Ella

Epílogo.

Brooke Harper.

Un año ha pasado desde que me fui de aquella ciudad.

Sinceramente me ha hecho muy bien, he tenido más tiempo para mí, mis amigos, mi familia y la escuela.

Irme de ahí fue lo mejor que me pasó.

No he estado con nadie desde lo de Ross, no creo estar preparada para una relación en estos momentos.

La relación que tengo con mi madre y hermana ha mejorado, ahora sí de verdad. Y no saben lo mucho que amo ésto.

Audrey estuvo conmigo día y noche cuidandome en mi recuperación, recaí en los problemas alimenticios y en cortarme, muy feo, lo sé.

Ellas estuvieron en cada paso que daba, temían de que me pasará algo, afortunadamente no hice nada, pero aún tengo el mal recuerdo.

Me enteré que Ross cumplió su sueño, el sueño que yo le impedía cumplir y aquel del cual me habló desde que éramos pequeños.

Estoy orgullosa de él.

He hablado con Will desde que me fui, ha estado poniéndome al corriente con Ross, temo en que le pase algo y yo no esté ahí para él.

De Jennifer, Naya y Lana no he sabido nada, simplemente no me llevaba muy bien con ellas.

Sue me mantiene al tanto de todo lo que pasa con los hermanos monster y las peleas que sucede entre ellos.

Anthony al enterarse que me fui se indigno y no me habló durante una semana, no exagero. Al final lo entendió y me dijo que cualquier cosa él estaría para mí.

En este momento estamos metiendo las maletas al auto, hoy volveríamos a aquella ciudad en la que sufrí durante la mayoría de mi vida.

Suspire pesado y cerré la cajuela.

—¡Listo, ma! —grite desde afuera.

—¡Voy, Brooke!

Poco después las tres mujeres con las que vivo salieron sonriendo con un pastel.

Sonreí y negué ante ello, sabían que no era necesario comprarme un pastel por mi cumpleaños.

—¡Feliz cumpleaños, Harp! —gritaron las tres.

Mi sonrisa se agrando y las abrace.

—Saben que todavía no es mi cumpleaños —rodé los ojos divertida.

—Sí, pero en unos días estaremos ocupadas y sabemos que no festejarás tu día especial —me dijo Audrey.

—Aveces las odio.

—Nosotras te amamos.

—¡Sopla la vela, Brookie! —gritó mi hermana animada.

Vaya, ella parece más feliz que yo.

Hice caso a su petición, no sin antes pedir mi deseo. Abrí mis ojos al ver que todas las velas se apagaron.

—¿Qué pediste? —habló Audrey sonriendo.

—Si lo digo no se cumplirá —sonreí.

Por favor no me dejan nunca.

Subimos al auto, teníamos que ir al aeropuerto y ya íbamos algo tarde.

—¡Hanna, deja mi pastel! —grite viéndola por el retrovisor.

—¡Pero se ve muy ricoo!

—¡Dile algo, mamá!

Mi madre nos volteó a ver divertida.

—Hanna, deja el pastel de tu hermana, y Brooke pon los ojos al frente, no quiero accidentes.