15.

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No era un secreto que entre el Pilar de Agua y el Pilar del Viento no hubiera una buena relación, de hecho, el odio entre ambos era tanta que no podían estar en la misma habitación sin que el peso de la tensión entre ellos se hiciera notar. Por eso, cada vez que tenían reuniones con El Patrón, los demás pilares se quejaban.

—No puede ser que cada vez que estén en la misma habitación, se miren con tanto odio. No es nada extravagante —decía Uzui en un largo suspiro.

—¡Lo mismo digo! ¡El odio no es bueno para el desempeño de uno mismo! —Gritó Rengoku, sonriendo.

Shinazugawa apretó los dientes, furioso. —¿Por qué no se meten en sus propios asuntos?

—Relájate, solo estábamos bromeando —Tengen sonreía divertido, amando burlarse de sus compañeros pilares.

—Me voy. —La voz de Tomioka calló a las demás, poniéndose de pie para retirarse de allí sin más.

—Hm... Ojalá Tomioka fuera más expresivo. ¡Es un hombre muy guapo! La carisma le vendría bien —Mitsuri dijo con una sonrisa, haciendo que Iguro tuviera un tic en el ojo.

—¿Por qué deberíamos siquiera preocuparnos por ese imbécil? —Iguro preguntó.

—Pobre Tomioka, a veces siento lástima por él. Namu Amida Butsu... —decía Gyomei entre lágrimas.

—Solo es un bastardo engreído que se cree mejor que nosotros. No se merece nuestra compasión ni empatía. —Repitió Iguro, todos mirándolo. A excepción de Sanemi, que miraba hacia la dirección donde Tomioka se había ido segundos antes.

Sanemi había sido enviado por Shinobu a la residencia de Tomioka a entregarle un par de medicamentos y suministros que el azabache le había pedido a la pilar unos días antes.

Al parecer, Shinobu no podía ir debido a que estaba bastante atareada con los pacientes, y Sanemi, que había ido a ver a Genya a escondidas, fue interceptado por ella.

—¡Buenos días, Shinazugawa! —Ella saludó, sonriente y amable como siempre. Sanemi sintió un puñado de nostalgia.

Sanemi era amable con ella solo porque era la hermana menor de Kanae, su mejor amiga. No podía evitar comparar a ambas y notar las similitudes.

—Hola. —Saludó el albino. Shinobu se acercó a él mientras sostenía un paquete.

—¿Podrías hacerme el favor de entregarle estas cosas a Tomioka? —Ella preguntó, haciendo que Sanemi frunciera el ceño. —Es que estoy un poco ocupada aquí y no tengo tiempo de entregarle esto a tiempo antes de su misión de mañana.

La pelinegra le extendió el paquete una vez más, sonriendo dulcemente.

—¿Por qué no le pides a alguien más? Estaba por irme a casa ahora.

—Justamente por eso, tu casa queda cerca de la residencia de Tomioka. ¿Podrías hacerme ese pequeño favor? —Sanemi no podía decirle que no a esos ojos tan grandes y bonitos.

Con un resoplido tomó el paquete entre sus manos y lo ató a su cinturón. —Bien, está bien. Pero me debes mucho.

Ella rió y asintió —¡No se maten entre ustedes!

Sanemi solo chasqueó la lengua y se fue con paquete en mano a la Residencia de Agua.

Y aquí estaba Shinazugawa, caminando hacia la casa de Tomioka con un paquete medianamente pesado atado a su cinturón, a plena luz del día con un sol fuerte y abrazador.

Cuando llegó, tocó la puerta dos veces; nadie respondió. Sanemi volvió a tocar la puerta, cuatro veces esta vez; otra ves, nadie contestó.

Se cansó y abrió la puerta con rabia, ese imbécil se creía tan superior que no le abría la puerta a nadie. Imbécil engreído.

Al entrar no había nadie. Bueno, quizás se equivocó. Buscó por toda la residencia y no lo vio por ningún lado, ni en su casa, ni en el jardín... oh, la sala de entrenamiento. Quizás estaba allí entrenando.

Sanemi se dirigió hacia la sala de entrenamiento de la casa de Tomioka, suponiendo que el dueño estaba allí.

Abrió la puerta corrediza, no iba a tocar esta vez.

—Oye, imbécil, traje algo de la Finca Mariposa para ti —Gritó y nadie respondió. —Kocho me pidió que te trajera esto, son suministros y otras mierdas. —Nada.

Shinazugawa apretó los dientes, ya estaba furioso. ¿Dónde se había metido ese bastardo?

Oh, ahí estaba.

Tomioka estaba contra la pared del lado izquierdo, sentado y con una respiración relajada. Sanemi arqueó una ceja, al parecer estaba meditando.

—Oye, despierta.

Tomioka ni se inmutó con su presencia, se mantuvo callado y con los ojos cerrados.

—O quizás no estás meditando y estás dormido. —Se dijo en voz alta.

Caminó hacia él hasta sentarse en cuclillas a su lado. Aplaudió, chasqueó los dedos, le gritó al oído y hasta lo movió un poco. Nada ocurrió, Tomioka parecía estar profundamente dormido, o lo estaba ignorando... o estaba muerto. No, estaba respirando.

—¿Imbécil, te atreves a ignorarme? —el albino inclinó la cabeza, haciendo un puchero molesto. —Oye, Tomioka. Oyeee... ¡Oye! Tomioooka, oye, oyeeee, Tomioka, hey... ¡Hey! —El decía mientras pinchaba su hombro con su dedo índice, tratando de despertarlo.

Tomioka no respondió. Sanemi soltó un suspiro y dejó el paquete a su lado, —como sea, te dejo estas cosas aquí.

Sanemi notó que el azabache no hacía nada, estaba quieto como piedra, con su rostro apacible y calmado. El albino no pudo evitar acercarse a él, mirándolo de cerca.

Luego, miró hacia ambos lados, asegurándose de nadie estuviera allí para oír lo que estaba por decir.

—Déjame ver tus ojos azules, porfavor... Es lo único que puedo ver de ti. Ugh, las mierdas que me haces decir... —El susurró, mordiendo su labio —te odio con toda mi alma, pero te amo con todo mi corazón. Y... lamento ser tan duro contigo, es que... no sé cómo expresarme frente a ti correctamente. —Shinazugawa decía mientras estudiaba su rostro y sus facciones.

—No quiero que te sientas solo, quiero que sepas que me tienes a mi pero me sacas de mis casillas y me dan ganas de golpear tu cara. —El no pudo evitar reír. —Me gustas mucho, Tomioka. Desde que te conozco. Joder, gracias a Dios estás dormido y no puedes oír nada. Tampoco ver nada...

Sanemi aprovechó para acercarse un poco más a su rostro, besando tímidamente sus labios. Fue un beso fugaz, pero que significó mucho para el tambaleante corazón del albino. —No estás solo, Yuu.

Él murmuró antes de ponerse de pie y prácticamente salir corriendo de allí. Había sido lo más arriesgado que había hecho en su vida, su corazón latía a mil por hora y no dejaba de temblar. No le pasaba eso ni con los demonios que enfrentaba.

Se apoyó contra la puerta, tapándose la cara de la vergüenza. Gritó contra sus manos y se arrastró hasta el suelo, sentándose de rodillas.

Tomioka, por otro lado, se tocó los labios. El calor de los labios de Sanemi aún presente en los suyos propios.

Tomioka nunca había estado dormido; como Sanemi había supuesto al principio, estaba meditando. Y no había reaccionado porque odiaba que lo interrumpieran cuando meditaba, por lo que se mantuvo quieto como roca. Obviamente, no esperando aquella confesión de Sanemi ni mucho menos ese beso.

Giyu no pudo evitar sonreír, podía escuchar los lamentos de vergüenza de Sanemi del otro lado de la puerta.

Mis papis 🗣️‼️

Esto fue canon, nomás que no lo pasaron en el anime 🤪

En fin, espero que le haya gustado y gracias por leer. Tengo una idea un poco diferente para los diferentes capítulos, así que espero que disfruten.

Con esto me despido, adiós.

• ᴍɪɴɪ ʜɪꜱᴛᴏʀɪᴀꜱ • // [ɢɪʏᴜᴜꜱᴀɴᴇ/ɢɪʏᴜꜱᴀɴᴇ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora