A VECES ES MEJOR HUIR QUE QUEDARSE

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-¿Addison estás bien?-me preguntó Elisabeth al ver que no reaccionaba. Estaba tan sorprendida por la bofetada de Derek que no la escuché.

-Addison, cariño respóndele a tu hermana-dijo agarrándome la mano. Inmediatamente al sentir su mano agarrando la mía volví a la realidad. 

-Sí, estoy bien.-dije sonriendo para que no se preocupara, pero obviamente la marca que se me quedó en la cara y mi voz que se partió a mitad de la frase decían lo contrario.- Bueno, habrá que ir organizándolo todo ¿no?

A pesar de que intentaba fingir que no pasaba nada y de que estaba bien, todos se me quedaron mirando extrañados menos Elisabeth y Carol. Ellas me miraban con cara de pena, incluso de miedo. Quise preguntarle a Carol por qué debía huir, quién era esa persona en la que no podía confiar. No me hizo falta preguntarle porque al verle la cara entendí que esa persona de la que me avisó, era Derek.

-Am, claro. Sí tienes razón, vamos al salón para poder estar más cómodos.-dijo Harry cortando el silencio incómodo que surgió en ese momento.

-Voy a hacer un café para todos, ¿Os parece bien?-pregunté, a lo que la mayoría me dijeron que sí.

Mi objetivo era evitar a Derek lo máximo posible, necesitaba volver a ser consciente de lo que pasaba y pensar claramente. Para ello necesitaba tiempo a solas, pensé en después de ir con Elisabeth a hablar con Dios escribirle a Abby para ir con ella y de paso con Eric y Richard a tomar un café y luego ya lo que surgiera. Esa idea la descarté por completo al recordar que a Derek no le gustaba que pasara tiempo con Abby, Eric y Richard. ¿Por qué no podía pasar tiempo con ellos? Al fin y al cabo eran mis amigos, no tenía sentido que se enfadara por eso ¿no?, o es que a lo mejor sencillamente me estaba volviendo loca y solo sobre pensaba las cosas. Sentí que todo eso me sobrepasaba. Puse la cafetera italiana llena de agua en la vitro y esperé a que el café se hiciera. Cuanto más pensaba más me daba cuenta de que Derek no era la persona que yo pensaba, pero no podía dejarle en ese momento. Me daba muchísimo miedo, esperaba que Derek se cansara de mí y me dejara o poder encontrar un buen momento para irme a Washington, a Texas, a California, a Seattle o a donde fuera. 

-¿Qué tal va el café?-dijo Carol mientras entraba en la cocina y me miraba preocupada. Al escucharla salte del susto pero al ver que era ella me relajé.

-Eh, va bien. En unos 5 minutos aproximadamente os llevo los cafés.-dije poniéndome recta.

-Que bien, supongo que sabes que no he venido para hablarte de eso-dijo acercándose y sentándose en una de las sillas de la isla que había en la cocina. Yo asentí por lo que siguió hablando- Probablemente ya sepas de quién te he estado hablando hace un rato. Mira, no te voy a mentir yo también estuve en tu misma situación hace unos años.

-¿Qué? ¿Lo dices de verdad?-pregunté sorprendida.

-Sí, verás. Mi madre era la diosa de la creación, la cuál se enamoró y después se caso con mi padre Satanás. Aún sigo sin saber el motivo pero no me sorprendería que mi padre la hubiera obligado a ello. Todo comenzó cuando yo solo tenía 5 años más o menos, mis hermanos estaban demasiado ocupados estudiando y entrenando para gobernar el infierno. Yo como era una niña no tenía derecho a heredar el trono, así que para no aburrirme pasaba tiempo con mi madre. Ella siempre me hablaba de lo bonito que era el cielo, a pesar de que sabía que yo nunca podría verlo por ser hija del rey del infierno. También me contaba cuentos, me enseñó a leer, a escribir y a defenderme por mi misma, pero como siempre todo lo bonito siempre se acaba.-dijo Carol, se quedó un rato en silencio y siguió con la historia- Mi madre estaba muy enferma y como siempre yo era la única que iba a visitarla y que pasaba el tiempo hablando con ella o haciendo cualquier otra cosa que ella quisiera. Finalmente llegó el momento en el que ella murió, mi madre era muy poderosa y mis hermanos se peleaban para saber a cual de los dos le había dejado de herencia sus poderes. Ellos dos junto a mi padre solo aparecieron en el funeral por el testamento, lo único que les interesaba de mi difunta madre eran sus poderes. -vi que Carol estaba conteniendo las lágrimas y le dije:

-Oye, puedes llorar si quieres no pasa nada. Si necesitas un hombro en el que llorar estoy aquí para ayudarte en lo que sea- dije con una gran sonrisa, a lo que ella sonrío.

-Bueno, la cosa esta en que al final mi madre me dejo los poderes a mí. Yo estaba muy sorprendida y mis hermanos me miraban con mucha envidia, hasta parecía que no entendieran el porqué me dejaba algo tan valioso. A sus ojos yo solo era una niñata inútil y débil, pero mi madre me dejó esos poderes para que demostrara mi fuerza y que les hiciera ver que no todas las chicas tienen que ser unas "princesitas". Mi padre me exigió varias veces que le diera mis poderes a uno de mis hermanos o a sí mismo, pero yo siempre me negaba. Por ello empezaron a acosarme y a hacerme la vida imposible, varias veces pensé en huir y desaparecer por completo. Pero, obviamente no soy una persona que pase desapercibida. Aguante varios años así, hasta hace relativamente poco hace un año más o menos. Tú y Derek ya os conocíais él empezó a pasar tiempo conmigo, lo cual me sorprendió. Me hablaba mucho de ti y como yo no iba a los institutos de humanos pensé que serías una chica maravillosa. Al final pasó algo que a mí nunca se me habría pasado por la cabeza, me enamoré de Derek.-dijo y yo inmediatamente grité.

-¿Cómo que te enamoraste de Derek? Eso es imposible, no puedes enamorarte de tu propio hermano- me acerqué un poco más al fogón y lo apagué. 

-Déjame que termine, ¿De acuerdo?-insistió Carol a lo que yo asentí con la cabeza.

-Él me dijo que sentía lo mismo, pero obviamente no era verdad. Satanás me hizo creer que sentía algo por él y Derek simplemente me siguió el rollo. Al final, cegada por el "amor" que sentía por mi hermano me convencieron para que le diera mis poderes a Derek. Había venido para avisarte antes de que a ti te hiciera lo mismo, pero he llegado demasiado-dijo Carol y al darme la vuelta vi a Derek pegándole en la nuca y dejándola inconsciente. 

Me quedé paralizada del miedo y Derek se acercaba cada vez más a mí. "Muévete Addison, corre huye de aquí" pensé pero mis piernas no se movían.  Para cuando conseguí mover una de mis piernas, ya tenía a Derek frente a mí. Le supliqué llorando que no me hiciera nada, intenté mentir diciendo que Carol no me había dicho nada. De repente los ojos de Derek pasaron de ser verdes a ser rojos como la sangre y me dijo:

-Posthac, Addison, non memini alapam quam tibi dedi aut quod Carolus tibi narravit. Omnia ut semper fuerunt.- en latín que significa "A partir de ahora Addison no recordaras la bofetada que te di ni de lo que te ha dicho Carol. Todo será como ha sido siempre."- Lo siento Addi, no quería hacer esto pero no me dejas otra opción.

Después de eso me desmayé y a partir de ahí lo que dijo Derek se cumplió. Ya no recordaba ni la bofetada ni lo que me contó Derek. Pero todo lo demás sí lo recordaba, al despertarme hablé con los demás y al parecer ellos tampoco recordaban nada, menos Carol. Ella miraba a Derek con odio y miedo a la vez.




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