27. Besos de dementores y patronus.

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27. Besos de dementores y patronus.




La conmoción por las palabras pronunciadas, fue inmediata. Cassiopeia volteó a ver a Regulus Black, con sus ojos salidos de sus órbitas. Niko y Karen la sostuvieron, pero antes de que pudieran detenerla. Ella ya se había transformado en un enorme dragón, que escupió fuego hacia el profesor Black. El hombre corrió por el pasillo, huyendo de las llamas y llegó hasta el túnel, Harry Potter parecía ir a la cabeza, pero a Regulus no le importó. Únicamente deseaba llegar hasta dónde estaba su pareja.

—¡Remus, Remus, Cassiopeia incendió el maldito lugar! —gritó Regulus, tomando su mano y corriendo al principio de la fila.

—¿Qué? —preguntó Remus, realmente alarmado.

Atravesaron los terrenos del colegio en silencio, con rapidez. Matt iba de la mano de Hermione, maldiciendo a Cassiopeia, que avanzaba entre rugidos y bolas de fuego, salidas de su boca. Las luces del castillo se dilataban poco a poco. Snape seguía inconsciente, fantasmalmente transportado por Sirius, con la barbilla rebotándole en el pecho. Y entonces... Una nube se desplazó. De repente, aparecieron en el suelo unas sombras oscuras. La luz de la luna caía sobre el grupo.

Snape tropezó con Lupin, Pettigrew y Ron, que se habían detenido de repente. Sirius se quedó inmóvil. Con un brazo indicó a los niños que no avanzaran.
Matt vio la silueta de Lupin. Se puso rígido y empezó a temblar.

—Amor, no. Tú eres mucho más que esa bestia que habita en ti —le dijo el profesor Black, poniéndose frente a él. Sujetando su rostro entre sus manos.

—¡Dios mío! —dijo Hermione con voz entrecortada—. ¡No se ha tomado la poción esta noche! ¡Es peligroso!

—¡¿Cómo es posible que el profesor Snape, se preocupara más por atrapar a Black, qué dejar suelto un hombre lobo, sin su poción, por los terrenos de Hogwarts!? —dijo Matt, perdiendo los nervios. Merlín, no entendía a los adultos.

—Corred —gritó Sirius—. ¡Corred! ¡Ya!

Pero para gran disgusto de Matt, Potter no podía correr, el idiota se había quedado paralizado. Weasley igual que su torpe amigo, y él... él estaba encadenado a Pettigrew y a Lupin Que saltó hacia delante, pero Sirius lo agarró por el pecho y lo echó hacia atrás.

—Dejádmelo a mí. ¡CORRED!

Oyeron un terrible gruñido. La cabeza de Lupin se alargaba, igual que su cuerpo. Los hombros le sobresalían. El pelo le brotaba en el rostro y las manos, que se retorcían hasta convertirse en garras. A Crookshanks y a Pelusa se les volvió a erizar el pelo.

Matt retrocedió. Mientras el licántropo retrocedía, abriendo y cerrando las fauces, Sirius desapareció del lado de su lado y se fue a proteger a Potter; lo que lo hizo enfadar a Matt un poco, hasta que algo negro entró en su campo de visión. Sirius se había transformado.

El perro, grande como un oso, saltó hacia delante. Cuando el licántropo se liberó de las esposas que lo sujetaban, el perro lo atrapó por el cuello y lo arrastró hacia atrás, alejándolo de él y de Pettigrew. Estaban enzarzados, mandíbula con mandíbula, rasgándose el uno al otro con las zarpas.

Matt tomó a Potter del cuello, que se quedó como hipnotizado, otra vez. Hasta que Cassiopeia hizo acto de presencia, cortándole el paso a Pettigrew. De las fauces del Bosque Prohibido, aparecieron más animales: una leona con el pelaje erizado por el enfado, un águila planeando en el aire. Un carnero, que mostraba sus cuernos y arrastraba sus pezuñas en la tierra. Un pequeño conejillo de indias, moviendo sus bigotes en dirección a Pettigrew. Un escarbato —de unos colores extraños, parecidos a los que tenía Karen teñidos en su cabeza— se deslizaba sobre su estómago, y se plantaba detrás del carnero, hasta lograr subirse a su lomo. Matt vio a sus amigos. A su pandilla. A su manada. Todos reunidos para ayudarlo y sintió un calor parecido a la hermandad, palpitando en su pecho.

Cassiopeia Orwell y el prisionero de Azkaban [LPDMM #03]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora