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—Es un gusto conocerla señora. —Me había presentado con la madre de George, daba la impresión de mujer elegante y adinerada.

—Gracias, igualmente, ya ves que estaba tan apurada saliendo, que no alcancé a preguntarte nada cuándo nos vimos por primera vez, una disculpa inmensa por eso, pero me pareciste una persona muy confiable apenas revisar tu perfil.

Estábamos los tres sentados en la sala de estar, su madre, George, y yo. Su padre al parecer seguía de viaje.

—Sí mamá, Clay y yo nos hicimos muy buenos amigos.— Comentó George, qué estaba bastante callado desde que había llegado su madre.

—Me alegro mucho cariño, ¿Te importaría dejarme sola con Clayton un momento? —Él asintió y se fue sin reprochar.

—Espero que no te haya dado muchos problemas. —Apenas se fue, ella cambió su actitud.

—No, no, para nada, en realidad sí nos hicimos buenos amigos.

—¿En serio? Wow, bueno, entonces me imagino que te habrás dado cuenta de que mi niño es un poco... especial.

No entendía porqué se refería a George de esa manera, el cuál, en primer lugar me parecía completamente normal, y en segundo lugar, era su hijo.
Tal vez era el momento para preguntarle acerca del trastorno, les mentiría si les digo que ese tema no me daba vueltas en la cabeza desde que Gogy me lo había contado.

—A mí me parece un chico cómo cualquiera, bueno, además de encantador. —dije.

Ella se rió, su risa sarcástica me dió muy mala espina, parecía cómo si se estuviera burlando de mí, o cómo si quisiera decir algo sin usar palabras, esa mujer no parecía estar muy contenta con su hijo.

—Bueno, sí, me imagino que te habrás sorprendido al enterarte de su edad, fue un pequeño detalle que se me olvidó mencionarte cariño, lo lamento por eso también, pero bueno, en el psiquiátrico me dijeron que bajo ningún motivo podía estar sólo en casa y no me quedó otra opción que buscar desesperadamente a alguien que pudiera cuidarlo. A todo esto, ahora lo veo mejor, me prece que ya no va a necesitar más niñero, ¿Qué opinas Clayton?

La mujer me intimidaba un poco, tal vez esa era la razón por la que no me atreví a preguntar nada personal.

—Bueno, creo que no soy el indicado para opinar respecto a ese asunto, tal vez debería consultar con el mismo psiquiatra.

—¡Bah! Tonterías, ese niñito no va a ir más a ningún psiquiatra ni psiquiátrico, es una gastadera inmensa de dinero, lo que tiene mi hijo es capricho.

Definitivamente no estaba de acuerdo, y me preocupaba mucho que su madre pensara así, más aún si le habían diagnosticado un trastorno mental.

—Bueno, supongo que no debo meterme en sus asuntos personales, pero debe saber que yo puedo cuidar a George cuando sea necesario, sin dinero de por medio.

—¿Me lo dices en serio chico? Porque si es así, eres prácticamente mi salvador.

—Sí señora, yo le agarré mucho cariño a George.

—Me alegro, y me alegro de que mi niño esté mejor.

Antes de que pudiéramos seguir nuestra conversación, a la mujer le entró una llamada. —Realmente debo contestar esto, pero fue un gusto conocerte y espero verte más seguido por acá muchacho —después pegó un grito —¡George, baja a despedirte! —Finalmente contestó la llamada.

George bajó corriendo y me abrazó muy fuerte, yo lo abracé de vuelta, no tan fuerte cómo cuando estábamos solos, la presencia de su madre me incomodaba.

—¿Me vas a llamar en la noche?

—Sí, te voy a llamar —me acerqué discretamente para susurrarle —adiós mi Gogy precioso.

Su sonrisa lo dijo todo, se despidió sacudiendo su mano, tan precioso mi George, en realidad sí lo iba a extrañar, sobre todo en las mañanas.

***

Llegué a mi departamento, que se sentía diminuto después de haber estado en esa casa.
Mi tío Robert y Patches, mi gatita, me estaban esperando, los extrañé un montón.

Después de ordenar mis cosas y hablar un rato con Robert, me acosté en mi cama. Por fin soledad, me gusta la tranquilidad de mi cuarto, poner una serie, y estar ahí acosado un buen rato, recargando energía.

En la noche llamé a George tal y cómo se lo había prometido, no hablamos por mucho tiempo porque tenía sueño, pero escuchar su dulce voz antes de dormir era suficiente, ya fuera por 3 minutos o por 3 horas.
Cerré los ojos y me puse a pensar en él, nuestra relación iba rápido pero mi enamoramiento también.
Me puse a pensar en su madre, y en lo rara que era, sobre todo en la extraña forma que tenía para expresarse de su hijo.

Y sé que me estaba dejando llevar por la primera impresión, pero mi impresión era de una mujer totalmente despreocupada, que se podía dar cuenta si es que su hijo estaba mal, pero no haría nada al respecto.

Pobrecito mi Gogy, me necesitaba, estaba muy solito.


***


Un día para entrar a mi nueva escuela, estaba nervioso, la última semana de vacaciones salí 5 días con George. Ese día lo invité al departamento para que me ayudara con los útiles escolares, mi colegio estricto exigía llevar todos los lápices marcados con nombre, y los cuadernos forrados con distintos colores según la materia, era como volver a primaria.

—No puedo ayudarte a forrar los malditos cuadernos, soy daltónico.

—Entonces me ayudas a a marcar los lápices y dejas de usar tu daltonismo como excusa.

Pasar el rato con él significaba que cualquier actividad que hiciéramos juntos, por más tediosa que fuera, podía volverse divertida. Cuando terminamos, nos quedamos un rato en mi cama, simplemente acurrucados dándonos cariño y besitos.

***

Escuela, primer día, no podía conciliar el sueño, me quedaban 3 horas para dormir, o sino tendría que tomar 7 tazas de café, y odio el café.

Por suerte alcancé dormir dos horas y media, y de los nervios me paré de la cama cómo si hubiera dormido por 12.

Me duché y me vestí con el uniforme, jamás había usado uno, me sentía tan extraño. Todo lo demás ya lo tenía preparado, sólo me quedó desayunar y tomar el bus, iba a llegar justo a la hora, puntual como siempre.

Tuve suerte de que mi primer día en una escuela nueva, en otro país fuera bueno. Por un momento pensé que podía resultar en un total desastre cliché.

Lo que más me gustó de la escuela es que había gente de varios países, así que no me miraron cómo el bicho raro por mi acento.

Conocí a un chico Mexicano llamado Alex, muy extrovertido, parecía el típico payasito de la clase buena onda, por supuesto fue el primero en hablarme, cómo yo era el único nuevo, me presentó a casi todos los demás, aunque no pude memorizar muchos de sus nombres.

Las clases eran notablemente mejores que en mi escuela de Florida, y eso fue lo que me hizo más feliz, los estudios son algo sumamente importante para mí, y a eso iba a la escuela, a estudiar, e intentar ser de los sobresalientes, lo que no me parecía una meta muy compleja. El típico cliché de colegio británico exigente, con alumnos aplicados, no le encajaba a esta escuela, todos actuaban más relajados de lo que me habría esperado, y eso me gustaba.

"Este va a ser un gran año."

Niñero  [dreamnotfound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora