Cuando abrió sus ojos no podía creer que lo veía era un alfa grande, con rizos perfectos que caían hasta cerca de su cuello, eran de un color café, estos caían cerca de su cara de forma rebelde pero no parecía desorganizado, al revés le daba cierto encanto, era un alfa, lo supo enseguida, un alfa grande en todo el sentido de la palabra, era muy algo y además estaba en muy buena forma, llevaba un elegante traje negro, completamente negro, hacia un buen contraste con su piel y muy a juego con toda la vibra que daba.
Cuando vio a su alrededor pudo ver a los alfas tirados en el suelo, quejándose, este alfa había atacó a tres de los suyos pero ¿por qué?
"Señor, siento mucho todo este alboroto"- soltó el alfa mienttas se levantaba débilmente y empezaba a tomar a Aemond- "este omega escapo del cuarto de placer, así que nos lo llevaremos y le enseñaremos modales allí"- dijo mientras empezaba a caminar sujetando a Aemond por el brazo junto a los otros alfas, pero el alfa lo tomo del brazo e hiso que soltara a Aemond.
"¿Te he dicho que se lo pueden llevar?"- dijo mientras le retorcía el brazo- dime ¿acaso di esa orden?- parecía que este le partiría el brazo en cualquier momento.
"Discúlpeme señor, pensé que era lo que quería"- decía a duras penas por el dolor.
"Bien"- soltó su brazo y lo tiro contra una pared.
"Ven conmigo"- dijiste mirando a Aemond.
"Pero señor, este es uno de los nuevos omegas para.. "-este tomo del cuello al otro alfa- "¿acaso te atreves a objetadar lo que digo? Estoy diciendo que el vendrá conmigo ¿esta claro?"- dijo con una voz fuerte, haciendo que el alfa solo asintiera.
Soltó al alfa y empezó a caminar, Aemond no entendía bien que acaba de suceder pero no se quedaría a averiguarlo, así que siguió al alfa, hasta llegar a una habitación muy grande, esta era simple no había nada destacable, apenas entro pudo notar sillones a juego, y detrás de ellos una gran cama, podía observar los puertas dentro de la habitación, supuso que eran el armario y el baño, además de estas cosas solo había decoración simple y todo en tonos neutros, parecía su alcoba pero se sentía oscura muy oscura. Aemond no sabía que hacer, estaba parado al lado de muebles, no se atrevió a sentarse, si bien no conocía al alfa, sentía cierta confianza al estar a su lado, así que no quería hacer nada que pudiera ofenderlo, vio como el alfa se sentaba en uno de sus sillones y aflojo un poco su corbata.
"Siéntate"- le dijo el alfa en un tono de voz firme, no como lo había escuchado hablar antes pero tenía mucha autoridad al hablar. Aemond obedeció de inmediato, no sabía que era lo que este queria, tenía mucha curiosidad por saber la respuesta- "¿tienes algo que preguntarme?"
Aemond no sabía si hacer su pregunta o quedarse callado- "¿porque me ayudaste? - decidió decir al final, igual era algo obvio que preguntara esto o ¿no?.
"Eres hijo de Alicent ¿estoy en lo correcto?"- respondió el alfa, a lo que Aemodn solo asintió- "bueno ahí tienes tu respuesta".
Aemond no sabía a lo que se refería, nunca antes lo habían defendido por ser hijo de ella, siempre había sido todo lo contrario, ni podía entender lo que decía.
"Eres hermoso"- soltó el alfa sacando de sus pensamiento a Aemond-" y tienes unos ojos hermosos"- ahí estaba su respuesta, claro a fin de cuentas era un alfa y quien no querría tener el placer de tomar en primera mano al omega bastardo- "pero, ser tan hermoso no te da el derecho de escapar del salón de placer ¿lo sabes cierto?"
"Por favor, no me hagas daño te lo pido"- suplico- "escape del lugar porque es horrible, no quiero ser utilizado por esos alfas, jamás he estado con ningún alfa así que por favor, haré lo que sea pero no me hagas volver allí"- Aemond soltó todas las lágrimas que había guardado hasta ese momento, no quería volver allí no podía, era asqueroso, no quería volverse uno más de esos omegas, así que se aferro a sí mismo mientras lloraba más y más, hasta que sientio los brazos del alfa tomarlo por su cintura y alzarlo hasta la cama, el alfa se sento con el omega encima de el.
Aemodn solo se aferraba a este como si fuera de lo que dependiera su vida, lloro escondiendo su cara entre el cuello de este hasta que sientio de no podía llorar más, sentía como sus ojos eran cada vez más pesados hasta que se durmió.
Se despertó al otro día recostado correctamente en la cama, vio como fue despojado por su anterior ropa y puesta una mucho más cómoda, no sabía como había terminado así, empezó a mirar la habitación intentando encontrar al alfa cuando escucho que tocaban la puerta, no sabía muy bien qué hacer, esta no era su habitación así que no podía decir que pasarán, pero no tuvo que pensar mucho tiempo ya que esta fue abierta y dejó ver a una beta, esta vestía un traje de mucama.
"Disculpe, el señor le envía estas prendas de ropa junto con el desayunó"- dijo la chica mientras entraba con una bandeja y unas bolsas-"¿necesita algo más?"
Aemodn no sabía como reaccionar, no se esperaba esto, nisiquiera sabia quien era el alfa que estaba haciendo todo esto- "disculpa, se que puede sonar sigo estúpido pero ¿sabes cual es el nombre del señor?"- la chica lo miró algo extrañada como si hubiera hecho la pregunta más estúpida- "el señor Lucerys"- soltó saliendo de la habitación.
"El señor Lucerys"- repitió Aemond, este era un nombre que le resultaba familiar pero no sabía bien de donde. Así que se alistó con las nuevas ropas para después poder desayunar.
Cuando termino decidió inspeccionar un poco la habitación, se sorprendió de lo simple que había, pareciera que solo entraba al lugar para dormir ya que además de un armario que tenia unas copas y botellas de vino, no había nada destacable, hasta que vio un pequeño cajón en la esquina de la habitación, se acercó a este y lo abrió, en este había muchos papeles lo cuales no les prestó mucha atención, hasta que en el fondo encontró una foto, era una foto familiar donde podría reconocer a Rhaenyra junto a su ex esposo y tres niños y ahí lo entendió todo cuando sus ojos se fijaron en uno de los niños, el niño que tenía los mismos ojos y los mismos crepos que el alfa que lo rescato y lo supo, Lucerys Velaryon el hijo de Rhaenyra, la misma que lo había puesto en esta situación, su hijo era el que lo había salvado pero ¿por qué? Aemond no sabía que pensar, este era un torbellino de preguntas en su cabeza ¿como el hijo de esta mujer pudiera ser ese hermoso alfa que lo había ayudado, hasta el punto de dejarlo en su cuarto?
Aemond estaba tan sumergido en sus pensamiento que no sintió cuando alguien había entrado en la habitación y lo estaba observando.
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Mi único Omega
Ficção CientíficaAemond sabia que tendría un destino cruel desde que se presentó como omega y además ser un bastardo de la casa targaryen. El era hermoso, Todos lo sabían pero para lo que algunos era una bendición para él era todo lo contrario, siempre odio su vida...