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A la chica no pareció importarle no recibir una respuesta entusiasta, es más, bajó su mano pocos segundos después y se encogió de hombros.

—Entonces vamos, espero que Lou Ellen no esté a punto de mandar a Clarisse por mi cabeza.

Su actitud le recordó a Grover, sólo un poco. El sátiro le tenía algo de miedo, esa chica parecía no verlo como la gran cosa, más como un pequeño estorbo. Ambos eran amigos de Percy. Y esa había sido la chica por la que todo había pasado, ¿no era así?

El estómago de Nico dio un vuelco. Tal vez sí podía leerle el pensamiento y notar su decepción.

Annabeth subió los escalones de la cabaña de piedra y, en cuanto cruzó la puerta, Nico pudo sentirse un poco más tranquilo, sin la mirada escudriñándole el ambiente se sintió más cálido o tal vez era porque Percy volvió a tomarlo del brazo.

—Annabeth tiene razón —le dijo, con una sonrisa—. Vamos, quiero mostrarte esto. —Señaló la cabaña—. Bienvenido a la cabaña veinte, la cabaña de Hécate, la diosa de la magia.

Nico pudo ver que los bloques de piedra que alzaban la cabaña parecían tener tallados. Percy fue el que los acercó a ella. Nico sintió un cosquilleó en su cuello al simplemente rozar los dados en una de las figuras, no identificables para él, cerca de la puerta. Se preguntó si significaban algo, como las runas o sólo eran cosas al azar, una decisión estética. Algo le decía que no era así, sino que sí tenían algo, una historia que contar o algo que ocultar.

En el interior, Nico se fijó primero en la luz policromática que bañaba las cuatro paredes, estuvo seguro de que se trataba de una luz mágica. Casi de golpe sintió la abrumadora humedad en el aire, pero, no como normalmente sucedía cuando en serio era un lugar húmedo, sino que le cosquilleaba en la piel, especialmente en el cuello, eso sólo podía significar una cosa para él. Como había dicho Percy: magia. Ahí estaba lleno de magia, pero no a la que él estaba acostumbrado, sino esa magia extraña que Percy de vez en cuando usaba.

Pronto se dio cuenta de que las cosas se estaban moviendo también. Se organizaban y reorganizaban una y otra vez. Por la sorpresa tropezó con un banquillo que, tras su toque sacó chispas y cambió de color, luego, se hizo más grande, antes de volver a su tamaño original y moverse para otro lado por las baldosas del suelo. Vale, eso era un ambiente interesante.

Nico no podría imaginarse a nadie tan loco como para vivir con un cambio del entorno próximo tan brusco y continuo a la vez. Los colores cambiaban, pero el espacio en sí también, los muebles se movían, cambiaban su tamaño su textura. Era una locura y Nico jamás había visto algo tan caótico. Le dieron ganas de irse de ahí lo más pronto posible. Se volvió para la puerta, pero, ya no estaba. Entonces, su único impedimento no era sólo que Percy parecía un loco sonriendo a su alrededor y sosteniéndolo para que no cayeran.

—¿Qué tiene de especial este lugar? Esto es horrible.

Nico aceptó tomar a Percy para tener una mayor posibilidad de no acabar en el suelo, el joven parecía muy tranquilo a comparación de todo lo que sucedía a su alrededor.

—¿Disculpa? ¿Y tú quién eres? —Nico se arrepintió de su queja al notar el tono molesto de alguien. La buscó con a la mirada, para encontrarse con una chica, más allá de donde estaba Annabeth dándole la espalda—. Percy, ¿qué hace él aquí? Sabes que no cualquiera puede tener acceso a la información que estamos discutiendo.

Vale, ya iban dos chicas que no le agradaban de pura primera impresión. Nico no tendía a llevarse mal con las chicas, al contrario, tenía varias amigas en Hogwarts, pero, estas chicas eran... de cuidado, por decirlo alguna forma.

ColisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora