Boa titánica

182 26 4
                                    

Capítulo 5

Iraide

Corriendo voy por los pasillos desiertos aún sabiendo que ya estoy llegando diez minutos más o menos tarde.

No solo me he despertado tarde sino que me he perdido.

Perfecto.

Llegando a la puerta de la clase de gramática, toco y escuchando el permiso del profesor, accedo.

— ¿A qué se debe la tardanza?— Me pregunta sin siquiera mirarme.

— Me perdí.

— Oh, claro. La nueva...— Murmura.— Toma asiento, por favor.

Lucho conmigo misma con el fin de no decirle que no soy "La nueva" sino Iraide. Digo, tengo nombre.

Haciéndole caso, me volteo y paso mi mirada sobre las personas esperando ver un asiento vacío y es cuando mis ojos caen en Kalen. Al igual que ayer, hoy viste con una sudadera con capucha azul oscuro enorme, pantalones chándal negros y deportivas. Su cabello rubio cae sobre su frente en lo que mira su cuaderno y escribe cosas, ignorando su alrededor.

Aprovecho que el asiento a su lado está vacío y me siento. Al no notar mi presencia estiro mi brazo y toco su hombro, sobresaltándolo. Me mira, asimila que soy yo y vuelve a mirar su cuaderno, haciéndome fruncir el ceño.

¿Tan mal le sentó que le dijera que quería ser su amiga?

— Se dice "hola".— Susurro, pero soy ignorada.— Maleducado.

No obtengo respuesta por su parte, ni me mira.

La primera impresión que tuve de él es de una persona tímida, callada y solitaria por el sentarse solo y no hablar con nadie. Después pensé que era amable porque vi sus intenciones de acompañarme a otra clase ayer. Luego se fue con sus amigos, volvió y se comportó de forma insufrible conmigo. Después, en instagram mostró una faceta tímida y con rasgos divertidos. Sin embargo, ahora vuelve a ser insufrible.

¿Qué le pasa?

— Kalen, ¿Sabrías decirme cuántos géneros literarios existen?— Le pregunta el profesor.— Vamos, lo hemos dado varias veces.

Kalen mira al profesor fijamente, al parecer pensando y cuando pasan los segundos y no dice nada, puedo divisar la angustia y los nervios en su rostro, en lo que baja la mirada y se escuchan risas flojas.

Miro a mi cuaderno y susurro:

— Cinco. Di que son cinco.— Digo de forma que solo él me oiga.

Me mira y no sabría decir cuál sería su expresión.

— ¡Vamos! Te hablo a ti, Kalen.— Recrimina el profesor.— No me digas que no lo sabes.

— Ci-Cinco.— Dice de forma baja.

— ¿Cómo dices? No te oigo.— Gruñe el profesor.

— Ha dicho que hay cinco.— Levanto la voz a ver si el maldito viejo me escucha.— ¿A qué si, Kalen?

Me mira y asiente.— Sí.

TE DOLERÁ SER MÍO [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora