9. Ocho de corazones

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Esa sería mi primera vez jugando para La Playa, y no sabía muy bien como sentirme al respecto.

Te daban unos papelitos, y de ahí se decidía a que equipo te unirías; cada grupo tenia cuatro integrantes. En esa ocasión me había tocado estar en el mismo equipo que Chishiya, y tampoco sabía cómo sentirme con ello.

Por un lado, Kuina me advirtió que tuviera cuidado, porque las posibilidades de que me sacrificara para poder salvarse él eran... al parecer, altas. Aunque, por otro lado, el chico me había ofrecido su ayuda para salir de eso juntos.

-¿Lista? -se acercó a mí y me indicó con un gesto que lo siguiera.

Entramos a una camioneta y comenzamos a dirigirnos hacia la arena de juego. Nadie en el transporte hablaba, y después de salir del terreno de La Playa, ya nadie parecía tan emocionado con la idea de "sacrificar su vida" por La Playa.

-Llegamos- dijo el conductor, y todos bajamos del vehículo.

Me quedé a un lado de Chishiya, que observo el lugar, y suspiro antes de entrar a la arena de juego.

El timbre sonó en cuanto entramos, y tomamos uno de los cuatro celulares que quedaban en la mesa. Ya había en el lugar otros dos chicos, que parecían ser amigos.

Chishiya me hizo un gesto de cabeza, y nos dirigimos hacia una esquina de la habitación. Los otros dos chicos de La Playa se dirigieron a otro lado y la habitación quedó en completo silencio.

-Los registros para este juego han cerrado -dijo la voz-. El juego sera "ruleta rusa"; dificultad, ocho de corazones.

Todos en la sala se tensaron, un juego de corazones causaría problemas, y la única vez que escuché de uno fue en el que solo Arisu salio con vida. Me estremecí, definitivamente eso no saldría bien.

Una flecha color blanco se encendió, y lentamente fuimos avanzando hasta llegar a una pequeña habitación cuadrada; en esta había una mesa redonda justo en el centro, y encima de ella, una pistola.

Todos nos volteamos a ver unos entre otros, definitivamente esto no terminaría bien. Inmediatamente entendí el porque del nombre del juego.

-Reglas del juego -continuó la voz-. Hay un arma en la mesa, los jugadores tomaran turnos para dispararla, ya sea a ellos mismos o a otro participante. Para ganar, todos los jugadores deberán haber apretado el gatillo del arma al menos una vez. El juego terminará para todos los jugadores si el tiempo se agota antes de que todos hayan apretado el gatillo. Tiempo limite, veinte minutos.

Todos parecían haber entrado en pánico con la premisa del juego, y las miradas pasaban del arma, al resto de personas a la habitación y a sus teléfonos que marcaban el tiempo limite, aun en veinte.

-El juego ha comenzado -termino la voz, y el cronómetro comenzó a correr.

Uno de los otros chicos de La Playa corrió hacia la mesa y tomo el arma, apuntandonos a todos con ella. Los dos extraños parecían asustados y se limitaron a levantar los brazos.

-No voy a morir en este estúpido juego -dijo, pasando su mirada entre todos-. Los mataré a todos sí en necesario.

-Eso no te salvará -dijo Chishiya, dando un paso al frente-. Si no disparamos todos el arma, al menos una vez, de todas formas morirás.

-Entonces, comienzo yo- dijo, y puso su mano en el gatillo, apuntado hacia Chishiya.

El chico se quedó un par de segundos pensando, pero antes de que apretara el gatillo, me puse enfrente de él y cerré los ojos con fuerza.

El arma no se disparo, y suspire con alivio, sintiendo como mis piernas temblaban. Chishiya me miró con sorpresa, supongo que nadie había estado dispuesto a recibir una bala por él.

El lobo y la oveja [Shuntaro Chishiya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora