Capítulo 2. ¿Cuál es el regalo ideal para una bruja?

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Los asistentes a la fiesta de cumpleaños se han formado en un círculo alrededor de lo que hasta hace unos minutos era una pista de baile

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Los asistentes a la fiesta de cumpleaños se han formado en un círculo alrededor de lo que hasta hace unos minutos era una pista de baile. Enseguida aparecen dos mayordomos vestidos con trajes de pingüino que empujan una mesa con ruedas con una pila de objetos envueltos en todo tipo de papeles de regalo, que casi alcanza el techo.

—Venus, acércate —dice el hombre con una sonrisa mientras extiende la mano.

Una joven que se encuentra en la primera fila da un paso al frente provocando que su precioso y brillante vestido morado se agite creando miles de destellos. Se reúne con su padre, tomándolo de la mano correspondiendo a su sonrisa. Parece tímida cuando se gira hacia sus invitados recogiéndose un mechón de su pelo moreno perfectamente alisado detrás de la oreja.

No sé qué dice porque desvío mi atención al ver que mi peor pesadilla se está escabullendo entre la gente, abandonando el lugar de la fiesta. Miro a mi alrededor buscando algún pequeño detalle que me indique que el caos está a punto de desatarse. Por un momento estoy decidida a salir detrás de ese sinvergüenza que me partió el corazón meses atrás. Pero decido quedarme cerca de este hombre que aún no consigo averiguar quién es, aunque su cara me es muy familiar. A juzgar por toda la gente que hay aquí reunida, debe ser un personaje muy importante.

Me quedo pensando, intentando averiguar de quién se trata, mientras la cumpleañera abre sus regalos con fingido entusiasmo. Hacen unos regalos muy raros los ricos, si os soy sincera. ¿Un caldero? ¿Escamas de dragón? ¿Velas negras? ¿Setas? ¿Una bola de cristal? Espera un momento...

Miro de nuevo al padre de la chica entrecerrando los ojos. ¡Claro que conozco a este hombre! Pero él mismo interrumpe mis pensamientos entregándole a su hija otro regalo.

—¡Este te va a encantar! —exclama orgulloso, girándose hacia sus invitados.

Entonces, Venus termina de arrancar el envoltorio y lo que encuentra provoca una mueca de confusión. Intercambia una mirada horrorizada con su padre cuando descubre de qué se trata este regalo.

—¿Un kit para matar vampiros? —murmura Venus confundida.

El hombre alza las manos desconcertado, tratando de apaciguar a los asistentes que comienzan a enfurecerse. Ni siquiera yo me esperaba eso. ¿Acaso están los vampiros y las brujas enemistados?

—Esto... yo... no... No sé qué significa esto —acierta a mascullar.

Me giro en todas las direcciones, quizá esto es de lo que tenía que protegerlo. ¿Podría esa caja contener una bomba? Observo cómo las manos de Venus dan vueltas a la caja, tratando de averiguar de qué se trata, mientras su padre se encuentra cada vez más nervioso ante las miradas asesinas de los seres que habitan su fiesta.

Alguien justo detrás de mí se echa a reír y todas las miradas se vuelven en mi dirección. Yo hago lo mismo para encontrarme con un chico tan elegantemente vestido como el resto. Cuando pasa por mi lado, se peina el tupé castaño claro dejando que el rastro de su perfume dulce llegue hasta mi nariz. Sonríe de manera pícara durante todo el camino hacia Venus, se detiene junto a ella y le arrebata la caja de las manos.

—¡Solo era una broma! —exclama volviéndose hacia el resto—. Este es mi regalo, no el tuyo, alcalde Woods.

¡Lo sabía! ¡Era el acalde! Es prácticamente el rey de la ciudad, en su familia son brujos. Pero ¿qué está pasando? ¿Qué me estoy perdiendo? El chico hace una reverencia sin perder la sonrisa. Le tiende la mano a Venus, que le devuelve la sonrisa tomándole de la mano, y se pone roja como un tomate. A juzgar por cómo lo mira, creo que ahora mismo en su mente estará sonando Where have you been de Rihanna.

—Perdón si te ha molestado, Venus. No sé cuál es el regalo de cumpleaños ideal para una bruja que cumple dieciocho años hoy en día. Llevo un largo tiempo fuera.

El alcalde Woods carraspea, llamando la atención del chico que aún no se ha presentado. Parece que es otro intruso en esta fiesta. Deberían de llevar más cuidado con la seguridad por aquí.

—¿Se puede saber quién es usted? ¿Y qué hace en la fiesta de cumpleaños de mi hija? —inquiere el alcalde, y añade apuntando con un dedo al chico—: Y que esto le sirva de advertencia. En esta ciudad, respetamos a todos los seres que forman parte de nuestra comunidad. Así que ni por un momento piense que un kit para matar vampiros es un regalo ideal para una bruja o para nadie. Y si su intención es hacer daño a alguien en esta ciudad, tendrá usted que marcharse bien lejos.

El chico se echa a reír de nuevo, da un paso al frente y le tiende la mano al alcalde.

—Perdone por haberle molestado, alcalde Woods. No volverá a ocurrir. No sé cómo funcionan las cosas por aquí ya. He estado varios cientos de años en reposo. Soy el rey vampiro, Evans Harris.

Siento como todos los asistentes contienen un suspiro de asombro al tiempo que se extiende un murmullo. Oh, es el ingrediente que le faltaba a esta velada. El rey vampiro ha vuelto de entre los muertos. Creo que debería pasarme más a menudo por este tipo de fiestas.

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