nicolas otamendi

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—Ni se te ocurra empezar a hacer vivos que después terminas quemando a alguno y se enojan —amenazo a Nicolas que estaba muy sonriente terminando de prenderse la camisa.

—Se hacen solos, yo no tengo la culpa —bromeó acercándose a mi lado.

Su mano curiosa recorrió mi cadera para terminar en mi cintura dejando un apretón en la poca piel descubierta que deja mi vestido. Cabe aclarar que fue regalo de él después de haberlo visto en un maniqui e imaginarme a mi modelandoselo.

Palabras de él, no mías.

—Te quedó pintadito eh —sonríe pícaro.

—Tenes buen ojo, no me sorprende —le guiño el ojo dejandole un beso en su cachete.

Camino hacia el baño para poder terminar de maquillarme mientras siento como su mano hace contacto con mi culo dejandole un golpe fuerte. Me quejo sobando la zona y suspirando por lo bruto que es.

Cuarenta minutos más tarde termino de maquillarme y peinarme, con visitas de Nicolas cada dos minutos preguntándome si me faltaba mucho. Se lo notaba muy emocionado y feliz, cosa que me ponía feliz a mi, desde que volvieron con la copa cada persona del país puede decir que se volvió completamente feliz pero ninguno se comparaba con la felicidad de la scaloneta completa.

Y mi hombre era un nene más siendo consentido por su gente y su segunda familia elegida por el futbol. Si tuviera que contar las veces que se le escapaban las lágrimas en la noche cuando dormíamos juntos nadie me creería, pero abrazarlo y que me mire a los ojos diciéndome que ya estaba logrado me llenaba el corazón de amor.

Esa fase se mantenía encerrada entre nuestras cuatro paredes, nunca dejaría que alguien lo viera siendo un osito cariñoso.

—¿Ya estas, amor? —asomó la cabeza por la puerta nuevamente.

—Si, ya estoy —suelto una risa desenchufando la planchita.

Deja un beso en mi frente al pasar junto a él y agarro nuestros abrigos para bajar por las escaleras rumbo a por fin salir. Nico rápidamente se acerca y me da la mano para ayudarme a no caer, y bajando lentamente escalón por escalón agarra las llaves del auto mientras yo agarro las de la casa.

—El pelotudo de Rodrigo contrató a la Grensh —se quejó apenas se sentó en el auto.

Lo miro aguantandome la risa al ver como se indignaba por algo simple.

—Bresh —corrijo sonriendo— Está buena.

—Si, por eso mismo me quejo, vos vas a esas joditas porque pasaban música así corte de chetos. No me van a pasar cumbia ni a palos.

—Si pasan cumbia, dejá de renegar —le pellizco el muslo, que se encontraba a mi disponibilidad.

—Bueno...espero —suspiró— Sino ya vas a ver cuando lleguemos.

Me muerdo la lengua al escuchar esa última amenaza y la verdad ahora quiero que no le pasen cumbia así se enoja y se desquita conmigo. Pero realmente pasan cumbia así que mis pensamientos se entristecen un poco, tendría que negociar con el dj de esta noche.

Cuando llegamos al lugar me sorprende lo grande que es, y lo espacioso que era, si bien eramos muchos el salón nos quedaba un poco grande pero no era motivo de quejas, quedaba perfecto. Igual a la decoración que se veía apenas entrar, se me hizo inevitable no apretar la mano de Nico al hacer un paso adentrándonos.

Con su brazo reposado en mi cintura caminamos hasta ver caras conocidas, nuestro primer fichaje fue la ronda de sillones a un costado donde se encontraban Enzo, Valen, Cuti, Karen, Julian, Emilia, Nahuel y Barbi. Me despego de Nico rápidamente al ver a las chicas y corro hacia Valen que me esperaba de brazos abiertos.

one shots • scalonetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora