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Grover se estaba poniendo nervioso por la falta de comunicación con el campamento. Iris no parecía querer tomar y transportar la llamada, sin importar cuántos dracmas lanzaran al arcoíris. Para ese punto, Percy no sabía si estaba arto del nerviosismo de su amigo o si quería simplemente salir a buscar a Nico de nuevo, aunque dudaba que funcionara el polvo rastreador que seguían teniendo.

—¿Crees que funcione esto?

Percy sacó la camiseta hecha jirones que alguna vez le perteneció al hijo de Hades, tenía algo de su sangre también.

—Tenemos que ir al campamento, Percy. No sabemos...

—De acuerdo. Ve.

Percy siguió rebuscando entre su equipaje, a ver qué más podría ser útil. Grover detuvo al fin su caminata nerviosa a su alrededor para quedar a unos pasos de su posición. Seguían estando en el prado en dónde durmieron, en el lugar seguro de las dríades de Central Park. Ellas estaban tomando su distancia con ellos, permitiéndoles cierta privacidad para ambos bandos, mas no era lo suficientemente lejos como para no verlas reírse mientras se peinaban los cabellos y acomodaban las flores que les crecían entre ellos. A Percy, personalmente, le parecía un poco contraproducente cómo es que ellas parecían estar en su propio mundo donde todo era normal y estaba bien, mientras que el suyo propio parecía empezar a arder en llamas, porque, vamos a admitirlo, nada estaba saliendo como quería.

—¿Qué?

—Ya me oíste. Ve al campamento. —Grover hizo una mueca, tal vez no la veía, pero Percy presentía que tenía una en la cara—. Estás a tiempo de llegar sin muchos problemas si te apuras.

—Pero, Percy...

—Estaré bien, sé protegerme. —Percy vació todo el contenido en el suelo, harto de sentir que no encontraba lo que buscaba, lo que fuera eso.

No había mucho que le perteneciera a Nico, por no decir nada más que esa camiseta. Simplemente era imposible.

—Eso no lo pongo en duda, pero...

—Grover.

Percy bufó y se levantó molesto, quitando la tierra de sus rodillas. En cuanto pudo ver la mueca nueva que Grover traía en la cara, la suya propia tomó fuerza. Ahora, los dos podían competir por quien lucía más molesto por el asunto.

—Percy, no.

—Esta es mi misión. Yo soy el único que no puede volver sin él. Puedes hacerlo, hay algo que está pasando, grave, no nos podemos comunicar con el campamento, pero, debemos de reportarnos de alguna manera.

—Eso no tiene sentido. Percy. —Grover se contuvo y suspiró. Percy podía ver cómo es que comenzaba a contar para recuperar su paciencia para con él—. Puedo aceptar que no nos comuniquemos con ellos, pero, no que tú vayas solo. Estamos juntos en esto.

—Excelente. Porque sólo tenemos una oportunidad de usar esto.

Las mochilas estaban vacías sobre el césped habiendo dejado todo su contenido entre ellas. De ese montón de cachivaches que traían, especialmente a insistencia de Grover, Percy levantó la camiseta. Ni siquiera se acordaba de porqué no la habían tirado, pero, lo agradecía.

—Qué asco. —Para ser justos, sí, qué asco—. Pero, está bien. Intentemos con eso.

Una promesa era una promesa y Percy prometió no regresar sin Nico. Costara lo que costara y tuviera que repetirse eso tantas veces como fuera necesario.

....

Encontrar a Bast era algo sencillo, teóricamente hablando. Lástima para Sadie que entre la teoría y la práctica siempre hay un buen tramo. Por lo tanto, no estaba siendo tan sencillo encontrarla como cuando había tomado posesión de Tarta. Sin Tarta, tampoco estaba Bast, así de simple.

ColisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora