¿IX...?

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La puerta del autobús se había quedado abierta, pero no se podía ver más que oscuridad fuera. Solo estaban Kyosuke y el intruso, que mantenía firmemente una pistola apuntando al primero. A través de aquella máscara de gas negra solo se podían intuir unos ojos blancos y furiosos, los de una persona que no tiene ninguna duda ni problema ante la idea de disparar.

Sin embargo, el albino sonreía con lástima por el extraño, podía deducir por sus decisiones que lo único que sabía de cómo funcionaba el plano de existencia en el que se encontraban era que sus poderes no servían de nada. Era también lo lógico a pensar si uno se fijaba en el cetro que llevaba atado a la espalda y este detalle no había pasado desapercibido para el mayor. Lo reconocía, claro que lo hacía, había visto con sus propios ojos cómo había sido creado. Es más, estaba seguro de saber perfectamente quién era ese hombre que le amenazaba.

– Puedes apuntarme si quieres, pero no te va a servir de mucho – no consiguió que demostrase externamente ningún tipo de sorpresa por esto así que supuso que se estaba haciendo el fuerte – Venga, baja el arma y hablemos como personas normales.

– No puedo.

– ¿Por qué?

– Porque sé que depende de ti que me dejes hacer lo que quiero y, cuando te lo cuente, no vas a aceptar por las buenas.

Hubo unos segundos de silencio que ambos aprovecharon para escrutarse con la mirada. Ninguno demostraba un nerviosismo o una exaltación real, parecía más que estuviesen haciendo alguna especie de trámite tedioso a que realmente uno de ellos estuviese tratando de amenazar de muerte al otro.

Kyosuke soltó un suspiro y se decidió a acomodarse poniendo los brazos sobre el volante, consiguiendo como respuesta automática que el más joven se alterase lo justo para disparar sin dudarlo ni un segundo. Así fue como descubrió que el disparo simplemente atravesó al conductor, haciendo que el cuerpo de éste se glitchease en el proceso. Cuando pasó a volver a parecer una persona en vez de un conjunto de píxeles azules y rojos corrompidos y mensajes de alerta, solo le dedicó una sonrisita vaga a su acompañante. No había ni un solo magullo en su cuerpo, solo podía ver en sus ojos un patrón similar al que había mostrado antes, como si estuviese recomponiéndose del ataque.

– ¿Ves? Eso no te va a servir conmigo, baja la pistola y quítate la máscara, Ferran.

Tragó saliva al escuchar su nombre de la boca de ese ser al que ahora no sabía si debía considerar humano, le tocaba aceptar que debía ponerse de acuerdo sí o sí con Kyosuke. Lanzó la pistola con toda la frustración del mundo al suelo y se quitó la máscara, dejado a la vista su rostro. También se quitó la capucha, descubriéndose así que era pelirrojo y tenía una pequeña trenza al lado izquierdo de la cabeza, en la cual se había puesto unas mechas azul marino.

– Eres la mezcla perfecta entre tus dos padres... Solo que más bajito que ellos.

Le subió una ira inmensa al escuchar lo último y le dieron ganas de reventarle la cara a puñetazos al mayor, pero se acordó de que eso sería inútil y no le quedó otra que tratar de calmarse con unas respiraciones profundas un tanto erráticas. Incluso se puso ambas manos alrededor de la boca, cosa que dirigió la atención del conductor a esa zona específica.

– Quítate los guantes, por favor.

Obedeció a la petición y se descubrió lo que el otro ya intuía: una marca causada por una maldición. Sin embargo, era diferente a la de los demás portadores del poder primigenio relacionados con Kiseki, en aquella versión no estaba Miu y, en vez de haber una redonda más en el centro, se encontró con un triángulo de trazos más gruesos en el que se veía al mismo Ferran. La cosa no pintaba nada bien, eso seguro...

One-shots (2023-????)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora