De niños, ella recordaba que cuando Pip se caía o se lastimaba; era siempre el primero en ser ayudado y socorrido. Al momento en que sus padres lo adoptaron, la dejaron innumerables veces de lado solo por él. Siempre fue el niño perfecto, el elegido para todo, el amado por todos. En la pubertad a Pip jamás le salió un solo grano ni espinilla, mientras ella se ahogaba en regaños de sus padres por no ser como él.
El "infierno" de Estella cambió un nublado día de invierno, cuando los menores se encontraban solos en la gran mansión. Ella, mientras reclamaba y rogaba internamente que ese día muriesen sus padres por quinta vez, escuchó unos sollozos provenientes de los aposentos de Phillip, como se le permitía llamarlo en ese entonces. Quedó estupefacta, era el plan perfecto, solo tenía que decirles a sus tan pulcros padres que su hijo, "el perfecto", fue descubierto llorando en su alcoba a la luz de la luna.
Entró en la, impresionantemente, pequeña habitación. Siempre se la había imaginado con muchos muebles, un tocador, una cama de dos plazas y demás cosas que posiblemente perteneciecen a la realeza. Más, al momento de entrar, se encontró todo lo contrario; una pequeña cama arrinconada contra la pared, al lado, un mueble de madera que hacía de ropero, por último, una desgastada mesa en el centro del cuarto con una tenue luz que apenas e iluminaba el parámetro.
¿Dónde está?, se cuestionó ella, cuando volvió a escuchar sollozos provenientes del "ropero", lo abrió con sumo cuidado, algo nada típico de ella y lo primero que pudo escuchar fue un débil grito ahogado en llanto.-¡¡NO ME PEGUEN, POR FAVOR!! - Exclamó Pip entre griteríos lastímeros con total horror mientras cubría su cabeza.
Y allí lo vio, no tenía sus sofisticadas ropas, su cabello estaba todo con nudos y sucio, y su sonrisa perfecta se había esfumado. Todo él era un caos.
Se quedó unos segundos procesando todo lo que acababa de presenciar.
-¿Pip? -Atinó a decir en un balbuceo.- ¿¿Qué haces aquí??.
-Y-yo, puedo explicarlo, pero por el amor de dios, no se lo digas a tus padres, haré lo que quieras. -Declaró entre llanto.
- ¿Explicar qué Pip?, no entiendo nada, se supone que eres el hijo favorito ¿¿y te tienen es estas condiciones??- Dedujo atónita ella mientras volvía su mirada a la vacía habitación.
-No sabes de lo que son capaces. -Oh si que lo sé, pensó Estella.
-Pero te juro que no soy como dices, lo parezco tal vez. Pero jamás me han dado un solo regalo, nunca me han dicho siquiera "feliz cumpleaños", me castigan por todo Estella, o ¿Crees que la perfección que se muestra bajo las cámaras es obra mía?. Ni siquiera tengo permitivo llamarlos "padres". Ya no aguanto, no quiero volver a vivir así, me quiero ir. Ayúdame, Estella, te lo imploro. -Confesó el rubio en un sollozo-.
Antes, cuando Pip aún vivía bajo la sombra de sus tutores, ellos no solo querían que él sea el más destacado alumno de la escuela, sino que también quería que trabajara, así que le consiguieron un "pequeño" pasatiempo que les daría todo lo que querían; dinero y a Pip fuera de casa. Con el tiempo, fue convirtiéndose cada día en una marioneta más manejada por ellos que por él mismo. Lo habían convertido en el modelo más famoso de toda la ciudad, trabajaba después de la escuela, y volvía sumamente agotado a su casa para ponerse a realizar las tareas interminables que le imponían los adultos. Sin saberlo, ese martirio de vida, estaba apunto de terminar, casualmente ese mismo año; Estella lo comprendió todo, "Prometo que voy a ayudarte, hermano", no había palabras para describir la emoción de Pip luego de escuchar las primeras palabras más decentes en meses y, que además de traer buenas noticias; le daban esperanza en su mundo de caos total.
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Una vez en casa
Fiksi PenggemarAños en un matrimonio infeliz tardaría Pip para darse cuenta de que irrelevante es cuán perfecto te veas, o cuanto hayas pasado e incluso sufrido; toda materia tiene edad para perdonarse, toda creación merece ser. Vivir. Phillip Pirup, abrió los oj...