Toco timbre nuevamente y suspiro al ser ignorada por décima vez. No se por qué lo intento si era más que obvio que Lautaro pone la música al palo y lo demás le chupa un huevo.
Como también recuerdo que el celular siempre lo pierde así que decido llamar a Agustina pero algo me interrumpe.
—Pareces un perro abandonado que nadie quiere.
Pego un salto a escuchar esa voz irritante.
—Disculpame...¿Vos sos? —hago una mueca sabiendo que se iba a enojar.
—El anfitrión —sonríe malicioso—Y creo que no te voy a dejar entrar —hace una falsa cara triste— Que lastima.
Cierra la puerta. En mi cara.
—¡Lisandro no te hagas el pelotudo —golpeó la puerta a puño cerrado
A mi izquierda veo como se abre la ventana y asoma su cabeza.—Disculpame...¿Vos sos? —imita mi mueca y me cierra la ventana en la cara.
No le iba a dar el gusto obviamente, antes muerta a que Lisandro gane.
Camino decidida alrededor de la casa y donde veo un agujero entre los árboles empiezo a trepar. Rezando por no caerme y matarme empiezo a subir por la reja.
Donde veo que está el sensor que detecta robos pienso en esquivarlo, pero recuerdo que se la clave así que lo desactivo y una vez que paso lo vuelvo a activar.
Me muerdo el labio dudosa viendo por donde mierda pasar y al no tener otra opción salto al techo en un golpe seco.
—Julian estaría orgulloso de mi —sonrio satisfecha.
Me limpio la tierra de las manos y empiezo a caminar hasta el borde que lleva al patio, una vez ahí lo veo al kun acostado en una reposera con lentes de sol y una birra en el mano.
—¡Kun! —pego un grito haciendo que el pobre se saque los lentes rápido mirando para todos lados
—Dios —se sienta en un quejido y pasándose las manos por la cara— Tenes que dejar de tomar Kun, ya estas alucinando.
Arqueo una ceja.—¿Alucinando con que, pelotudo?
—¡¿Que haces ahí arriba tas loca?! —se acerca para ver de cerca
Río sentándome en el borde.
—¿Me ayudas a bajar, porfis? —sonrío balanceando mis pies
Lo escucho putear por lo bajo hasta que da un par de vueltas, va, viene, agarra una silla, se arrepiente, vuelve a irse, vuelve a acercarse a mi y habla.
—Creo que no está tan alto —se rasca la nuca—Salta que te agarro.
Me permito dudar, pero lo hago igualmente, con miedo me suelto de a poco y sin pensarlo me tiro.
Y caigo.
¿Me atrapó?. No.
—Son tarados eh —escucho al papu de lejos.
Sin moverme siento la pierna que me arde y siento un peso muerto abajo mio.
—¡Lautaro tu hermana mató a mi amigo!
—¿Quien se murió? —se escucha la voz de Lisandro acercándose.
Una vez que llega y nos ve arruga la frente levemente sin decir nada y se cruza de brazos.
—Fua, éramos pocos y parió la abuela —suelta el papu para despues sentarse indignado.
Escucho la risa borracha del Kun moviendome ya que estaba abajo mio. En un intento de pararse me termina tirando a mi y quedo entre su espalda y el piso en una pose incómoda.