Prólogo.

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La tormenta de problemas ya había terminado, ahora solo quedaba unos ligeros vientos con gotas cayendo sobre sus corazones.

Thiago y Dafne no eran el claro ejemplo de las almas gemelas, tampoco el prototipo de una relación perfecta.

Y aunque eso no existía en ambos le pusieron definición a lo que ellos dos sintieron; a lo que ellos crearon.

Ella dió un suspiro melancólico, al verlo tras su puerta.

—No puede ser, ay no, estás aquí. — lanzándose a sus brazos, dejándole en claro lo mucho que necesitaba estar en los brazos de él.

Ambos se abrazaron fuerte, hasta quedar sin aire.

En un silencio cálido, suspiros de melancolía y felicidad por parte de ambos.

Ella rompe el abrazo secando sus lágrimas y lo mira fijamente perdiéndose en los ojos cafés de este chico — ¿Cuantos meses para esto? ¿4 no? — Con el seño confuso y una ceja arqueada.

Él jugaba con las manos de ella.
Entrelanzandolas teniendo agarre como cadenas — Si, 4 meses para volverte a ver.

Se postró en la pared estando ella de frente.

— ¿Sabes que? — susurró cerca del oído haciendo que ella se estremeciera por completo a su voz baja y ronca.

— Dime — musitó suave con voz cálida y gimiente.

— Cada vez que la veo me dan ganas de hacerla mía, de palparla, de acariciar cada rincón de ti — musitando en el oido de la chica con una mano en la cintura de esta y la otra detrás de su cuello.

— ¿Ah sí? — Respondió sin más acariciando suavemente la parte baja del cuello de él haciendo que al hablar sus labios rozaran los de el.

Se fueron al lado más oscuro del pasillo haciendo que el bombillo que se enciende automaticamente por movimientos no los molestara.

Él la acorrala a la pared que divide las escaleras a los otros pisos, haciendo movimientos leves en su entrepiernas, sintiendo lo húmeda que estaba por encima de la ropa.

— Ay si — suspira poniéndose de puntas intentando aguantar para no hacer ruido.

Él mete sus dedos a su boca para luego llevarlos abajo, haciendo movimientos que satisfacían a la dulce criatura con ganas de más.

— ¿Y si me secuestra? — Rechistó ella haciendo que sus mejillas ardieran por lo que pensó y salió en voz alta.

Mirándola detenidamente con cara de picardía — Alistese y dígale a su padre que saldrá conmigo.

Afirmando con la cabeza la chica entra a su depa a ducharse y alistarse.

Minutos despues tocan la puerta y abrió. Era él.
Le faltaban los zapatos — Ven, pasa y me esperas — dijo casi que corriendo ella.

— Buenas noches señora Yash, ¿Cómo está, como se encuentra? — dijo nervioso ante la presencia de su madre.

— Hola mijo — Dijo entusiasmada. — Muy bien, gracias, ¿Tú cómo vas? musitó.

— Bien bien, gracias a Dios, me alegro mucho por usted señora Yash, bueno, mi visita es porque me voy a robar a su hija — dijo riendo para cortar el nerviosismo en su voz.

— ¿Si? ¿Y a donde? — respondió con una ceja arqueada y brazos cruzados.

— A comer unas arepas de aquí arribita — pensó rápidamente.

— ¿Ya? ¿Nos vamos? dijo ella cortando la tensión y miradas asechadoras de su madre.

¿Quien lo diría? que después de eso una tormenta llegaría en sus mentes haciendo turturas y más espinas salieran de la rosa.

Tenías que ser tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora