¿Te imaginas tener una vida de mierda, llena de personas que solo la hacen peor y un sentimiento de soledad inmenso?
Pues los 6 adolecentes de esta historia no tienen que imaginarlo ya que esta es su realidad.
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Chris, Joan, Daphne, Natasha, Carol...
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Un día después de conocer a Natasha, falsifiqué la firma de mi padre para poder comenzar con mi tratamiento y no me resultó tan difícil pues lo había hecho un montón de veces en la escuela ya que él nunca estaba para firmar mis permisos de viajes o aceptar mi participación en competencias de boxeo.
Los primeros días en el hospital fueron una tortura pues odiaba que las personas me miraran con pena, pero odiaba todavía más que los pacientes que iban a morir igual que yo no me comprendieran y me juzgaran, hablando de igual forma que mis ex compañeros de boxeo sobre que mi enfermedad era menos que la de ellos pues yo me la busqué y ellos no tenían la culpa de morir.
Por suerte, Natasha estuvo para mí y facilitó mi tiempo en el hospital.
Natasha no permitía que nadie me hiciera menos y cada vez que alguien hablaba estupideces sobre mí, ella se encargaba de cerrarles la boca a todos. Yo como forma de agradecimiento hice todo lo posible para disipar los chismes y rumores que existían sobre ella siendo mi novia o mi puta como los chicos del hospital la llamaban, sin embargo, ninguno escuchaba razones.
Llegó un momento en el que dejó de importarme que las personas hablaran sobre mí y otro en el que Natasha me pidió que dejara de esforzarme por cambiar su imagen, debido a que ella ya se había rendido hace tiempo luego de aceptar que no lo lograría y al ver que en verdad lo deseaba dejé de hacerlo.
Cuando cumplí dos meses en tratamiento, Natasha ya se había convertido en mi mejor amiga y la primera chica que realmente quise. Ella me presentó a su abuela ya que para ella es la persona más importante pues fue quien la crío y deseaba que ambos nos lleváramos bien, lo cual sucedió inmediatamente debido a que la señora fue una de las más dulces que jamás conocí. Además, Natasha me contó su doloroso pasado, el cual incluía problemas con la comida que la llevaron a realizarse una operación a temprana edad, una terrible vida como modelo adolescente llena de pedofilia y una adicción por los cigarrillos que terminó causándole cáncer de pulmón.
Siempre había escuchado que las personas heridas se vuelven amigos, ese fue mi caso con Natasha. Ninguno había tenido una buena vida ni la había tenido nada fácil, pero al encontrarnos todo se volvió menos pesado.
Con Natasha pude desahogarme de mis días en la escuela y conseguí encontrar una persona con la cual ser yo mismo. Junto a Natasha pasé los mejores momentos en terapia de grupo. A su lado respirar era cada vez menos pesado y los momentos junto a ella fueron la mejor medicina.
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