22. El secreto que enfureció a Hermione y la cita secreta de Regulus Black.

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22. El secreto que enfureció a Hermione y la cita secreta de Regulus Black.




—¡Oye, Burkes! ¡Deberías pensar en quitar a las mujeres de tu equipo! —le gritó un imbécil de séptimo curso de Gryffindor, mientras que sus amigos le festejaban la estupidez.

Matt apretó los puños, tratando de tranquilizarse y no hechizarlos, suficientes problemas tenía ya, como para sumar el estar castigado.
Habían perdido frente a los Gryffindors por primera vez en más de seis años. Y no era un simple partido de inicio de año, tuvo que ser la maldita final de Quidditch. Cuando la copa estaba en juego.
Y además, Cassiopeia se había desaparecido después de haber perdido. Lo que le confirmaba que se sentía avergonzada, aunque por extraño que parezca, la molestia del pelinegro, no era con ella, para variar. Su furia era con Derrick, Flint, Montague, Pucey y Bletchey, que habían conspirado en su contra, para jugar sucio en el partido final. Así que, como buena serpiente que era, iría a ver a su jefe de Casa, Severus Snape.

¿Querían ver cuán cabrón podía llegar a ser? Pues bien, esa tarde se los demostraría.

Tocó la puerta del despacho de su jefe de casa, y esperó a que este le permitiera ingresar. Sabía que lo que le diría le enfurecería, pero era una decisión que a él le correspondía tomar. El resultado del último partido había sido un desastre. Los estúpidos Gryffindors habían ganado y eso, era una absoluta afrenta para Matt.

—¡Adelante! —dijo el profesor Snape, con su típica voz seria.

Matt ingresó al despacho de Snape, quién se hallaba firmando unos pergaminos en ese momento, y sin levantar la mirada de su trabajo, le dijo:
—Es extraño verlo aquí, señor Burkes. ¿A qué se debe su inesperada visita?

—Es por lo ocurrido en el partido de hace una semana, señor—le dijo Matt, parándose recto frente a él.

El profesor Snape apartó sus ojos de lo que estaba haciendo y los clavó en su alumno. Qué le miraba con esa típica seriedad que lo caracterizaba. El hombre era perfectamente consciente de que el actuar del equipo de Slytherin había sido una completa vergüenza, y que las faltas que habían cometido, habían provocado que la señora Hooch les diera tantas oportunidades a los Gryffindors, así fue como se preparó para escuchar las peticiones de Matt Burkes.

—Quiero tener el puesto de Flint cuando se vaya este año y voy a sacar a los involucrados en sus viles maniobras del equipo, profesor Snape—le informó, más que le pidió, con unos ojos refulgentes de algo mucho más peligroso que la ira.

—Señor Burkes, sé qué está un poco dolido en su orgullo por perder la Copa, ¿pero no cree que sus medidas son exageradas? —le preguntó al chico, que parecía bastante enfadado.

—Profesor, estos individuos fueron quiénes evitaron que pudiéramos ganar. Les dieron las armas que les hacían falta a los Gryffindors para vencernos como simples aficionados. ¿Me va a decir usted que no tiene sed de venganza? —le preguntó Matt a su jefe de casa, de manera retórica, siendo completamente consciente de lo que estaba haciendo.

—Por supuesto que estoy molesto por el resultado, señor Burkes. No me pareció para nada justo lo que ocurrió. —Admitió el profesor Snape, mientras miraba a su alumno.

—Entonces, profesor Snape, considero que sacar a esos individuos y reemplazarlos, no parece algo descabellado, ¿verdad? —le preguntó Matt, sonriendo de forma leve.

Su jefe de casa suspiró un poco y asintió, dándole la razón al chico de los cabellos negros. Matt estuvo a punto de gritar de la felicidad. Pero prefirió mantener la compostura y hacer una suave reverencia hacia el hombre.

Cassiopeia Orwell y el prisionero de Azkaban [LPDMM #03]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora