Capítulo 15

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La condición de Sigma no daba señales de que mejoraría, haciendo crecer la ansiedad de Dazai al estar de manos atadas sin poder ayudarlo.

El chico seguía haciendo muecas de dolor y de vez en cuando movimientos de cuerpo, como si de espasmos se tratase, Dazai para calmar la fiebre le puso un trapo mojado con agua fría en su frente y se sentó nuevamente a su lado, vigilando cualquier cambio que se presentará en el.

–En qué estarás soñando?

Pensó para si, en realidad no sabía si el bicolor siquiera estaba soñando, si estaba inconsciente o simplemente no podía abrir los ojos pero lo escuchaba.

–Bien, ¡sigamos!

Dijo el castaño, ahora en voz alta, decidido que al menos una medicina de hierbas podría hacer para aliviarle el dolor al contrario, tal vez no sería de gran ayuda pero si podía hacerle pasar la noche sería un logro para si mismo.

Bajo hasta la planta baja de la cabaña y recogió todos los materiales necesarios para hacer la medicina y los subió hasta la habitación para así poder cuidar de Sigma mientras maniobra con las hierbas.

–Debería rezar para que no salga algo venenoso?...

Después de un rápido momento de silencio, pensando en lo que había dicho se respondió solo a la conclusión más lógica para el.

–Nah, igual los Dioses nunca escucharon mis plegarias...

Dazai se puso manos a la obra, en cambio Sigma seguía reviviendo en sus sueños aquellos días dónde sus tormentos comenzaron.

El bicolor vagamente recordaba su infancia, su madre siempre le decía que se quedará en su habitación, que no hablara con extraños y que si se aburría que leyera algún libro que Kouyou le proporcionaba.

La pelirroja solía hablarle de cómo era la vida fuera del palacio, haciendo la imaginación del niño volar, su curiosidad aumentaba y las ganas de salir del palacio eran cada vez mayores.

–¡Algún día debemos ir juntos al pueblo Kouyou!

Exclamó con inocencia e ilusión el menor, siendo escuchado por su madre y así desatando su enojo sin saberlo.

–¿¡QUÉ CREES QUE LE ESTÁS ENSEÑANDO!?

–Ah- Señora lo lament-

Antes de que la dama de honor pudiese terminar su oración la palma de la noble golpeó el rostro de la pelirroja, dejando una marca roja en esta.

–Señorita Kouyou!

Grito el infante al ver tal escena, se acercó lo más rápido que pudo sujetando parte de la falda del vestido de la mujer, mirando entre lágrimas a su madre.

–Ma-madre pe-perdoname, es m-mi culpa, no de Kouyou

Suplico entre tartamudeos, ella se acercó al niño y le tomo del brazo, alejándolo de la más joven con fuerza.

–Escuchame Sigma, tu serás el emperador, debes serlo, no sabes lo mucho que he estado trabajando para mantenerte vivo y sentarte en el trono imperial, recuérdalo bien porque es lo único que importa, no aquella vida de plebeyos, el palacio es dónde perteneces!

La mayor había puesto sus manos en los hombros del bicolor, enterrandole las uñas mientras lo obligaba a mirarla, el niño coloco sus manos sobre los brazos de su madre, esperando que esta lo soltará al darse cuenta de la expresión de dolor en su rostro.

Y como tal, ella lo soltó, dándole una última mirada a la dama de honor que no se había atrevido a levantar la mirada ante su presencia.

–Espero que lo de hoy haya sido una lección para ambos

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⏰ Última actualización: Jan 19 ⏰

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𝐓𝐫𝐨𝐧𝐨 𝐈𝐦𝐩𝐞𝐫𝐢𝐚𝐥 [Sigzai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora