(2086)
Giovanni alucinaba con la capacidad que tenían los 2 primeros ganadores para dormir dentro de esa torre infernal. Descansaban como si nada, sin darle importancia a lo perturbador de la situación. ¿Era el único al que le daba un terror genuino que un edificio estuviese vivo? ¿No era profundamente asqueroso escuchar esos latidos tan fuertes sin importar en qué zona de la casa se estuviera? ¿Dónde estaban exactamente los órganos vitales de la torre? ¿Realmente quería esa respuesta? Daba igual cuantas veces Ferran se parase a explicarle que eso era normal, que la contaminación mágica era la responsable de que esto hubiese sucedido y que aún tenían que dar gracias porque ese hogar había adquirido los poderes necesarios para protegerles de ese fenómeno mientras estuviesen en su interior.
Se levantó de la cama sin mirar la hora y asegurándose de no hacer ruido, dudando al respecto de si ponerse o no el traje protector y la máscara de gas. No sabía si salir a tomar el aire sería buena idea o, de lo contrario, le deprimiría más: a sus alrededores todo estaba seco y muerto, debería adentrarse más en el bosque para encontrar verde y, hasta llegando a ese punto, se encontraría a criaturas bizarras y deformes. Suspiró al pensar que lo mejor era quedarse entre esas paredes palpitantes, por mucha repulsión y dolor de cabeza que le diesen.
Una vez fuera del cuarto, se quedó tieso frente a las escaleras por los pasos lentos e inseguros que escuchaba, al mirar hacia arriba se encontró con Elmare. La musa iba tocando la pared a su derecha mientras bajaba, siendo incapaz de ver al no tener unos ojos dibujados. Giovanni no podía entender la razón por la que Toshro le dejaría un manchurrón de tinta negra en toda esa zona en vez de dibujarla en condiciones, tampoco por qué dejarla como un esbozo en vez de terminarla una vez se encariñó tantísimo con ella. Dudó en si ofrecerle ayuda durante un rato, esa mujer no dejaba de darle un miedo irracional para lo amable que era.
– ¿De quién son esas respiraciones? – la canosa puso su oreja buena hacia el frente, pues la izquierda tampoco estaba terminada por la mancha.
– Soy yo... – hubo un silencio incómodo en el que ninguno de los dos se movió – ¿Necesitas ayuda?
Un asentimiento leve, casi avergonzado. Subió hasta donde estaba la mujer y la dejó agarrarse de su brazo, sufriendo por haber quedado en el lado de la enorme escalera de caracol que daba al vacío. Le mareaba un poco, incluso si no tenía un especial miedo a las alturas.
– Debería haber imaginado que eras tú, sonabas muy asustado... Siempre lo suenas.
Se encogió de hombros por la vergüenza: eso era verdad. No era la persona más valiente del mundo, si había llegado a ser el tercer ganador no era por más que pura suerte. De hecho, en algunas ocasiones no podía evitar pensar en que debería haber perdido, en que Akina se lo merecía más que él y que se habría ahorrado muchos disgustos y dolores en ese mundo paralelo. Todo habría sido más fácil así, no estaría en esa torre privado del sueño y ayudando a un dibujo a bajar unas escaleras.
– Te pareces mucho a él, ¿sabes? Por lo menos, sonáis igual.
– Ya me lo has dicho, ya...
Nunca sabía qué más responderle cuando sacaba a relucir sus similitudes con Toshro porque él sí había podido verle y físicamente no eran gemelos separados en el tiempo, por expresarlo de alguna forma. No le había visto en movimiento, no le había oído tampoco y tal vez Elmare sí tenía razón cuando hablaba de las formas de respirar y caminar idénticas, lo único que le quedaba era creérsela porque, al fin y al cabo, ella era la que había vivido con el tercer portador durante tantos años.
La guio hasta la entrada, donde ella se soltó cuidadosamente mientras susurraba un agradecimiento, caminando con esa parsimonia y belleza inherentes en ella y tan aturdidoras desde fuera. En momentos como ese era cuando el de gafas pensaba en lo obvio que era que las musas no eran personas reales: eran demasiado etéreas, dolorosamente hermosas, demasiado bellas como para ser humanas normales y corrientes. Incluso cuando él solía sentirse atraído por mujeres muchísimo más hegemónicas que la que tenía enfrente, era innegable que la devoción del pintor por ese tipo de fisionomía menos convencionalmente atractiva y sus trazos eran tan delicados que eso acababa dándoles un aura de indefensión falsa a ellas. Si uno conociese a una musa sin saber cuál era la verdadera naturaleza de ellas, seguramente caería fácilmente en el cuento de que son damiselas en apuros, sin saber en lo que se está metiendo y en que, a diferencia de Elmare, la mayoría eran seres bastante crueles y agresivos.
– ¿Vas a salir tal cual...? – se le escapó la pregunta sola al verla tan desprotegida ante la contaminación mágica.
La mujer se giró con una sonrisita comedida, no queriendo burlarse de él. Cuando hacía eso sus arrugas se acentuaban y, sin embargo, él seguía pensando en que era preciosa. No podía evitar maldecir al artista internamente.
– Cielo, soy un dibujo: la contaminación mágica no puede hacerme nada.
– Pero se lo puede hacer a todo este edificio, podría hacértelo a ti también...
– No te preocupes por mí, las musas somos un concepto demasiado abstracto como para que algo como eso nos afecte.
Seguía dudando para sus adentros, pero la dejó ir. No tenía sentido insistir, era como cuando el primer ganador salía desprotegido ahí y le daba igual tanto a él como al resto de los huéspedes, no tenía la potestad para frenarles. Algo cansado por la falta de sueño y el trayecto, subió hasta la planta más alta, encontrándose así con Ferran y la cuarta ganadora mirando todas esas pantallas que tanto pavor le daban y que evitaba observar más de 2 segundos. Si lo hacía, los flashbacks le atacaban y las ganas de vomitar le podían.
– Si no gana ella me corto una teta, con lo guapa que es... – la mujer soltó ese susurro al aire, siendo acompañado por las risitas bajas del pelirrojo.
En la cama estaban Carla y Grissón, durmiendo como si nada, completamente ajenos al mal en este mundo. El niño abrazaba a la mayor y ella tenía los brazos muertos. Una escena tierna y costumbrista, que le daba envidia porque esa era la zona de la casa en la que más fuerte se oía ese "bum-bum" y, sin embargo, ellos descansaban como si nada.
– ¡Ese Giovanni! – la cuarta ganadora le saludaba con cierta diversión – Ven, que te estás perdiendo un dramón.
– Prefiero no mirar eso, gracias...
– Cagón.
Quiso decirle que, en cualquier caso, el problema radicaba en que ellos eran unos insensibles, pero se lo guardó para sí. No merecía la pena empezar una pelea por la que acabaría llorando.
***
Lo admito: mientras escribía el "Ese Giovanni" estaba sonando como lo dice Jovani Vázquez en mi cabeza ú_ù
Esto lleva escrito más de una semana, pero no sabía si subirlo o no porque no deja de ser un medio spoiler, pero luego me he acordado de que las novelas visuales que escribo sobre este cacho del lore de mis libros no van a salir nunca porque me faltan recursos y habilidades y he decidido que no pasaba nada por poneros a este chaval aquí ;)
Un día también me gustaría hacer el one-shot de cómo Grissón acabó ahí porque es un personaje nacido de un meme muy grande (entiéndase ese meme como Parapa) que ha acabado siendo canon JAJAJAJ
En fin, ahora me toca decidir si otro puñado más de one-shots en mi escritorio deben ser publicados o no, ya veremos (creo que el de Amadeo (ya le conoceréis si lo subo, no os rayéis) sí verá la luz, la verdad) :p
En fin, yo me voy ya porque todavía no he hecho la cama, me he distraído escribiendo y son casi las 11:30, cuando empiezo así es cuando no la hago hasta después de comer y preferiría evitar esto hoy lmaooo
Nos veremos pronto (espero) con más cositas que he ido redactando durante los últimos días, esperad a esta viejita (tenía 19 años y se autoproclamaba vieja viste) y a que las manos le den para más, os quiero :D
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One-shots (2023-????)
De TodoOtro recopilatorio de one-shots sobre mis libros y personajes originales porque el otro ya estaba muy saturado, también los primeros eran de hacía mucho y me gustaría dejar más a la vista cosas nuevas. ADVERTENCIA: Hay mucho contenido sensible en e...