Historias del Lupin

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Una mujer había entrado a un bar yendo directamente hacia la barra, al lado de ella había un hombre con un cabello algo peculiar.

- Muy buenas noches – saludo la mujer ante el hombre del bastón quien solo sonrió.

- No esperaba que estuvieras de visita en la ciudad – respondió con sarcasmo ante la persona al lado de el mientras la veía jugar con un libro en sus manos.

- Digamos que estoy en búsqueda de nuevas historias y este bar tiene muy buenas, te gustaría conocer alguna – dijo mientras le extendió el libro, este como reflejo tomo el libro con cuidado habría el libro y comenzaba a leerlas.

La primera historia en aparecer fue una historia el, conocía perfectamente quería respetar su privacidad sin embargo el titulo llamo su atención.

No fue tú culpa: Fukuzawa y Mori

El hombre de pelo plateado entraba en aquel lugar con aquella hoja a la mano buscando con la mirada el motivo por el que se encontraba hay.

- Me alegro de que aceptaras mi invitación - Se escuchó la voz del médico desde el fondo del lugar, el hombre solo se acercó quedando parado detrás de él.

- Para que querías verme - dijo con un semblante serio, el hombre solo le tendió una mano para que tomara asiento.

- Primero toma asiento y hablemos con calma - el hombre tomo lugar al lado del mientras ponían una botella de sake en medio de ambos.

- No tengo tiempo para juegos, así que dime qué quieres - el azabache sirvió un poco de sake para ambos mientras tarareaba con alegría.

- Solo quería saber cómo están nuestros hijos ya que tú te quedaste con la custodia de ambos - dijo con la intención de molestar al hombre de pelo plateado.

- Yosano está mucho mejor que cuando estaba contigo - dijo enojado mientras tomaba con desconfianza aquella bebida.

- ¿Y Dazai? Me preocupa como se encuentra ya que tener una hija no es tarea fácil - pregunto mientras jugaba con aquella taza en su mano.

- Se sincero para que me has llamado - dijo con enojo y alzando la voz, sintiendo se avergonzado al sentir las miradas de los pocos clientes del lugar.

- Este solía ser el bar favorito de Dazai, pero tienes razón, no estoy aquí por eso, en realidad quiero arreglar las cosas - dijo sin mirar al hombre a su lado, no tenía el valor de verlo a la cara tras los últimos sucesos sin embargo quería saber si aquel hombre lo odiaba.

- No hay nada que arreglar, lo nuestro jamás sucedió y lo que sucedió en los barrios bajos se queda en ese lugar - dijo mientras se ponía de pie siendo detenido por la mano del azabache.

- Sabes mejor que nadie que lo sucedido ese día no fue mi culpa - el hombre volvió a tomar asiento mientras bajaba la mirada, es verdad que no era su culpa pero entonces por qué estaba tan molesto.

- Se que no es tu culpa, ni tampoco es la mía pero nosotros ya no tenemos nada que ver el uno con el otro - respondió con la voz más tranquila mientras el doctor tomaba sus manos entrelazando sus dedos.

- Al menos me alegro de que retomaras el uso de la espada - dijo mientras se acercaba a besar al hombre a su lado, este no lo apartó ni tampoco le correspondió, era algo que heria profundamente al azabache pero prefería que las cosas fueran así, sin expectativas.

- Lo mejor es dejar todo como está - dijo tras separarse y salir del local, aún se amaban, pero no había lugar para un ellos en sus vidas, tenía personas a las cuales proteger, organizaciones que dirigir y deberes que cumplir.

Un Amor Marchito - SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora