Capítulo 10

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Dani

Estaba rebuscando en mi armario cuando oí el ruido de algo cayéndose al suelo. Me giré y contemplé un CD de Queen en el suelo, con la tapa abierta, y a mi mejor amigo mirando hacia otro lado, como quien no quiere la cosa.

- No disimules, idiota - le espeté, mientras volvía a mi armario - . ¿Qué te pasa con mis cosas? Siempre con la manía de tocarlo todo cuando vienes.

Gio se rió, y me abrazó por detrás, levantándome del suelo.

- Siempre tan simpática - dijo, y me bajó de nuevo.

Me deshice del abrazo y saqué del cajón un top azul y se lo mostré. Torció el gesto.

- Ese no. Busca otro.

Guardé la prenda de nuevo y continué buscando. Gio comenzó a silbar una canción y sentí cómo revolvía entre las cosas de mi escritorio.

- Estás pesado, ¿eh? - exclamé.

Conocía a Giovanni desde los seis años, cuando habíamos coincidido en primero de primaria. La primera vez que nos vimos, él acabó con un diente menos y yo con el labio partido; nos peleamos por un juguete y acabamos castigados los dos. Desde ese día, sorprendentemente, nos convertimos en uña y carne, y llevábamos siéndolo doce años. Había sido mi mayor apoyo durante toda mi vida, junto con mis padres, por supuesto. Gio había estado conmigo en todas mis épocas difíciles, así como yo había estado en las suyas. Lo quería muchísimo, pero siempre lograba sacarme de quicio, aunque realmente eso era la esencia de nuestra amistad.

Nos encontrábamos en mi cuarto, yo escogiendo la ropa que me pondría para la fiesta y él ayudándome con ello, pero en el proceso estaba intentando molestarme tocando todo lo que encontraba en la habitación.

Le enseñé un vestido verde que me había regalado mi tía años atrás. Se pasó una mano por su cabeza rapada, y negó con el ceño fruncido.

- Orribile.

Gio era de Sicilia, Italia, pero llevaba en España desde los cinco años. Hablaba español perfectamente, pero aún a los dieciocho conservaba un ligero acento italiano que a mí me encantaba, y que le servía de perlas a la hora de ligar. De vez en cuando se le escapaban palabras o frases en italiano, sobre todo cuando quería expresar algo. En este caso, que no le gustaba mi vestido; en realidad, a mí tampoco me hacía demasiada gracia.

Saqué un top negro sin mangas, de mis favoritos, y se lo enseñé. Gio se puso las manos en la cintura.

- Definitivamente, ponte eso. Te hace resaltar los ojos.

- ¿Desde cuando el negro resalta el marrón?

- Desde que te lo digo yo, que soy tu estilista personal.

Puse los ojos en blanco, divertida, y fui al baño a maquillarme. No me encantaba, pero en ocasiones especiales solía ponerme un poco de rímel y, si acaso, pintarme los labios. Consideré aquella noche una ocasión especial, Sara iba a estar allí y quería hablar con ella, aunque solo fuese para saludarla. Cuando terminé de maquillarme, volví a mi habitación y encontré a Gio tumbado en la cama.

Él se había puesto una camiseta negra ancha y unos vaqueros claros, en su línea de no arreglarse jamás sin importar cuál fuera la ocasión. Al oírme entrar, se incorporó y me miró de arriba a abajo. Arqueó una ceja y silbó.

- ¿A quién quieres impresionar esta noche, Frankfurt?

Rodé los ojos. Siempre me llamaba apodos de cosas alemanas, por los orígenes de mi madre. Frankfurt era uno de sus favoritos.

- ¿Por qué iba a querer impresionar a nadie? - contesté, algo brusca.

- Vamos, la última vez que te maquillaste fue cuando quedaste a solas por primera vez con Judi. Estuviste como dos horas en el baño.

Una sola miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora