14. Momentos de parejas

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La mañana ha llegado y con ella mi arrepentimiento ya que, aunque no puedo negar que lo de anoche fue increíble, tener que hablar sobre ello me causa terror y decido aprovechar que me he levantado primero que Joan para vestirme rápidamente y camin...

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La mañana ha llegado y con ella mi arrepentimiento ya que, aunque no puedo negar que lo de anoche fue increíble, tener que hablar sobre ello me causa terror y decido aprovechar que me he levantado primero que Joan para vestirme rápidamente y caminar de puntillas hacia la puerta para que no se levante.

Por desgracia, antes de poder tocar el pomo de la puerta, Joan se coloca frente a mí y me prohíbe huir, a lo que yo respondo diciendo que no planeaba hacerlo y que solo no veo motivo para quedarme, pero él afirma que sí los hay y que no deberíamos dejar cosas sin resolver porque entonces se formarían mal entendidos o las cosas entre nosotros se complicarían.

—Tranquilo, no confundiré las cosas —expreso —. Sé que solo fue la adrenalina del momento.

—No te mientas a ti mismo, sabes que no fue así.

—Entonces perdón si te obligue a hacer algo.

—Tampoco es verdad —niega rotundamente, posando sus manos en mi rostro —. Por favor —besa mi frente —, hablemos.

No puedo decir que no cuando me mira como lo está haciendo en este momento, así que asiento y él toma mi mano para llevarme de regreso a la cama, en donde nos sentamos frente a frente cruzados de piernas para mirarnos en silencio por unos segundos antes de que él sea el primero en hablar.

—Todo lo que dije anoche es verdad y todo lo que hicimos también quería hacerlo.

Escucharlo hace que tanto mi cerebro como mi corazón exploten al tener que procesar tantas cosas y como no sé que decir, se forma un nudo en mi garganta que solo me permite seguir escuchando.

—Lamento si no estuve bien o si no pude hacer que lo disfrutaras tanto como yo.

—Te equivocas —exclamo —. La pasé muy bien.

De manera inmediata puedo sentir como empiezo a sonrojarme y empiezo a pensar lo estúpido que debí haber sonado, pero por suerte he conseguido disipar el incomodo ambiente y me alegro al ver a Joan sonreír para después acercarse un poco más a mí, acariciar mi cabello y luego entrelazar nuestras manos.

—¿De verdad tienes sentimientos por mí? —cuestiono.

Joan hace una expresión de cansancio y luego me recuesta con su brazo debajo de mi cabeza para que nuestros rostros queden a centímetros, nuestros ojos se miren fijamente y yo pueda escuchar los latidos de su corazón.

—No sé cuándo comenzó todo, pero creo que siempre he tenido interés en ti —declara —. En la primaria quise ser tu amigo, pero sentía que me odiabas —no se equivocaba —. Luego crecimos e intenté encontrar cosas que tuviéramos en común, por lo que ingresé al equipo de voleibol, pero no importaba cuantas fiestas hacía que los demás organizaran tú nunca ibas —escucho y no puedo creerlo —. Y no te imaginas lo feliz que fui cuando asististe a mi fiesta sorpresa e intenté miles de formas para acercarme, hasta que finalmente lo conseguí y odié a Juan Carlos por arruinarlo.

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