Ese mismo día, George se encerró en su cuarto y no lo vi más, supuse que siguió durmiendo después de caer muerto en el sillón.
A la mañana siguiente no me despertó cómo de costumbre, así que fui a revisar si seguía encerrado, sin embargo no estaba en su cama.
Eran las 9:00 de la mañana, ayer me había dormido temprano por la resaca. Bajé las escaleras para encontrarme a George sentado en el comedor, estaba comiendo manzana y remojaba los trozos de manzana en un vaso de jugo, lo que me pareció extraño y tierno a la vez, pero más extraño que tierno.
Me senté a su lado.
—Buenos días, ¿y ese milagro que no me despertaste hoy?
—No quería molestarte. —Se encogió de hombros.
—No me molestas. —Le sonreí, pero no obtuve una sonrisa de vuelta, tampoco una respuesta, se veía un poco desanimado, pensé que tal vez aún le dolía la cabeza.
—¿Te sientes bien?
Él sólo miró al suelo.
—¿George?
—Escucha, yo, lo siento mucho, por lo de ayer. —dijo, confundiéndome un poco.
Traté de buscar en mi memoria algo malo que haya sucedido, pero no encontré nada.
—¿A qué te refieres?
—No debí hablar tanto de mí mismo, y mis problemas personales, estoy muy avergonzado.
Por un momento no supe que decir, me acerqué a él, quería darle un abrazo aunque no lo hice.
—¿Crees que está mal hablar de tus problemas? Porque no es así, hablar siempre es bueno, sobre todo si necesitas liberarte, yo nunca te voy a juzgar, estoy seguro de que si confiaste en mí, fue por algo más que sólo el alcohol, y si te hace sentir mejor, no recuerdo casi nada.
George me escuchó con atención, después sus ojos se humedecieron y comenzó a lagrimear, dejándome aún más confundido ¿Acaso dije algo malo?
—George por favor dime qué pasa.
—Nada, es sólo que, tus palabras son tan precisas, y eres tan inteligente, y seguro piensas que soy patético, porque lo soy.
—Dios mío cállate, no eres patético, eres una persona increíble.
—¿De verdad olvidaste casi todo? —Se secó las lagrimas con la manga de su polerón, su nariz estaba roja al igual que sus mejillas.
—No olvidé todo, pero no recuerdo muchos detalles, aunque tampoco dijiste cosas de las que avergonzarte.
—¿No? —sorbió los mocos de su nariz.
—No. —me reí con ternura y el río conmigo.
No estaba muy seguro de que había sido eso, pero me fijé en lo bonito que se veía con la carita roja después de llorar.
—¿Por qué remojas la manzana en el jugo? —Cambié de tema rápidamente.
—Me gusta el jugo de manzana, y la manzana, así que ¿por qué no mezclar las dos cosas?
—Tal vez porque la manzana ya tiene jugo por sí sola.
—Cállate y prueba. —Acercó un trozo de manzana a mis labios yo me lo comí, no sabía realmente muy distinto, pero le dije que estaba rico.
***
Ambos escuchábamos música en la habitación de George, sólo estábamos ahí, en su cama haciendo literalmente nada, mirando el techo.
—Cuándo te vayas, ¿seguiremos siendo amigos? —Preguntó de repente.
—¿Cuándo me vaya a dónde?
—Cuándo te vayas de aquí, de mi casa, sólo quedan 5 días.
—Claro que seguiremos siendo amigos tonto.
—¿Por qué me dices tonto, estúpido?
—Porqué haces preguntas realmente estúpidas, obviamente seguiremos siendo amigos.
—Espero que lo digas en serio...
—¿Qué te hace pensar que no lo digo en serio? —Admito que su desconfianza me hizo sentir un poco mal.
—No, no es contra ti, me da miedo que te alejes, es todo.
—No me alejaré.
—Bien.
—Bien.
George se echó en la cama, y se colgó de cabeza hacia abajo.
—¿Cuál es tu obsesión con ponerte de cabeza en todas partes?
—Me gusta sentir cómo la sangre se me sube al cerebro y después baja de golpe, se sienten cosquillas en el estómago.
Me eché de cabeza a su lado.
—¿Sabes que más me hace sentir cosquillas en el estómago? —dijo.
—¿Qué?
—Tú.
Me dio un beso en la mejilla, los dos seguíamos colgando de la cama, no dije nada, sólo le devolví el beso en la mejilla, comencé a sentir como mi cara ardía, y ambos nos pusimos rojos cómo un tomate.
¿Era por los besos o por la sangre que ya se nos estaba subiendo a la cabeza?—¿Por qué hiciste eso? —Preguntó, cómo si él no lo hubiera hecho primero.
—¿Por qué lo hiciste tú?
—No lo sé. —Respondí.
—Yo tampoco. —Respondió él
Y ambos subimos de golpe, ahí entendí a lo que se refería George con lo del estómago revuelto. Justo en ese momento, se abalanzó sobre mi para darme un piquito.
Ese piquito había sido probablemente más superficial que uno de un par de preescolares, pero nunca antes había sentido tantas "mariposas" en el estómago.
Tal vez fue por haber estado mucho tiempo colgando de cabeza.
O tal vez fue porque era George, y George me hacía sentir malditas mariposas en el estómago.
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Niñero [dreamnotfound]
FanfictionDónde Clay, irónicamente debe cuidar a un chico un año mayor que él. Advertencias: -Mención de trastornos mentales -Mención de autolesiones -Contenido sexual [Está terminada pero igual pienso darle un mejor final en el futuro]