19. Los chismes de Gryffindor y el rencor de Severus

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19. Los chismes de Gryffindor y el rencor de Severus.



—¡AAAAAAAAAAAAAAGH! ¡NOOOOOOOOOOOO!

Natasha casi terminó pegada al techo de su habitación individual. A su lado, Mick Sweather —con quién tenía una pequeña aventura de una noche—, se despertó igual de sobresaltado que ella y cayó al suelo, enredado entre las sábanas, obviamente desnudo.

—¿Ese grito fue de Ron Weasley? —preguntó Sweather, aturdido.

—Sí. Estoy segura de que es él—le aseguró Natasha, mientras le arrojaba su ropa a la cara y se encerraba en el cuarto de baño, para quitarse la bata de seda y las bragas de encaje. Como dormía cada vez que estaba en compañía de un chico.

Se puso el uniforme de Hogwarts y se ajustó la insignia de prefecta en el pecho. Y abrió la puerta del baño, saliendo descalza y en puntas de pie, yendo así al armario. Buscando unas calcetas grises y decentes, poniéndoselas ipso facto. Después se colocó sus zapatos, y se puso la corbata a rayas rojas y doradas.

Se rocío de perfume y siguió a Sweather, que comenzó a caminar por los pasillos de los dormitorios de los chicos a paso apresurado.

Natasha quedó afuera del dormitorio, que Harry compartía con Ron Weasley, Seamus Finnigan, Dean Thomas y Neville Longbottom. Escuchando atentamente todo lo que decían.

Ron estaba incorporado en la cama, con las cortinas echadas a un lado y una expresión de pánico en el rostro.

—¡Black! ¡Sirius Black! ¡Con un cuchillo!

—¿Qué?

—¡Aquí! ¡Ahora mismo! ¡Ha rasgado las cortinas! ¡Me ha despertado!

—¿No estarías soñando, Ron? —preguntó Dean.

—¡Mirad las cortinas! ¡Os digo que estaba aquí!

Todos se levantaron de la cama; Harry fue el primero en llegar a la puerta del dormitorio. Se lanzaron por la escalera. Las puertas se abrían tras ellos y los interpelaban voces soñolientas:

—¿Quién ha gritado?

—¿Qué hacéis?

—¿Se encuentran bien? —les preguntó Sweather.

La sala común estaba iluminada por los últimos rescoldos del fuego y llena de restos de la fiesta. No había nadie allí.

—¿Estás seguro de que no soñabas, Ron?

—¡Os digo que lo he visto!

—¿Por qué armáis tanto jaleo?

—¡La profesora McGonagall nos ha mandado acostarnos!

Algunas chicas habían bajado poniéndose las batas y bostezando.

—Estupendo, ¿continuamos? —preguntó Fred Weasley con animación.

—Fred, por favor, esto es un asunto serio—le amonestó Natasha, con el entrecejo fruncido.

—¡Todo el mundo a la cama! —ordenó Percy, entrando deprisa en la sala común y poniéndose, mientras hablaba, su insignia de delegado en el pijama.

—Percy... ¡Sirius Black! —dijo Ron, con voz débil—. ¡En nuestro dormitorio! ¡Con un cuchillo! ¡Me ha despertado!

Todos contuvieron la respiración.

—¡Absurdo! —dijo Percy con cara de susto—. Has comido demasiado, Ron. Has tenido una pesadilla.

—Quizás, o tal vez Ron lo vio de verdad—le discutió Natasha.

Cassiopeia Orwell y el prisionero de Azkaban [LPDMM #03]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora