Capítulo 7 - Uno y todos

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🎧 Quieres - Aitana, Emilia, Ptazeta

"No quiero presionarte pero tus ojos no mienten"

Abril

Guardo los papeles de la entrevista que acabo de hacerle a Morata, dando por finalizado el trabajo por hoy. El calendario marca el 23 de noviembre, un día crucial: la selección española se enfrenta a Costa Rica en su primer partido en el Mundial. Es el pistoletazo de salida, el inicio de un sueño; los jugadores se debaten entre el miedo y la ilusión.

Salgo del despacho que me han habilitado durante estas semanas, arrastrando los pies. Estos días han sido frenéticos: adaptarse a los horarios impuestos por el míster y el equipo no ha sido tarea fácil. El cansancio hace acto de presencia mientras salgo al campo de entrenamiento, dónde los chicos están acabando los ejercicios de relajación.

- Luis Enrique. – agito la carpeta con los resultados de las pruebas psicológicas que he estado realizando estos últimos días. – Te dejo aquí los resultados, ¿vale? Cualquier cosa que necesites, me avisas.

Luis Enrique me agradece la rapidez de mi trabajo mientras sigue vigilando los movimientos de los jugadores. No puedo evitar echar un vistazo rápido que intenta ser disimulado. Mi intento se queda justo en eso; un intento. En el momento en el que Luis Enrique los manda a vestuarios, mis ojos viajan solos a un cierto canario que ha decidido provocarme un ataque cardíaco quitándose la camiseta en mitad del campo. Sus manos tiran del borde de su camiseta mientras recorre mi rostro con su mirada, provocándome.

Me muerdo el labio inferior sin poder evitar deleitarme en su torso y sus brazos; los músculos trabajados y marcados. Una sonrisa vacilona hace acto de presencia en la cara de Pedri y yo tengo ganas de matarlo y comérmelo a besos. Las dos cosas a la vez.

- Eh, estoy aquí arriba. – siento unos dedos acariciar mi barbilla, obligándome a levantar mi mirada y conectar mis ojos verdes en los suyos, marrones. – ¿Estás bien?

- Mira este. – resoplo mientras aparto el flequillo de mi cara, sintiendo un calor abrumador instalado en mis mejillas. – Pues claro que estoy bien. Perfectamente. ¿Por qué no habría de estarlo?

- Abril. – Pedri sonríe, haciendo que sus hoyuelos salgan a la vista. – Respira, cariño. Vas a empezar a hiperventilar en cualquier momento.

- Vete a la mierda, Pedri.

Voy a darme la vuelta cuando siento su mano agarrando mi brazo; su roce hace que un estremecimiento recorra mi cuerpo de pies a cabeza. ¿Qué coño me pasa hoy?, pienso.

- Fuera de coña. – Pedri deja su mano en mi brazo y traza círculos distraídos en él mientras se acerca aún más a mí. – Tienes mala cara. Y siento que hace días que no hablamos, que no nos vemos. Al menos no todo lo que me gustaría.

- Qué exagerado eres, Pedrito. – sonrío irónicamente mientras él frunce el ceño y levanta sus cejas. – Comemos juntos todos los días. Ya sabes que desde que llegamos, todo ha sido una locura, no hemos tenido tiempo ni de respirar.

- Comemos juntos tú, media plantilla más, y yo. – Pedri susurra mientras pasa su mano por el pelo, despeinándose los mechones que le caen sobre la frente, sudorosos por el esfuerzo del entrenamiento – Cena conmigo hoy, Abril. Solos tú y yo. Por favor.

Mi corazón se salta al menos tres latidos mientras los nervios de Pedri aumentan, esperando mi respuesta. Mi mente es un torbellino rebosante de preguntas, que aparentemente, no tienen solución: ¿Me está pidiendo una cita? ¿Y si nos pilla la prensa? ¿Qué significa la desesperación que tiñe su voz?

- ¿Y el partido? – formulo la única pregunta que soy capaz de decir en voz alta. – Sé cómo os afecta ganar o perder y supongo que en el Mundial todo eso se multiplicará por mil. ¿Y si perdéis? No te va a apetecer cenar conmigo después de eso y no quiero que sea un compromiso porque...

Derribando tus barreras || Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora