Capítulo 6

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Dailon Martini

Noelia me escuchaba con atención mientras le contaba cómo me había ido en el primer día de trabajo, era buena para escuchar, siempre lo había sido. Era una de las tantas cosas que me gustaban de ella, siempre estaba ahí, ya fuera para las buenas cosas como para las malas.

Además, había dicho más veces el nombre de su mejor amiga que yo qué sé. Con cada una de esas veces sonreía y Noelia nunca sonreía por sonreír, ¿que había detrás de cada sonrisa?

—No me habías dicho que tenía un hijo —señalé, ella levantó la mirada de su plato de comida alzando una ceja.

—¿Por qué habría de decírtelo?

—No lo sé, quizá porque es importante, ¿no?

Las comisuras de sus labios se torcieron. Ahí estaba otra vez. Esa sonrisa me hablaba pero yo no estaba entiendo lo que me quería decir.

—Su hijo es lo más importante para ella, deberías de tenerlo en cuenta a partir de ahora, aunque es lógico de cualquiera persona que tenga hijos —se encogió de hombros, sosteniéndome la mirada. Ella sabía que yo no quería dejar ahí el tema, me conocía lo suficiente como para saber que después de hablar de su hijo iba a preguntar por el padre.

Fingí que había tenido suficiente y asentí ligeramente con la cabeza para después seguir comiendo. No era por presumir, pero los espaguetis habían quedado de rechupete, ni en un restaurante los harían tan ricos. Cuando decía que era bueno en las manos lo decía porque era verdad, no solo para el diseño, también a la hora de cocinar... Vale, si, en lo demás también.

—¿Y ya está? —inquirió, riéndose. Vaya, no me había creído.—. Venga, escúpelo.

—No sé de que me estás hablando —me hice el desentendido.

—Dailon, que nos conocemos —me recordó—. Tú quieres preguntar algo.

—¿Ah, si? ¿Y qué se supone que quiero preguntar, lista?

Se quedó en silencio, ¿es que acaso era algún tipo de tabú decirlo en voz alta? En mi opinión no era nada del otro mundo, ¿por qué estaba actuando así?

—¿Quién es el padre?

—¡Dailon! —me recriminó.

—¿Qué? Tú insistías en que preguntara.

Que difíciles de entender son las mujeres, podría pasarme toda una vida rodeado de ellas que jamás las entendería. Es algo superior a mi. Se contradicen todo el tiempo y aún así quieren que sepamos lo que quieren en cada momento, ¿cómo se supone que es eso posible?

—¿Y bien? —ladeé la cabeza—. Tanto insistir y me dejas sin una respuesta que me convenza... Porque el silencio no es una respuesta válida en esta pregunta.

—Calíope es madre soltera —me hizo saber.

Eso significaba que nada de marido ni nada de novio.

¿Por qué se suponía que pensar en eso era casi como un cierto alivio?

Era mi jefa, única y exclusivamente, no debería de importarme para nada su vida privada. Pero lo hacía. Nunca tuve interés en ella hasta conocerla en persona, me parecía alguien muy interesante... Y a mi siempre me habían atraído las cosas interesantes, ella debería de ser la excepción.

Pero no lo es.

—Eres su mejor amiga, seguro que sabes de sobra quien es el padre.

—Si, por supuesto que lo sé, pero precisamente porque soy su mejor amiga no te lo voy a decir. Hay ciertas reglas que nunca se dicen en voz alta pero que son evidentes —murmuró.

La lealtad era la cualidad más importante en una persona, que Noelia fuera a guardarse esa información para no perjudicar a Calíope era todo lo que estaba bien. Aunque a ella no debería nunca de perjudicarle nada, más bien debería de perjudicarle al hijo de puta que no tuvo los cojones suficientes de dar la cara por su hijo.

Es ridículo esa clase de gente. Muy adultos para hacer hijos, demasiado infantiles para saber quedarse.

Estaba dando por hecho información que no sabía. Era poco probable que un hombre rechazara a Calíope, ¿pero quién sabe realmente la verdad? Hay muchos gilipollas sueltos por el mundo.

—No me voy a enfadar, al menos he sacado algo de esta conversación.

—¿Que Cali está soltera? —inquirió burlona—. Claro que si, Dailon, importancia a lo importante.

Me carcajeé, era surrealista estar teniendo esta conversación con mi novia, al menos me estaba divirtiendo y ella también, por alguna razón. Otra en su lugar se habría puesto celosa, mi ex sería una de esas. Por suerte, ni Noelia ni yo éramos personas celosas y llevábamos una relación sana.

—Me gustaría conocerlo.

—¿A Orfeo?

Dio, che bel nome.

Solo a Calíope se le ocurriría copiar un mito griego.

En la mitología griega, es la musa de la poesía épica y la elocuencia. Se dice de ella que es la más poderosa y viendo a la Calíope que yo conozco, creo que en el mito se dice la verdad. El hijo de la musa se llama Orfeo (si, el que va al infierno a por su amada).

También se dice que era amante de Morfeo (si, el de los sueños).

Y no quiero decir nada peeeero mi nombre está también relacionado con el sueño.

¿Qué clase de juego del destino es este?

—¿Se parece a su madre?

—Tendrás que descubrirlo —me guiñó un ojo—. Pero ya te voy avisando, Calíope no le presenta su hijo a cualquiera, tendrás que ganártelo.

—Soy muy bueno ganándome a la gente, ya deberías saberlo —imité su acción—. A todo esto, ¿qué tal los espaguetis?

—Sabes la respuesta, solo quieres oírla para aumentar tu ego.

—¿Y eres tan mala como para negarle eso a tu novio?

—Cocinas de maravilla, Dailon, ojalá lo hicieras todos los días. Si no tuvieras trabajo te contrataría para ser mi chef personal.

Sonreí de oreja a oreja al escuchar algo que ya sabía para después centrarme en terminar de comer, si seguía hablando no lo haría nunca.

Mientras tanto me dediqué a pensar. Las palabras de Noelia se repetían una y otra vez, invitándome a tomar aquello como un reto.

"Calíope no le presenta su hijo a cualquiera, tendrás que ganártelo."

Me he ganado a Calíope desde el momento en que me vio sin ropa, es decir, desde el primer momento.

Vicios entre taconesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora