El tiempo no cura todas las heridas. Ambos sabemos que eso es una mierda; proviene de personas que no tienen nada reconfortante u original que decir.
—Adam Silvera, Solo Quedó Nuestra Historia.
x x
—¿Quién es el de la foto, amor?— la voz de Valeria es suave, un poco insegura, pero el ceño fruncido en su rostro le dice a Marcos que quiere una respuesta sí o sí. Valeria es calmada siempre, no discute levantando la voz y comprende los días apagados de Marcos, dándole su espacio y no hostigándolo a hacer algo cuando no quiere hacerlo.
Pero ahora quiere una respuesta. Pocas veces le exige nada, y esta vez lo está haciendo.
El matrimonio va bien. Valeria lo ama, lo respeta y lo inspira a ser un poco mejor que el día anterior. Llevan un año casados y pocos meses, y Marcos cree que no pudo encontrar a nadie mejor para él. A veces.
—Un amigo— no se mueve de donde está sentado en el sillón de la sala. Él solo mira fijamente cómo la posesión más preciada que tiene está en manos que no son suyas, respirando profundamente para evitar saltar hacia ella y sacarle la foto de las manos—. ¿De dónde sacaste eso?
—Se cayó de tu billetera cuando la saqué de tu saco para ponerlo a lavar.
Está mintiendo. Valeria le está mintiendo, y Marcos sabe porque esa foto lleva tanto tiempo asegurada en su billetera que sabe que es imposible que se caiga ante un movimiento tan pelotudo como sacar la billetera de un bolsillo de mierda. No entiende por qué le miente con esto, con lo fácil que es decirle nomás que revisó su billetera.
No le gusta que le mientan. Siente que le mintieron demasiado en su vida.
—Bueno— dice, porque él no quiere discutir mientras la foto no esté en sus manos. Valeria no es mala, pero quién sabe. Marcos no quiere arriesgarse—. 'Ta bien. ¿Me la das?
Marcos la mira a los ojos, pero Valeria no se mueve de su lugar en la entrada al living mientras sigue inspeccionando la foto. No entiende qué tanto tiene que ver. Se levanta del sillón, todavía haciendo su pequeño ejercicio de respiración para evitar decir o hacer algo que después se arrepienta, y se acerca a Valeria lentamente.
—Él es... Agustín, ¿no?
Ella está tranquila. Su voz no suena molesta. No parece molesta. Marcos nunca fue ingenuo al pensar que ella no conocía su paso por Gran Hermano, pero nunca hablaron de eso, así que tampoco nunca le prestó atención.
—Dame la foto, por favor.
Él no está tranquilo. Su voz es temblorosa. Quiere llorar. Quiere agarrar su foto y encerrarse en la habitación, solo con la foto, León y nadie más. No quiere ver a Valeria ahora, y se siente el doble de molesto porque no se entiende a sí mismo. Ella no le hizo nada, no le está incriminando nada, ni siquiera está diciéndole nada malo.
Valeria lo mira un momento, su rostro pasando de la curiosidad a la lástima absoluta, y ella no dice nada mientras le da la foto. Marcos la toma entre sus dedos con cuidado, mirándola en busca de cualquier anomalía nueva, pero está igual que la última vez que la vio. Solo que esta vez, está más iluminada. Marcos puede apreciar los rulos de Agustín, sus brazos rodeándolo, lo hace recordar la sensación, sus ganas de volver a tenerlo así. Es casi un golpe físico increíblemente doloroso, lo que extraña a Agustín.
Él estaba teniendo un buen día, de verdad que sí. Había estado hablando con su hermano hace menos de una hora, estaba confirmando una cena con Valeria en su restaurante favorito y todavía tenía que confirmar si una vieja amiga de la Casa le había enviado un mensaje, y él estaba contento.
Seis años de la última vez que vio a Agustín.
La esperanza es una mierda, porque Marcos sabe que Agustín decidió salir de su vida sin dar explicaciones, y eso significaba que nunca más lo iba a volver a ver ni a hablar con él. Pero Marcos sigue esperando, sigue queriendo, sigue anhelando. Sigue creyendo que va a recibir un mensaje nuevo y que va a ser Agustín. Sigue cerrando los ojos por las noches e imaginando que el cuerpo al que está abrazando es otro, sigue despertándose esperando ver ojos azules cuando abre los ojos, sigue deseando poder decir 'te amo' a otra persona.
Marcos cree que ya no puede más con esto de la esperanza.
—Estoy cansado— dice, y no miente, porque está cansado. Cansado de sentirse cansado, cansado de extrañar a alguien que no le interesa ser extrañado, cansado de sentir esperanza para que después se rompa en miles de pedazos, cansado de tratar de buscar un por qué fue tan abruptamente abandonado.
Está cansado de extrañar a Agustín, de quererlo.
Valeria suspira, y a Marcos se le revuelve el estómago cuando ella asiente en silencio, acercándose para dejarle un beso en el cachete y después simplemente irse hacia la cocina. Escucha el tintineo de las llaves, una puerta abriéndose y cerrándose, la alarma del auto desactivándose, la puerta del mismo cerrándose y después el ruido del motor encendiéndose y acelerando, y después nada. El silencio lo rodea, y de repente es demasiado. Dobla la foto con cuidado y vuelve al sillón, sentándose y mirando fijamente la televisión apagada frente a él. Puede ver su reflejo en la pantalla negra, y se ve a sí mismo sosteniendo la foto en su pecho, sobre su corazón. Se tiene lástima. Está arruinando su vida y posiblemente su matrimonio por alguien del cual ya no sabe nada. Él perdió amistades y discutió con familiares en su nombre, y comienza a creer que no valió la pena.
Agustín fue un gran amigo en un lugar que no creía llegar a tener una conexión tan fuerte. Agustín fue un gran amor en un momento en el que creía que no iba a enamorarse de nadie más. Agustín fue ese algo que su vida rutinaria necesitaba, una caja de Pandora cuyo contenido era solo cosas buenas que nunca dejaban de sorprenderlo. Agustín fue la esperanza de un futuro de sorpresas buenas que lo ayudó a mantenerse firme cuando sentía que ya no aguantaba más.
Agustín resultó ser el peor error que Marcos pudo cometer. Y Marcos ni siquiera puede odiarlo, porque Marcos es un pobre desgraciado con un corazón roto que todavía espera algo que nunca va a llegar.
Cree que odiar a Agustín podría ser mil veces más fácil que amarlo. Así que eso hace.
Seis años de la última vez que vio a Agustín, Marcos decide odiar a Agustín Guardis.
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Te esperé [Margus]
FanfictionLo último que sabe de Agustín Guardis es que es, posiblemente, uno de los tipos más odiados de la televisión argentina. Lo último que ve de Agustín Guardis son sus ojos esquivando su mirada y su cuerpo alejándose. Lo último que escucha de Agustín Gu...