CAPÍTULO SIETE

610 76 10
                                    

La espalda de Keith estaba apoyada en la pared de la escuela, con la mochila en el piso junto a él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La espalda de Keith estaba apoyada en la pared de la escuela, con la mochila en el piso junto a él. Tenía el teléfono contra su oreja y la voz de Shiro por el altavoz. Keith estaba castigado otra vez, así que tendría que quedarse toda la tarde después de clases en la escuela.

—Está bien, Keith. No te preocupes.

Pero si se preocupaba. Más problemas a Shiro y a Adam solo hacían sentir culpable al pelinegro. Pero aún así se mantuvo callado.

—Eso sí no podré pasar a buscarte, tengo un poco de trabajo que quiero adelantar.

—Está bien, puedo caminar hasta casa. — era lo mínimo que podía hacer. —No me molesta.

—Nos vemos en casa a la tarde ¿Okey?

—Okey.

Dejó caer su cabeza hacia atrás, apoyándola en la pared, estaba justo fuera de la sala de castigo. Eran dos horas desaprovechadas, pero ya no podía hacer nada. Dio una mirada a la sala antes de entrar. No conocía al profesor que estaba dentro, no se veía muy contento, sino más bien aburrido. Miró hacia las sillas y se arrepintió de inmediatamente de haber sido castigado.

Lance estaba ahí.

Que tan mala suerte tenía que tener Keith como para que lo castigaran el mismo día que Lance.

Él profesor a cargo estaba durmiendo, podría saltarse el castigo. No. Si hacía eso y alguien se enteraba que no había asistido le tocaría castigo doble y eso ya serían más problemas.

Que más daba, abrió la puerta de la sala y entró. El profesor abrió los ojos, poniendo su atención en el pelinegro.

—Hola. — caminó hacia el escritorio y le entregó el papel en el que decía lo de su castigo.

—Siéntate donde sea. — agarró el papel y lo dejó a un lado.

Dirigió su vista a los asientos y su mirada se encontró con la de Lance. Keith apartó sus ojos rápidamente. Se sentó en el último puesto, justo en la pared, con una ventana a su lado. Apoyó la cabeza sobre su mano y cerró los ojos. No había mucho que hacer, serían dos horas de castigo y si mantenía los ojos cerrados tal vez el tiempo pasaría más rápido. Tal vez con los ojos cerrado no se tentaría en dirigir su mirada al moreno.

—Hey, Mullet. — la voz a su lado sonó como un susurro.

—No se supone que estabas sentado en la otra fila. — Keith giró su rostro encontrándose con el de Lance. El moreno tan solo se encogió de hombros. —Además el profesor nos dirá algo si nos ve charlando. Se supone que estamos castigado.

—Él ni siquiera se da cuenta. — volvió a hablar en un susurro. —Está durmiendo. Mira.

Los dedos de Lance fueron hasta su barbilla, haciéndolo girar su rostro hacia el escritorio en donde estaba el profeso, efectivamente estaba durmiendo. Pero a Keith le importaba una mierda lo que estuviera haciendo el profesor, solo podía sentir su corazón acelerado y como sus mejillas se calentaban de los nervios.

—Ves. Está durmiendo. — continuó el moreno. —Ni siquiera le importa que estamos aquí.

—¿Por qué te castigaron? — el pelinegro giró el rostro soltandose del agarre del moreno.

—Nada importante.

—Mmh.

—¿A ti por qué te castigaron, Keith?

—Nada importante.

—Oh vamos. — le dio un empujón con el codo. —Este año casi ni has pasado por ahí, comparado con los anteriores.

Eso era verdad. Los años anteriores Keith pasaba en la sala de castigos, siempre se metía en problemas: peleas, contestar a los profesores, dormir en las clases o faltar directamente a la escuela. Todo un desastre. Lo que llevaba de este año Keith había tratado de comportarse lo mejor posible; nada de problemas, no quería causarselos a Shiro.

—Discutí con el profesor Zarkon.

—¿Y que hiciste para que te mandara a castigo? — Lance aguantó una risa.

—Nada. — el pelinegro se encogió de hombros. —Simplemente no le agrado.

—¿Tú? — se hizo el sorprendido.

—Cállate, Lance. — le dio un empujón en el hombro, pero aún así sonrió.

Lance sonrió también. Le encantaba molestar de alguna forma a Keith. Más si a veces eso lograba sacarle una sonrisa.

El silencio adornó el ambiente. Keith aún podía sentir los latidos acelerados de su corazón. No tenía la valentía de mirar el rostro de Lance, por lo que dirigió su mirada hasta la ventana, no es que fuera más interesante. Pasaron unos minutos hasta que sintió como el dedo de Lance le tocaba el hombro.

No hubieron palabras, simplemente era Lance ofreciéndole un extremo del audífono, así ambos podrían escuchar música juntos. Esta vez Keith no pudo ocultar sus mejillas rojas. El moreno no dijo nada. En su rostro tan sólo apareció una pequeña sonrisa cuando el pelinegro aceptó el audífono. No conocía la canción que estaba sonando, pero supuso que le gustaba a Lance, así que le gustó y se mantuvo callado disfrutando del momento.

Él silencio se mantuvo durante el resto del tiempo y así simplemente las horas de castigo, para ambos, se pasaron volando. No ocurrió ningún desastre. Tan solo ellos escuchando música juntos.

°°°

—¿Shiro pasará por ti? — preguntó a Lance, a lo que Keith negó con la cabeza. —¿Vamos juntos entonces? tu casa me queda de paso.

Una vez que ambos estaban frente a la casa de pelinegro —era la más cercana a la escuela— se miraron y mantuvieron el silencio durante unos segundos.

—Siento si te besé en la fiesta de Halloween. — soltó —Nunca quise hacerte sentir incómodo y la verdad es que extraño molestarte.

Keith pudo sentir como casi se le detienía el corazón.

—También extraño molestarte, idiota. — el apodo hizo reír a Lance y Keith dirigió su mirada hacia sus pies. —Y no te preocupes por lo del beso.

—¿Todo bien entonces?

—Todo bien.

Lance lamió sus labios y dio una muy fugaz mirada a los labios de Keith, luego miró los ojos azules del pelinegro y le dio una última sonrisa antes de comenzar a alejarse.

Tal vez, sólo tal vez, Lance quiso besar Keith. Y tal vez, sólo tal vez Keith también quiso besar, otra vez, a Lance.

Cuando entró a su casa se dio cuanta que Shiro aún no había llegado, así que corrió a su habitación y una vez en ella se lanzó sobre la cama. Una gran sonrisa apareció en sus labios y escondió si rostro entre las almohadas. Era la primera vez que Keith sentía que nada había sido un desastre.

°°°
@sweetnicte

𝘿𝙞𝙨𝙖𝙨𝙩𝙚𝙧 |𝖪𝗅𝖺𝗇𝖼𝖾|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora