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Más rápido de lo que me di cuenta, ya había pasado una semana "cuidando"a George.
Cuando lo vi por primera vez, y me di cuenta de que era un adolescente, pensé que probablemente se iba a quedar encerrado en su cuarto y no íbamos a cruzar más de 3 palabras diarias, que manera de equivocarme.
Pasábamos casi todo el día juntos, siempre era George el que me buscaba en las mañanas para que le preparara desayuno, y después me pedía que hiciéramos algo juntos, salir, jugar, incluso comenzamos a ver películas todos los días a una determinada hora, era nuestro pequeño ritual desde hace 6 días.

—Hay que ir al súper. —dije mientras jugábamos Minecraft en el sillón.

—Pues ve tú, yo me quedo jugando.

—No, no, nada de "ve tú" tienes que ayudarme con las compras.

—¿Y qué gano con eso? —carcajeé irónico al recibir esa respuesta.

—¿Tú crees que tienes que obtener algo por todo lo que hagas?

—Claro.

—Pues no es así señor, dúchate y me acompañas.

—¡Compremos palomitas para la tarde de pelis! —Me miró con ilusión.

—Sí, es buena idea, pero acompáñame.

—Y tal vez también podríamos comprar dulces...

—Lo pensaré, báñate, ahora.

Me hizo caso con cara de poca gana, después salimos, repasamos entre los dos la lista de compras para asegurarnos de no olvidar nada, cuando llegamos al supermercado George me pidió que lo llevara en el carrito, le dije que estaba bien, esperando que nadie nos llamara la atención por ello.
Recorrí varios pasillos buscando lo necesario, George sólo estaba ahí cómodo jugando en su celular, como si fuera un niño de 6 años, literalmente.

—Ya tenemos casi todo lo de la lista.

—Faltan los dulces...

—No vamos a llevar dulces. —Me miró cómo si quisiera matarme por lo que acababa de decir

—Clay, ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Claro.

—¿Cómo supiste que te gustaban los chicos?

Okay, eso no tenía nada que ver con los dulces.

—George, por qué me haces esa pregunta en la mitad del supermercado?

—Se me vino a la cabeza.

Él era así, ya me estaba acostumbrando a sus preguntas sin contexto.

—Está bien te contaré —se despegó del celular para prestarme total atención. —Mira, he conocido chicos gays que me han dicho que lo tenían claro desde muy pequeños, pero para mi fue más confuso y complicado, cuando tenía cómo 13, besé a una chica, era muy linda y me gustaba mucho su personalidad, yo le gustaba a ella, pero al besarla me sentí tan incomodo, que no volví a hablarle nunca más después de eso, me culpé por mucho tiempo y me cuestioné muchas cosas, intenté besar otras chicas y jamás sentí nada. Finalmente, más grande, como a los 15, besé a un chico por primera vez y fue distinto, se sintió bien, y desde ahí comencé a desatarme un poco con los hombres, bueno digamos que me volvían loco, y así descubrí que soy gay.

—Mierda, dame más detalles, ¿a qué te refieres con "desatarme" y "me volvían loco"?

—Basta, te lo dejo a la imaginación.

—Está bien, prefiero no imaginar.

—A todo esto ¿por qué preguntas?

—Tal vez soy gay.

Okay, eso había sido directo, demasiado directo.

—¿Por qué lo dices?

—Nunca me ha gustado una chica.

No  me pareció realmente una respuesta muy convincente. —¿Y un chico?

—Tal vez, o sea, estoy pensando en famosos, no es que me guste alguien en particular, pero creo que prefiero imaginarme besando a un chico que una chica, sí, definitivamente.

—Está bien George, no soy muy fan de las etiquetas, creo que cuando te gusta alguien lo último que debe importar es su género.

—Tal vez tienes razón. —Volvió a su teléfono.

No hablamos más del tema, pagué las cosas necesarias, incluyendo unos dulces que george pasó por la caja sin que me diera cuenta, y volvimos a casa en un taxi.

***

—¡George, ya puse la película que elegiste, apúrate! —grité desde su habitación, las veces anteriores habíamos estado en el sillón de la sala, pero concordamos en que su cama era bastante más cómoda.

—Estaba haciendo las palomitas, señor impaciente. —Se asomó por fin, por el marco de la puerta.
Me fijé en su ropa, estaba usando una polera azul holgada y unos shorts muy cortos y apretados, tal vez era su ropa interior, me castigué mentalmente por haber bajado la mirada tanto rato.

George puso las palomitas sobre la cama y se sentó al borde de esta, yo estaba acostado atrás.

—¿Ves bien si me siento acá? —Preguntó.

—Sí, perfecto, no te preocupes, voy a poner play.

La película comenzó, pero realmente me estaba costando ponerle atención con George al frente, la mirada se me escapaba hacia él, precisamente a sus bóxers, o shorts, o lo que fueran, se le marcaba todo, y tenía muy buena figura, me quedé embobado mirando, aprovechándome de que no podía darse cuenta.
Me sentí tan depravado, pero no podía evitarlo, la gota que derramó el vaso fue cuando se arrodilló sobre sus pies, lo peor de todo es que sabía que no lo hacía a propósito, y eso me hacía sentir aún más culpable por todo lo que estaba sintiendo abajo.
Comencé a ponerme duro, realmente duro y no podía dejar de mirar, así que me paré rápido y fui al baño sin decir nada.
Me sentí culpable y sucio, George era tan inocente y yo no debía pensar en él de esa manera, además, empezábamos a ser amigos.
Necesitaba deshacerme de esa maldita erección, ya me estaba tardando un poco más de lo esperado.
—Clay, estás bien?! —escuché un grito, no me atreví a responder, mi voz saldría entrecortada y él se daría cuenta de lo que estaba haciendo.

—¡¿Clay?!

Mierda, su voz, me ponía tan caliente, apresuré mis movimientos  hasta terminar.
Me lavé las manos y salí del baño para volver a dónde estaba.
Me sentí mal conmigo mismo, por haberme puesto así, ¿Acaso había sido por la conversación que tuvimos más temprano, acerca de ser gays? Pensé, intentando justificarme.
En ese momento se acostó a mi lado y me miró a los ojos, me costó mantener el contacto visual con él, la culpa y vergüenza me estaba matando.

—¿Todo bien? —preguntó.

—Sí, todo bien, sólo me dieron ganas de ir al baño.

—Okay. —se acercó un poco más a mi y apoyó su cabeza en mi hombro, pegó su cuerpo contra el mío y subió su pierna.

Entonces pensé que tal vez sabía lo que estaba haciendo. Tal vez el papel de inocente le salía demasiado bien.

Antes de terminar la película, escuché sus ronquidos, suaves, contra mi cuello.
Se había dormido, se veía relajado y precioso, mi corazón comenzó a latir más rápido al mirarlo, conocía esa sensación.

Niñero  [dreamnotfound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora