Vacaciones accidentadas

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Un nuevo día comienza en el desértico reino del desierto, más concretamente, en la región de Sarasaland, donde la princesa de dicho reino duerme plácidamente en su habitación junto a su amiga que viene de visita. Por ser la invitada, Peach pasó la noche en la cama de Daisy, acurrucada sobre las almohadas rosadas que se trajo de su habitación mientras reposa su cabeza en la almohada naranja con bordados de margaritas de su amiga. Mientras tanto, ella se encuentra a la par de la cama durmiendo dentro de una bolsa de dormir amarilla, con el zíper hasta el cuello, de modo que solo su cabeza sobresale mientras todo su cuerpo es engullido por la bolsa de dormir, dejando una imagen bastante peculiar. Su cabeza se encuentra recostada sobre un cojín blanco que se trajo del sillón de la sala de estar del castillo, y ronca de forma ruidosa. Debido a ello, Peach tiene no solo tapones rosas en los oídos, sino que también una máscara de dormir rosada sobre los ojos, para evitar que el abrasador sol de Sarasaland la moleste en la mañana.

Respecto al cuarto de Daisy, este se encuentra hecho un desastre luego de la pelea (bueno, más bien de la masacre) de almohadas que ella había iniciado la noche anterior. El lugar estaba repleto del relleno de una almohada de Peach que Daisy estrelló en la espalda de su amiga, prometiéndole que se la pagaría al día siguiente. El armario de la castaña estaba aún abierto de par en par, y varios shorts, pantalones y camisas de la princesa del reino árido aún estaban tirados por el suelo debido a que las princesas tenían demasiado sueño como para recogerlo todo luego de que Peach juzgara el ropero de su amiga. Finalmente, el "tocador" de Daisy estaba lleno de relleno de almohada y todos los productos de maquillaje que Peach le había regalado estaban desparramados por el suelo. El espejo tenía dos marcas de besos en la parte superior, una rosada y una amarilla, apenas visible.

Con los primeros rayos de sol que se colaron por las aberturas que dejaban las cortinas de la habitación, Daisy comenzó a reaccionar, sacudiéndose levemente mientras apartaba su rostro de la luz, la cual le daba de lleno en los párpados. Luego de un monumental bostezo, la castaña flexionó su abdomen y se logró sentar en el suelo sin mayores problemas y sin usar sus brazos como apoyo, los cuales estaban atrapados por el saco de dormir. Poco a poco comenzó a abrir los ojos, parpadeando rápidamente mientras trataba de enfocar su vista al suelo, y una vez que estaba más o menos despierta sacudió su cabeza ligeramente. Luego comenzó a mover sus hombros ligeramente para que el zíper del saco de dormir se aflojara un poco y lo abriera lo suficiente como para que ella sacara su brazo derecho del mismo, tras lo que abrió aún más el zíper, llevándolo a la altura de su cintura. Ya con sus dos brazos libres los estiró al cielo mientras arqueaba su espalda ligeramente, bostezando profundamente antes de llevar sus manos a sus ojos para restregarlos. Ya completamente despierta terminó de salir de su saco de dormir como una mariposa que sale de su capullo y se puso de pie, tras lo que se inclinó hasta tocar sus pies, cubiertos por su pijama naranja oscuro de una sola pieza, dando la impresión de que estaba disfrazada. Luego de su estiramiento se irguió nuevamente y levantó su pie derecho, flexionando su rodilla, y tomó su talón con su mano derecha, continuando sus estiramientos de la mañana. Hizo lo mismo con su otra pierna luego de unos segundos, y al terminar se dirigió a la ventana, corriendo las cortinas por completo para dejar entrar toda la luz del sol, recibiéndola con alegría mientras suspiraba tranquilamente.

Acto seguido volteó a ver a la cama, en donde Peach se encontraba durmiendo, y notó que ella se había dado la vuelta para darle la espalda a la luz, quitándose las sábanas de en cima pues el calor del desierto ya se empezaba a sentir dentro de la habitación. La princesa del reino champiñón llevaba puesta una blusa rosada bastante holgada que le llegaba a la cintura, unas pantis rosadas con bordados de corazones en la orilla que cubrían casi por completo su trasero, y unas cómodas calcetas blancas con bordados de champiñones dorados. Según ella, con esa pijama se sentía cómoda y fresca para dormir. 

La estrella más brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora