... O casi todo

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Un nuevo día comienza en el reino Champiñón mientras continúan los preparativos para el siguiente torneo de carreras, así como de la fiesta de cumpleaños de la princesa. Y para poder planear la fiesta en secreto, Toadette y Toad consiguieron convencer a Peach de que saliera a dar una vuelta por la ciudad, usando el argumento de que últimamente había estado demasiado ocupada y necesitaba tomarse un descanso. Finalmente, la monarca del reino terminó aceptando y abandonó el castillo, dejando a los dos toads parados en el centro del vestíbulo principal.

Toadette (suspira) : Bien, ya nos quitamos a la princesa de encima.

C. Toad (la voltea a ver) : Aunque no sé que tan útil será. Aún falta una semana para su cumpleaños, así que aunque logremos arreglarlo todo, estoy seguro de que terminará descubriéndolo tarde o temprano. Es la dueña del castillo, así que esconder las cosas aquí no tendría mucho sentido.

Toadette : Y por eso las vamos a esconder en mi casa.

C. Toad (la mira con curiosidad) : ¿Y va a caber todo allí?

Toadette (pone su mano derecha sobre su mentón) : Bueno ... creo que también tendrás que guardar algunas cosas.

C. Toad : O puedo pedirle a algunos miembros de mi escuadrón que nos dejen usar sus casas. Así lo distribuimos mejor y no tengo que amontonar más cosas en mi casa.

Toadette (suspira) : Si tú lo dices ... aunque deberías organizar tu casa.

C. Toad (se rasca el champiñón) : Algún día.

Toadette (aplaude) : ¡Perfecto! Entonces ve a hablar con los miembros de tu escuadrón mientras yo voy a pedir el pastel. Va a ser el más grande que la princesa jamás halla visto.

Toad salió por la puerta principal, dejando a Toadette sola en el vestíbulo, por lo que sacó su teléfono celular dispuesta a llamar a la pastelería que los iba a apoyar. Lo que ella no sabía es que estaba siendo vigilada desde las sombras por un equipo de ninjis enviados por Bowser para obtener toda la información posible sobre el pastel y así poder interceptarlo y cambiarlo por el señuelo que van a usar para infiltrarse en el castillo.

Lejos de estos acontecimientos, pero siempre en el mismo reino, Mario y Luigi se encontraban aseando su casa. El hermano de rojo estaba barriendo el piso del segundo nivel mientras el más miedoso de la casa se dedicaba a limpiar el inodoro de las visitas. Ambos llevaban puesto unos pantalones azul pálido bastante desgastados y cada uno llevaba una playera de manga corta de su color respectivo. Cada quien se dedicaba a silbar o tararear una canción de su gusto mientras trabajaban, hasta que fueron interrumpidos por alguien que tocó al timbre.

Mario (desde el segundo piso) : ¡Luigi, puedes contestar por favor!

Luigi (desde el baño) : ¡Tengo guantes llenos de jabón puestos, creo que es mejor que vayas tú!

Mario : ¡Bueno!

El héroe de rojo dejó la escoba apoyada en una de las paredes del pasillo y corrió hasta las escaleras, tras lo que se sentó en la baranda y se deslizó hasta el primer nivel. Una vez allí se dirigió a la puerta y la abrió, topándose con una visitante sorpresa.

Mario (algo avergonzado) : ¡Princesa!

Peach (un poco apenada) : Hola Mario ¿vengo en un mal momento? Parece que están muy ocupados y no quisiera molestarlos ...

Mario (la interrumpe) : ¡Para nada! Sabes que siempre tennnnnemos tiempo para ti y lo que necesites. (se hace a un lado) ¡Pasa!

Peach (sonríe) : Gracias.

La estrella más brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora