7.

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Su día no podía estar peor.

Sanemi recibió la noticia de que él, junto con otros cazadores, tendrían la oportunidad de entrenar con un pilar.
El albino se hizo muchas ilusiones; podría entrenar con el señor Himejima, el pilar más antiguo y fuerte entre los mismos.
Pero la noticia de que tendría que entrenar con el pilar del agua, Tomioka Giyu, desvaneció, o más bien, destruyó sus ilusiones en segundos.

Mierda.

El odiaba a ese pilar. Su actitud, su mirada y su carácter le daban mala espina, no confiaba en él.
Lo único que podía destacar del pilar es que era muy bueno en batalla, era ágil y rápido además de inteligente. ¿Cómo sabía eso? Habían compartido varias misiones en conjunto con otros cazadores de su rango.

Eran unos veinte cazadores, contando a Sanemi, que tendrían el privilegio de entrenar con el pilar del agua.

El primer día transcurrió bien, nada fuera de lo normal, corrían, saltaban y evitaban cualquier tipo de obstáculo. Según Tomioka, esto era solo en principio.

El segundo día fue más brusco. Se les exigió mucho más, ahora tendrían que hacer varias actividades mientras empleaban la respiración de concentración total. Muchos cazadores quedaban tirados en el suelo por el cansancio, otros simplemente se desmayaban. Ese día, al menos dos o tres se fueron.

El tercer día fue un infierno para muchos, hacían el doble de cosas y no había descanso.

—Si no puedes hacerlo, solo lárgate y no vuelvas. —esas fueron las frías y crueles palabras de Tomioka cuando una cazadora le pidió un descanso luego de estar una hora corriendo mientras usaba la respiración de concentración total.

Se fueron unos cinco o más. Por suerte, Sanemi tenía mucha resistencia por lo que el entrenamiento con Tomioka no era tan pesado como lo era para los otros.

Y los días transcurrieron así. No había descanso, muchas peleas, muchos desmayos y nadie podía acatar todas las órdenes del pilar. De los veinte que ingresaron, uno solo se quedó, el cual era Sanemi.

—Me sorprendes, pensé que saldrías huyendo el primer día, pero has aguantado bastante. —dijo felicitando al albino. Estaban en un salón grande, ahí era donde entrenaban o bueno, entrenaba, porque ahora estaba completamente solo.

—Tus entrenamientos no son nada para mí. He pasado por cosas peores —respondió.

—Muy bien. Entonces, pelea conmigo —dijo mientras se quitaba su haori. Sanemi lo miró atento.

—¿Qué dijiste? —preguntó.

—Quiero que pelees conmigo. —volvió a decir —¿O qué? ¿Tienes miedo?

—¡Por supuesto que no! —gritó molesto. —Pelearé contigo. —respondió. Esta sería una buena oportunidad para patearle el trasero a ese pilar con aires de grandeza.

—Bien —dijo para luego correr hacia el cazador y embestirlo contra el piso.

—¡Oye- —gimió adolorido. El maldito era rápido.

—Levántate. —pronunció con voz neutral mientras tomaba distancia.

—Mierda... —Sanemi se levantó lo más rápido que pudo y corrió hacia el azabache mientras empleaba su respiración.

Tomioka lo esquivó, una y otra vez.
Sanemi no se rendía fácilmente, quería golpearlo con todas sus fuerzas. La "pelea" siguió así durante unos minutos, Tomioka atacaba y Sanemi a duras penas lo evitaba, y cuando Sanemi atacaba, Tomioka lo esquivaba fácilmente.

Eran como perro y gato, a veces se perseguían hasta encontrarse y cuando lo hacían chocaban espadas hasta que uno cayera al suelo. De eso se basaban sus rondas. Sanemi había perdido muchas veces pero aún no se rendía.

—Si logras tocarme, me quedaré quieto y dejaré que me golpees al menos una vez —dijo Tomioka mientras se limpiaba el sudor de su rostro. Sanemi asintió.

Y empezó la pelea de nuevo. Sanemi golpeaba cada vez más rápido y Tomioka lo evitaba con más fluidez y agilidad.
Con un movimiento rápido, el albino tomó carrera y embistió su espada de madera contra el azabache. La espada rozó el rostro de Tomioka pero no lo tocó, aunque, sintió como un líquido espeso recorría su mejilla. Llevó una de sus manos a esa zona y observó cómo su mano se teñía de rojo vino.

—Te toqué. —sonrió satisfecho Sanemi. Su pecho subía y bajaba velozmente por todo el esfuerzo que había hecho anteriormente.

—Ganaste, felicidades. —dijo Tomioka mientras se limpiaba la sangre con la manga de su uniforme.

—Demonios, si que eres rápido. —gimió agotado.

—Tú también lo eres. —suspiró. —Bien, Shinazugawa, un trato es un trato. —Sanemi lo miró arrogante.

—Golpéame. —dijo mientras tomaba distancia y se quedaba quieto en su lugar.

Sanemi estaba cansado, por lo que iría caminando y le daría un puñetazo en la cara. Rápido y fácil.
Nunca se esperó que al levantar su puño, el azabache lo tomara de la muñeca y lo tirara al suelo. Sanemi quedó abajo con una de sus muñecas sujeta por la mano del pilar. La otra mano de Tomioka descansaba a un lado de la cabeza de Sanemi.

—¿Qué crees que estás...? —murmuró nervioso. Tomioka lo miró sin cambiar su expresión neutra.

—Nunca te confíes, cazador. —dijo mientras se acercaba al rostro del albino, quería intimidarlo. Sanemi se sonrojó por la cercanía.

—Eres un imbécil, suéltame. —gruñó enojado. Empezó a moverse bruscamente, intentaba soltarse del agarre del azabache.

—Ten cuidado la próxima vez. —dijo mientras una sonrisa coqueta se dibujaba en su rostro. Le guiñó un ojo y luego lo liberó. —Aquí termina nuestro entrenamiento, ya puedes irte a casa. —pronunció para alejarse y levantar su haori del suelo. —Suerte. —dijo para desaparecer por la puerta.

Sanemi seguía en el suelo congelado, solo que ahora estaba sentado. Un sonrojo se expandía por sus mejillas, el simple hecho de recordar como Tomioka le sonreía y le guiñaba el ojo hacía que el albino titubeara y se pusiera nervioso.

Tal vez, el día en que todo inició no fue tan malo después de todo.

Terminé otro capítulo 😻
Recién me dieron una idea que voy a aplicar para el siguiente cap. En fin, espero que hayan disfrutado esta cosa 🐢💕

¡Bye, bye! 😽

Tres capítulos más y este fic se da por concluído 🙀

• ᴍɪɴɪ ʜɪꜱᴛᴏʀɪᴀꜱ • // [ɢɪʏᴜᴜꜱᴀɴᴇ/ɢɪʏᴜꜱᴀɴᴇ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora