Pavo real un broche mágico que al decir las palabras correctas me transformaría en un héroe

¡¡Duusu extiende mis alas!!

El kwami, la pequeña creatura asignada a cada miraculous, se unió a la joya desbloqueando un traje sobre mi. Unas botas azules con detalles morados y verdes por los costados, estos mismos colores y detalles se expandían por todo mi cuerpo y para terminar una capucha color azul que solo dejaba ver un mechón de cabello y mi cara descubierta pero; con un color de piel más azulado.

Y mi nueva identidad sería King Blue

Tomé los aretes y emprendí un largo viaje por las montañas.

Gracias a la agilidad avanzada que me daba el miraculous pude desplazarme saltando entre las montañas y aldeas

Pasé por varias dificultades y obstáculos que gracias a la habilidad proporcionada por el miraculous, logré superar.

Al atardecer ya me encontraba en un ambiente muy diferente al Tíbet

El cielo estaba de un color anaranjado mientras el sol se ocultaba por el horizonte, las nubes reflejaban ese hermoso color casi rosado y el clima era mucho más cálido.

Contemplé esto y verdaderamente amé este lindo paisaje, cuando el sol se oculto completamente las luces se encendieron.

El alumbrado de una gran torre decoraba todo y con esto lo decidí, allí me quedaría, en la hermosa ciudad de París.

Yo ya antes había estado en esta ciudad y sabía que sería una muy hermosa experiencia

Llegué a una propiedad que tenía, una gran casa en uno de los barrios de la ciudad. Yo era muy joven pero está era parte de una herencia que obtuve antes de aislarme en las montañas del Tíbet cuando fui elegido para estudiar la magia de los miraculous

Entré al lugar, un poco olvidado y lleno de polvo, desactivé mi poder para volver a ser el chico común de ojos y cabello oscuros, alto y delgado

El Kwami, la pequeña creatura de apariencia de pavo real estaba hambriento, siempre que lo usaba por mucho tiempo debía alimentarlo

Y eso hize, cómo buen portador alimenté al pequeño con frutos secos, él era fan de esos, sobretodo de las moras

Duusu era su nombre, el me recibió los bocadillos para por fin poder descansar unos momentos.

El pequeño Duusu me miraba mientras yo desempolvaba todo, y mientras comía me empezó a preguntar

—Maestro ¿sabías que en el jardín hay un enorme arbusto de zarzamoras? están deliciosas— dijo mientras comía moritas

—Si Duusu,— le sonreí —pero primero no me digas más maestro, somos amigos así que dime Cris y segundo dejé tanto tiempo esta casa sola que está todo lleno de polvo y plantas, deberé buscar a alguien para que me ayude a mantenerla, pero por hoy podremos dormir aquí ya arreglé esta pieza.— golpeé suavemente la gran cama donde descansariamos

—¿Y cómo piensas elegir una portadora del miraculous, joven M...digo Cris?

—Pues amiguito tú me servirás de ayuda...— le dí una sonrisa mientras se acomodaba a mi lado

Descansamos un buen rato, el viaje si que había sido agotador

Unas horas después, al anochecer me levanté y con la ayuda de Duusu, me transformé en King Blue nuevamente para saltar por los tejados de París hasta llegar a un lugar elevado, como la Torre Eiffel.

En mis ojos camuflados con un color morado se reflejaban todas las luces de este maravilloso sitio y mientras tanto... contemplaba la ciudad.

En ese momento decidí colocar mi mano en mi broche y gracias a que su poder especialmente deriva del kwami de la emoción, este me permite contemplar las emociones a mi alrededor... Una destacó tanto para mí que llamó mi atención y provenía de una heladería no muy lejos de donde me encontraba.

Solo tomé impulso y salté por el cielo parisino asta que llegué al sitio, desde un lugar cerca la ví: una chica con una preciosa aura blanca pero a la vez destacaban ciertos colores en ella. Ahí estaba, sentada en una mesa fuera del establecimiento sola, con un gran helado y un libro. Pero esto no era relevante, para ser portadora tenía que probarla y así lo hize

Recordé mi poder especial, cada joya tenía un poder y una escencia diferente, en ese momento el mío sería de mucho ayuda

Abrí mi abanico (el arma proporcionada por el miraculous) saqué una pluma y junté esa energía entre mis manos creando así un senti ser a partir de una sola emoción y asi, ese poder canalizado se unió a una rama que tenía al alcance, el ser creado dependería de ese objeto.

Era un anciano el cual no sabía cómo estaba ahí pero algo o alguien (King Blue) le decía qué hacer.

Camino unos pasos y cayó involuntariamente en la calle que daba hacia la chica
Sin pensarlo ella corrió, lo levantó, lo llevo con ella, lo sentó donde se encontraba y le pregunto si se encontraba bien

—No te preocupes— respondió el señor —¿cómo te llamas pequeña?

A lo que ella suspiro con tranquilidad y dijo
—Daniela, pero ¿puedo ayudarte con algo más?

—Bueno tengo un poco de sed— las palabras salían por si solas de el

—Oh tomé casi no probé mi helado no sé si lo quiera pero ya me tengo que ir ¿seguro que está bien?— lucía preocupada

—Muchas gracias usted es mi salvadora— aseguró el anciano

Ella un poco avergonzada le respondió. —Siempre debemos ayudar a aquel que lo necesita. Bueno, lo dejo. ¡Adios!

Luego los dos se levantaron y se alejaron en diferentes direcciones.

[...]

N/A

Gracias por su apoyo. Espero que está historia sea de muy pero muy de su agrado.

Miraculous, King Blue [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora