Como no había conexión con internet en la casa de Estella, Damien me permitía consultar mis e-mails en su computadora. Ese día, con la comunicación importante por Skype pendiente, no quería importunarlo. Monté la bicicleta y fui al locutorio del pueblo que había usado durante los primeros tiempos de mi estadía.
El aroma natural de las pequeñas flores con rocío en las puntas se alzaba por todo el camino que recorría con la bici, el cielo se dejaba ver todo azul y con pájaros revoloteando por el aire y el clima no daba palabras para hablar de lo tranquilizante que se mostraba.
Pedaleaba, cantaba y sonreía, aún suspendido en el estado beatífico al que me había elevado Damien la noche anterior. Las dudas, sin embargo, seguían acechando; asomaban sus horribles cabezas para gritar: "¿Cuánto creés que puede durar? Se topará con una mujer más linda y sofisticada y te hará a un lado. ¿No te das cuenta?" Las oía vociferar sus preguntas y premoniciones y me tapaba los oídos. ¿Por qué me costaba creer que un hombre magnífico, que me excitaba con solo mirarlo, podía fijarse en mí? ¿Por qué me atormentaba esa inseguridad después de la noche compartida? Incluso, por la mañana, mientras desayunábamos, Damien había declarado que, durante los días que estuviésemos en la ciudad, me quedaría en su departamento y que, al regresar, me instalaría definitivamente en su casa; hasta hablaba de armar mi tablero en una de las habitaciones con vista al mar.
No quería anticipar la reacción de Estella y de Pocket cuando les contase que, a pocas semanas de separarme, me iba a vivir con un hombre que acababa de conocer y de quien poco sabía. Menos que menos quería imaginar la reacción de mis tutores. Pensar en él, en su sonrisa, en nuestros momentos de intimidad, me devolvía el valor.
Su calidez matutina me generaba paz, me brindaba el calor que en casa jamás sentí. Me daba compañía irremplazable en la cual podía ser yo mismo. Le tenía una terrible confianza; si me dijera que me aventara del puente con él, lo haría. Lo haría porque lo amo. Amo todo de él, es lo más onírico y profundo que sentí en el campo del romance.
En el locutorio, contesté varios mensajes y envié los nuevos diseños a mi editora. Miré la hora; todavía era temprano para regresar; Damien aún estaría con su reunión cibernética. No era amigo de internet. De hecho, no tenía perfil en ninguna red social ni blogs. Me aburrían. Pero la idea de volver a estar solo en casa no me atraía, por lo que comencé a navegar en páginas de diseñadores gráficos y de autores de cuentos infantiles.
¿Cómo pasó tan poco? Fue en momento de mi vida donde claramente no podía tener más problemas, buscaba una salida; la encontré. Más, aún con sus fervientes demostraciones de amor puro entre dos terrenales, tenía la duda, no confiaba en mí. Al menos no del todo.
Siempre fui muy cuidadoso con todo. Siempre atento al que dirán, por primera vez estaba sintiendo que algo era tan perfecto; algo real. Por primera vez las cosas estaban saliendo bien sin que yo tenga que hacer lo imposible para que salga perfecto. Para que no se estropee.
Casi me pareció una traición cuando escribí Damien Thorn en la barra del buscador. Bueno, el hizo lo mismo. ¿Por qué yo no podría urgar un poco en su perfil? Era famoso, quería ver porque.
Dudé antes de apretar "enter", es la primera vez que siento tal devoción que estoy sentado en frente de la pantalla buscando algún dato que yo no sepa. ¿Qué me pasa? Click, hizo el mousse. Aunque bien podría haberse tratado del chasquido de un arma de fuego, porque lo que me devolvió la pantalla me impactó en el pecho como una bala. El piso tremó bajo mis pies. La respiración se me cortó. El mundo se me vino abajo.
Comenze a leer con detenimiento y más inquietud cada palabra y párrafo que tenía en frente. Cada letra me carcomía cada vez más.
"El empresario Damien Thorn acusado de asesinato." Comprendí entonces la expresión "sudor frío". Primero me acometió un calor que me dio náuseas, para después convertirse en una fina capa de transpiración helada. Mareado, temblando, volví a apretar enter.
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Una vez en casa
FanficAños en un matrimonio infeliz tardaría Pip para darse cuenta de que irrelevante es cuán perfecto te veas, o cuanto hayas pasado e incluso sufrido; toda materia tiene edad para perdonarse, toda creación merece ser. Vivir. Phillip Pirup, abrió los oj...