11. Fin de la tranquilidad

8 0 0
                                    

Ha pasado un largo tiempo y con él muchos sucesos que me han convertido en la persona que soy hoy

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ha pasado un largo tiempo y con él muchos sucesos que me han convertido en la persona que soy hoy. En su mayoría las cosas que he vivido han sido muy buenas que hasta puedo asegurar que mi ahora es mucho mejor de lo que lo fue mi pasado y hasta mi tiempo en Sogolda.

Todo comenzó después de mi discusión con Joan, más exactamente cuándo restauró el tiempo y yo dejé de correr, terminando en Addily la cual es la ciudad más peligrosa de Shamy y donde al instante rompí una de las reglas que yo mismo hice para el equipo, porque no pude si quiera plantar mis pies bien el suelo, cuando frente a mis ojos se demostraba porque Addily recibe su título como la ciudad más peligrosa.

Una chica de baja estatura, complexión delgada y que ocupaba un llamativo vestido de fiesta era acosada por 6 hombres en una calle y aunque la gente pasaba a su lado, nadie hacia nada, así que, sin pensarlo dos veces intervine para ayudar. En primer instante solo use la fuerza física y mis habilidades de combate, consiguiendo apartar a los hombre de ella y fijar su atención en mí, pero luego dos de ellos sacaron sus armas y me apuntaron mientras otro tenia a la chica con un cuchillo en su cuello. Pensé por un momento lo que iba a hacer y las posibles consecuencias, sin embargo, cuando los 3 hombre restantes empezaron a levantar a la chica para llevarla, solo pude reaccionar usando mi velocidad para huir junto a ella.

Corrí hasta un lugar donde nadie nos viera aparecer de la nada y me detuve junto a un caudaloso rio que por su rapidez salpicaba heladas gotas de agua hasta mis pantorrillas, hacía un fuerte ruido y minimizaba nuestras voces.

—Gracias —me dijo la chica, tomando distancia —. ¿Pero cómo llegamos hasta aquí?

—Lo lamento, no puedo decirte —contesté.

—Está bien, puedo adivinar —declaró, acomodando su vestido —. No tienes que decirme nada.

Agradecí por su comprensión y me di media vuelta después de quitar el cabello de mi rostro, pero antes de poder alejarme ella habló.

—¿De dónde eres? Nunca te he visto por estos lados y aquí todos nos conocemos.

—Recién llegué hoy —dije la verdad a medias.

—¿Tienes un lugar donde quedarte?

—No, pero estaré bien.

—Por lo que has visto sabes bien que no es una ciudad segura, mejor pasa la noche conmigo.

—¿Perdón?

—No me refiero a esa forma, hablo de quedarte en mi casa.

—Gracias, pero no creo que sea buena idea. Además, no creo que a tus padres les agrade que lleves a desconocidos a casa.

Se mantuvo callada por un par de segundos, luego de repente sonrió y se acercó a mí, colocándose de puntillas para intentar alcanzar mi altura.

—Me llamo Avril ¿Y tú?

Fugitivos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora