𝐓𝐫𝐨𝐧𝐨 𝐈𝐦𝐩𝐞𝐫𝐢𝐚𝐥 [Sigzai]

Capítulo 4

Akutagawa Ryūnosuke, uno de los condes del imperio Mijáilovich, valiente y fuerte guerrero se encontraba teniendo una “Tranquila” mañana tomando el té en su mansión junto a su hermana pequeña, Gin Akutagawa.

La mañana había sido extrañamente pacífica, pero esa paz y tranquilidad no duro mucho, puesto que pronto llegarían el tan hablado baile de máscaras que auspiciaría el emperador.

Al joven no le interesaba mucho ya que sería otro aburrido baile dónde tendría que acompañar a su prometida Higuchi.
Pero el mayor de sus problemas ya lo estaba causando ese evento... La persona que iba a acompañar a Gin.

–No le voy a cancelar hermano!

–Debí matar a ese tipo en cuanto llego en la entrada

Una vena se saltaba en la frente del Pelinegro, hace uno días un joven de su división de caballeros había llegado a la mansión y Gin lo había recibido, ya que al parecer tenían asuntos que atender entre ambos.
Lo que no esperaba era que Tachihara Michizō haya ido para pedir ser el acompañante de la joven Gin Akutagawa y ella aceptará.

El conde se iba a encargar de que el pelinaranja no se le acercara a su hermana aunque tuviera que lastimarlo por accidente mientras entrenaban.

De pronto, llega una sirvienta, notificando la llegada de un hombre extraño que se hizo llamar “El antiguo maestro” del conde.

Rápidamente el joven conde se levanta para recibir el mismo al hombre que lo vino a buscar, sin importarle dejar sola un momento a su hermana.

–Dejenlo pasar y llevenlo a la sala inmediatamente!

Exclamó y los sirvientes obedecieron, hicieron pasar a Dazai a la sala de invitados, dónde ya lo estaba esperando el Pelinegro, ansioso por poder hablar con el.

–Mucho tiempo, Ryūnosuke

Saluda el castaño y toma asiento frente a Akutagawa, el contrario ya había ordenado a los demás sirvientes dejarlos solos.

Osamu cruza sus piernas y mira directamente al conde, quien una vez fue su estudiante, antes de recibir su título.

–Supongo que sabes que estoy aquí para pedir un favor, me lo podrás cumplir?

Su tono era una mezcla entre serio y juguetón

–Por supuesto sr. Dazai! Yo le debo mucho a usted...

Akutagawa hace una pausa, Dazai fue su maestro de esgrima cuando era más joven y nunca lo pudo complacer, aunque por años se haya esforzado por ser un buen espadachín, aunque haya derrotado a miles de contrincantes nunca pudo vencer a Osamu Dazai en un duelo de esgrima. Y un día simplemente el castaño dijo que ya no tenía nada que enseñarle, a lo cual Ryūnosuke lo tomo como que el era un caso perdido.

Desde que su maestro se fue un gran vacío había invadido al Pelinegro y hasta el momento nunca había parado de seguir entrenando para así algún día Dazai le dijera que hizo un buen trabajo y hoy, ese hombre al que tanto quiere enorgullecer está enfrente suyo, pidiendole un favor.

No creía que esa oportunidad se fuera a repetir en algún momento, sin importar que fuera el favor que vaya a pedirle el castaño lo iba a cumplir, pero a cambio de algo.

–Puede decirme qué es ese favor? Si está en mis capacidades lo haré.

Aunque eso fue lo que dijo, sabía muy bien que movería cielo, tierra y mar para hacerlo posible y así poder tener una excusa para que Dazai se quede allí.

–Pues...

–Pues?

El castaño sonríe, tenía un buen y un mal presentimiento al mismo tiempo, pero realmente no importaba si conseguía estar cara a cara con el bicolor.
Se inclina un poco en su lugar, mira fijamente a Akutagawa y continua hablando.