Es Constanza quien le avisa que puede ir al programa cuando el ganador apague las luces. Todos los exs iban a estar, hasta Tomás, por lo que no sería extraño si él también iba. Además, tenía permiso de simplemente estar detrás de cámaras, y eso le venía muy bien.
Él quería ver a Marcos en persona. Lo extrañaba, tal vez de la misma forma en la que extrañaría una extremidad que perdió.
Él estuvo ahí, viéndolo ganar a través de la pantalla, viendo cómo apagaba las luces y cómo era recibido por la gente fuera de la casa. Esperó hasta que llegó al estudio, esperó hasta que terminó de saludar a toda su familia, y esperó hasta que el programa terminó para acercarse. Él estaba tan feliz, tan sonriente y brillante, tan seguro cuando se acercó a Agustín a abrazarlo, que Agustín se permitió olvidarse de todo por un momento, abrazándolo con fuerza, besando su mejilla, sintiéndose completamente seguro en los brazos del más alto. Fue cuestión de segundos en que la realidad volvió a él, y no pudo evitar robar un último abrazo, uno que no merecía, que no le pertenecía.
Gracias, le dijo, porque Marcos le mostró colores que él no había conocido, le mostró una manera calmada de ver la vida y le dio esperanzas de un futuro mucho más brillante que él jamás logró ver.
Perdón, por no ser lo que él creía que era. Por ensuciarlo. Por hacer que la gente hablara tan mal de él.
Solo podía esperar que Marcos algún día lo perdonara.
Es la última vez que ve a Marcos. Aunque sea en persona. Santiago lo estaba esperando, y los dos se fueron del estudio relativamente tranquilos, alejados de toda la atención que el ganador de la edición tenía. Salieron a la calle y habían caminado dos cuadras antes de que Santiago le preguntara si estaba bien, un brazo rodeándole los hombros que lo mantenía cerca.
—No sé— había respondido, y esa se había convertido en su respuesta sincera durante largos años desde entonces.
Las últimas semanas, anteriores a ese día, habían sido las semanas más difíciles que tuvo en años, mentalmente hablando. Agustín había tenido que hacer un completo y silencioso apagón a todas y cada una de sus redes sociales, hasta de su Linkedin. Tenía que borrar todo rastro que dio libremente, tenía que desparecer del Internet y darse por muerto. Las cosas habían escalado a tal grado que Agustín no creía que podría funcionar de otra forma.
Agustín podía aguantar críticas, amenazas y odio hacia él. Siempre lo hizo por cómo era, cuáles eran sus ideales, sus preferencias y sus pensamientos: el odio que recibía era igual, solamente que en más cantidad, pero él podía aguantarlo. Pero entonces, ya no era solo él. Era a su familia, era a sus amigos, era a sus seguidores. Era entrar en cualquier red social y ver la cantidad de gente insultando y amenazando a sus seres queridos, era ver a personas que lo querían tratando de ignorar los comentarios sin lograrlo, era ver a su mamá llorando por la cantidad de odio que él recibía y la manera en la que los medios utilizaban imágenes falseadas de ella para crear polémicas, a su papá triste por la situación, a su hermano resentido porque en el colegio no lo dejaban en paz, era ver a sus amigos apagados y estresados mientras trataban de ayudarlo en sus proyectos que solamente eran opacados por los malos comentarios.
Agustín, por primera vez en mucho tiempo, dio un paso atrás.
Canceló proyectos, suspendió ideas, pidió disculpas por el cierre abrupto de todo, pidió disculpas por los problemas ocasionados, agradeció a todos y cada uno de los que le dieron una oportunidad cuando no se lo merecía, y se alejó de todo. No pudo decirle nada a sus seguidores que demostraran su total aprecio y agradecimiento a todos, así que se fue sin decirles nada.
No pudo decirle nada a Marcos, así que solo esperó que averiguara todo por su cuenta. Puso el pecho y esperó las balas que llegarían cuando Marcos viera todo sobre Agustín, y se diera cuenta que no valía la pena su amistad, no con tanta mierda que traía consigo. Lo único que importaba es que su familia, sus amigos y todos lo que los apoyaban ya no iban a seguir siendo hostigados, iban a estar más tranquilos y más felices.
(Las balas nunca llegaron. Marcos lo había mencionado dos veces en televisión antes de dejar de hacerlo, sin hablar mal de él en ningún momento. Su nombre eventualmente dejó de salir de la boca de todos, Marcos siguió con su vida sin problemas, y lo único que tiene Agustín en su vida de Marcos son los recuerdos, que siempre va a guardar en su corazón.)
Agustín no volvió al ojo público. Cree que nunca podría hacerlo. Y le gusta fingir que no le importa haber tenido que abandonar todo lo que alguna vez lo hizo feliz con tal de ver a su familia feliz, a sus amigos siguiendo sus propios sueños con facilidad, y a Marcos siendo amado por todos los medios de comunicación y recibiendo todo el amor y respeto que Agustín siempre quiso para él.
No iba a matarlo no ser egoísta por una vez. Y no lo mató. Él siguió vivo, él consiguió un trabajo tranquilo y puede, a veces, salir con sus amigos.
No lo mató, pero siente que algo en su interior fue completamente desgarrado, destrozado hasta quedar irreconocible, algo que le duele mirar y siente náuseas cuando piensa en eso. Pero no lo mató. A veces es algo bueno.
Otras veces desearía que lo hubiese matado.
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Te esperé [Margus]
FanfictionLo último que sabe de Agustín Guardis es que es, posiblemente, uno de los tipos más odiados de la televisión argentina. Lo último que ve de Agustín Guardis son sus ojos esquivando su mirada y su cuerpo alejándose. Lo último que escucha de Agustín Gu...