en realidad es scaloneta + lautaro pero q me importa
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—¿Dos Mcflurry entonces? —pregunto a mi amiga mientras agarro la llave del departamento.
—Sip, de oreo, y si no tienen de oreo no traigas una mierda, nunca tiene nada el que atiende ahí —se queja acomodando varias almohadas bajo su panza.
Emito un sonido de afirmación y camino hacia el ascensor rumbo al McDonald's que por suerte se encontraba a una cuadra.
Mientras, hago una lista mental de las cosas que le iba a pedir a mi mejor amiga cuando me toque a mi estar indispuesta ya que siempre que una se siente mal la otra es su esclava hasta que se sienta mejor, pero esta semana me está haciendo bajar tantas veces que ya lo voy a contar como ejercicio diario.
Me la va a cobrar esta zorra.
Camino a paso rápido por la calle, al ser las nueve de la noche había gente pero no tanta como de costumbre por lo que apresuro mi paso por las dudas.
Apenas entro al establecimiento el olor a frito y comida me recibe haciendo que mi panza haga ruido y me cuestione si es buena idea comerme un combo después de haber tomado terere.
Sin miedo al éxito me decido por un sí estando a una persona de ser atendida por el pibe que parecía más perdido que la mierda.
Me cruzo de brazos impaciente mientras escucho como el flaco de adelante pide comida sin parar y chusmeo la discusión al lado mio entre un delivery y un empleado.
—¿A quien tenes vos? —le pregunta al delivery con un papel en la mano.
El susodicho, sin paciencia, le acerca el celular.—¡Susana!
—Bueno Emiliano, la concha de tu madre —se queja y se pierde en la cocina.
—¿Si? —miro hacia el frente y frunzo el ceño al ver que el pibe de las mil comidas ya se había ido y ahora el pibe perdido esperaba que le de mi orden.
—Perdón —me acerco y logro ver el nombre en la remera.
Lautaro.
Hot.
—Te pido, dos Mcflurry de oreo y un doble cuarto de libra con papas grandes, por favor.
—¿Algo más? —pregunta anotando en la maquina y esperando mi respuesta para soltar el ticket.
—No —murmuro sacando la billetera.
—Los helados pedilos acá al lado cuando te den el pedido —me da el ticket ya con el vuelto y señalando a mi derecha donde se encontraba otro pibe apoyado en la maquina de helados con cara aburrida.
Parece que nadie quiere postre hoy.
—Si, acá —me sonríe sin separarse de la máquina.
Le sonrío y me alejo para esperar mi pedido viendo como el cajero se nos quedaba mirando extraño. Por un momento no quita sus ojos de encima mío y sin querer conectamos miradas pero el momento es interrumpido por el pibe de las mil comidas que quería reclamar algo.