III. Dos pasos hacia adelante.

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"El tiempo cambia las cosas."

"Eso es lo que la gente dice. No es verdad. Hacer cosas cambia las cosas. No hacer nada deja las cosas exactamente como estaban."

— Gregory House a un paciente, House MD

Conoció a Valeria en el laburo. Es la nueva secretaria de su jefe, y es una mina hermosa.

Es dulce, amable, divertida e interesante. Sus ojos son un café claro y tiene una sonrisa que parece capaz de iluminar hasta la noche más oscura. Sus rulos dorados siempre están sujetados en una media cola y parece no querer saber nada del maquillaje más allá de un labial rosa pálido. En los tiempos libres, ella siempre le invita a tomar un café y hablan de muchas cosas, excepto del trabajo. Ella dice que no hay que hablar de trabajo en los descansos, que eso es una de las principales razones por las cuales las personas terminan odiando sus profesiones.

Hace tenis y natación, quiere abrir un refugio para animales en el futuro próximo, es católica, y en realidad tiene ganas de casarse y tener hijos cuando cumpla treinta años, y está segura que con la persona que se case va a ser un amor de toda la vida, no algo que caiga en el fracaso.

Ellos salen. El día que comenzaron a salir tanteando lo romántico, fue una semana después de que se cumplieran dos años desde la última vez que vio a Agustín. Marcos estaba siguiendo adelante, su psicólogo se lo recomendó sutilmente, sus amigos se lo dijeron de frente, su familia solo quería que él fuera feliz.

Ellos van a citas, ellos disfrutan de los partidos de fútbol juntos aunque ninguno apoye a ningún equipo que esté jugando, van a misas juntos, ella a veces lo ayuda en los comederos, él la ayudó económicamente para abrir el refugio, ella respeta su espacio, él respeta el de ella, conocieron a sus respectivas familias, a sus respectivos amigos. Los amigos de ella lo aman, los amigos de él están encantados.

El único ser vivo de su entorno al que no le gusta Valeria es León.

Marcos le dice que es un gato arisco, aunque eso no es verdad: no quiere hacerla sentir mal, y él es feliz con ella. Sin embargo, no va a abandonar a León. Ella le dijo que ella tampoco quería que lo abandonara. Así que están bien. León tolera a Valentina, pero no la quiere cerca. León solo se acerca lo suficiente cuando ella está cerca de Marcos, y ni siquiera así va a aceptar ser acariciado por ella.

Marcos se dio cuenta que León podría estar celoso, así que siempre que puede, tiene a León sobre su regazo y lo mima hasta que se duerme o se harta. León es un buen gato, él estuvo ahí cuando Marcos lo necesitaba, y jamás lo va a dejar de lado.

Valeria se muda con él un año después de empezar a salir. Exactamente, entonces, llevaba sin ver y sin saber nada de Agustín tres años.

Todo está dividido en su casa, ahora. Su armario, su baño, la cama, hasta las estanterías. Marcos suele llegar tarde del bufete y encuentra ya otro abrigo en el perchero, unos zapatos de tacón al lado de la puerta, el olor a comida casera o comprada, las voces de la televisión, alguna canción o ella hablando por teléfono. León se pasa por entre sus piernas dándole la bienvenida y acepta gustoso caricias en su lomo y su cabeza.

Marcos es feliz así.

Y todavía, cada mes renueva la paroxetina en su cajón, cada día que tiene solo en casa y sin trabajo que hacer, León está sobre su pecho mientras él está en cama, mirando la foto que tuvo especial cuidado de nunca sacar en frente de nadie. Valeria no sabe de él, y no quiere que eso cambie. Ella tiene sus secretos, y él tiene los suyos, y está bien. Este secreto en especial no la afecta en absolutamente nada, no tiene derecho de saberlo. La foto ya está gastada en sus bordes, un poco arrugada y la linea en la mitad de la foto está comenzando a destruir la imagen un poco, pero Marcos no se cree capaz de reemplazarla o, peor, tirarla. Es lo único que le queda de Agustín, no quiere deshacerse de él tan fácilmente.

Valeria sabe que él no siempre está bien, pero no se mete en esos temas desde que Marcos le pidió que la dejara en paz con un grito, después de que ella estaba tratando de sacarlo de la cama en uno de sus días malos. Marcos sigue avergonzado por eso, y siempre le pide perdón a ella cuando ella decide irse al ver que Marcos comenzaba a ser más distante. Su psicólogo no está feliz con eso, en realidad, pero Marcos no se ve capaz de explicar por qué se siente de esa forma, y el siempre termina levantándose capaz de enfrentar un nuevo día, solo necesita su tiempo de autoflagelación solitaria, y ya está.

Además, ella vuelve. Ella siempre vuelve, cuando Marcos le manda un mensaje y le dice que ya está bien, que lo siente y que la extraña. Ella está ahí a las pocas horas, una sonrisa en su rostro, un abrazo fuerte y besos que renuevan su alma y pintan una sonrisa en su rostro con facilidad. Ella vuelve, y eso es todo lo que le termina importando a Marcos. Él siente que puede ser feliz con ella, si las cosas siguen así, si se siguen entendiendo así.

Cuatro años después de la última vez que vio Agustín, Marcos está poniendo un anillo en el dedo de Valeria, después de una cena fantástica en uno de los restaurantes más lujosos que pudo encontrar y un emocionado "sí". Y él está bien, y está feliz, y está avanzando. 

Te esperé [Margus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora