—¡Pero que bien que come el cuti eh! —logro escuchar a lo lejos entre risas.
Espero de brazos cruzados sin moverme de mi lugar a que Cristian llegue a mi e imito la cara arrugada con la que camina burlándome de él.
—¿Por qué esa cara de culito? —lo abrazo por la cintura estirando mi cabeza hacia él.
Deja un beso en mi frente mirandome sin dejar de arrugar su entrecejo.
—Me están jodiendo con vos desde temprano —se queja todavía entre mis brazos.
Lo siento apoyar su cachete en mi cabeza y soltar un suspiro, sonrío por lo exagerado que es.
—¿Desde cuando te molesta?, te tiene que chupar un huevo, amor. —acaricio lentamente su espalda.
—Si, me chupa un huevo —levanta la mirada— Pero ahora me joden todos, antes eran Nahuel y Ota nomas, los otros ni te conocían.
Niego divertida.—Dejate de joder y concentrate que en veinte empieza el partido.
Aunque no me lo quiera decir me doy cuenta por su cara que esta nervioso, desde el primer momento en que me mandó mensaje para vernos antes del partido con la excusa de que "le doy suerte" le saque la ficha. Se que cuando no está de titular la sufre mucho viendo el partido desde afuera.
Desde el costado donde nos escontrábamos se podía ver la apertura llena de ruido, luces y el aliento de la gente, sin dejar de estar pegados miramos el comienzo en silencio hasta que siento una presencia cerca nuestro.
—Deja de pollerear Cuti, ya entramos.
Miro y era Lisandro caminando a paso apurado con su camiseta puesta.
Al escucharlo, Cristian sin soltarme me da la vuelta para que quede a espaldas de él, hay un silencio entremedio donde lo siento mover sus manos y hablar telepaticamente entre los dos hasta que lo escucho hablar.
—Ahi voy —dice cortante, cuando escucho los pasos de Lisandro alejándose, murmura.—Le voy a romper la pierna a ese gil apenas me metan.
Levanto la cabeza para verlo confundida.—¿Por qué?
—Te miró el culo.
Suelto una risa acariciándole el brazo, parecía un nene. Suelto el abrazo cuando escucho la voz del parlante y los gritos de la gente cada vez más alto dandome a entender que ya estaban por entrar.
—Suerte, mi amor —le dejo un beso en el pecho—Te amo.
Con sus ojos marroncitos me mira sonriente, me da un beso largo y se aleja.
—Si ves salir algún polaco con las patas quebradas fui yo —sonríe— Te lo voy a dedicar, te amo.
Una vez sentada en mi lugar junto a mi familia y la de mi novio empezamos a alentar junto a toda la tribuna a la selección.
Es en el segundo tiempo cuando nos levantamos de golpe al verlo a Cristian calentar y gritamos cuando finalmente se produce el cambio y entra a la cancha.
—¡Rompeles las piernas Cuti! —se escucha un grito desde arriba.
Era de esperarse que mi novio no era muy cuidadoso a la hora de defender la pelota, lo daba todo en la cancha, y así es uno de los mejores defensores que tenemos y me llena de orgullo.
Pero la emoción se me va cuando Cristian hace una jugada que descoloca a todos.
Patea a un polaco, patea a otro polaco, patea a lisandro y por ultimo patea la pelota sacándola del juego, todo en un lapso de diez segundos.