El coche se desliza a gran velocidad por la carretera mientras intentamos dejar atrás el sonido de los helicópteros que nos persigue y que se confunde con el estruendo de las sirenas de policía que atestan la ciudad en busca de un culpable. Ni siquiera puedo percibir el paisaje que dejamos atrás, pero no sé si eso es a causa de la rapidez con la que nos movemos por las sinuosas avenidas de Isla Monstruosa o por lo mareada que estoy.
La radio intenta sintonizarse sin mucho éxito, ante lo que la conductora golpea desesperada los diales. Entre las interferencias creo escuchar algo. Diferentes voces intentan contar nuestra historia, lo que hemos hecho, pero ellos no saben nada de nosotras, no saben quiénes somos ni de dónde venimos, ni lo que hemos hecho ni los motivos por los que lo hemos hecho en realidad.
Guio mi mirada hacia abajo, intentando concentrarme en mi respiración alterada mientras siento que voy a desvanecerme en cualquier momento. Entre la bruma de la inconsciencia que amenaza con arrastrarme hacia los confines de mi mente contemplo el rojo escarlata tiñendo los asientos que hace unas horas eran de un blanco resplandeciente. Gruño y aprieto los dientes. ¡Dios mío, me voy a morir!
Hago fuerza para no vomitar, pero es difícil. Todo se está volviendo cada vez más negro, mientras siento cómo el dolor intenso me desgarra las entrañas al tiempo que litros de sangre se escapan de mi cuerpo. Me doy cuenta de que mis gruñidos son demasiado fuertes cuando se entremezclan con una melodía rítmica de guitarra. Esos acordes me martillean la cabeza. Ni siquiera puedo pensar con claridad.
—Apaga esa puta música de una vez —grito retorciéndome de dolor—. ¡Me estoy muriendo, joder! ¡Me estoy muriendo!
Comienzo a dar patadas al asiento de delante, en parte tratando de llamar la atención de la conductora, sin que ella se inmute, en parte delirando a causa del dolor y la pérdida de sangre. La música frenética sigue sonado y es irónico que la canción se ajuste a la perfección al ritmo de esta persecución.
—Nadie se va a morir hoy, ¿vale? —contesta exasperada girándose para mirarme por un momento.
Dejo caer mi cabeza como un peso muerto sobre el reposacabezas. Cada vez me cuesta más respirar. La conductora entonces da un volantazo hacia la derecha que me hace resbalarme del asiento.
—¡Ten más cuidado! ¡Voy a morirme, joder! —grito de nuevo—. ¡No quería morirme hoy! ¡Soy demasiado joven para morir!
Siento como se me cierra la garganta así que trago saliva intentando que el nudo que se ha instalado en mi laringe se desvanezca mientras siento el líquido rojizo salir de mi herida empapando todo lo que encuentra a su paso.
—¿Quieres callarte? ¡He dicho que no te vas a morir! ¿Eres médico acaso?
Gimo y doy un golpe en el asiento con rabia. ¡Dios! ¡Cómo me duele! ¡No puedo respirar! En ese preciso momento tomamos otra curva en la que el coche está a punto de derrapar. Miro a través de la luna trasera para averiguar si aún nos siguen, pero no consigo ver nada. Todo me da vueltas.
—¡Joder, me estoy desangrando!
La conductora estira su brazo hacia a mí. La agarro de la mano como si así me aferrara a la vida, dejando en su piel el rastro de mi sangre. Se gira para mirarme sin dejar de prestar atención a los obstáculos del camino, y luego hace un gesto con la cabeza hacia el lado derecho del coche.
—¡Todo ha sido culpa de ese maldito perro! ¡Ha jodido el plan! ¿Cómo se te ha ocurrido...?
Miro hacia el lugar donde ha señalado y me encuentro con unos ojos apenados llenos de ternura apoyados en mis rodillas.
—¡No te atrevas a meterte con el perro!
La mirada amigable del animal me transmite que está tan asustado como yo. Casi no lo oigo quejarse por el sonido de la música y mis propios gruñidos, pero no ha dejado de gemir en todo el tiempo. El pobre ha resultado herido en una pata, su sangre se entremezcla con la mía. Esto no puede estar pasando. ¿Cómo va a ser este mi fin?
El tiempo parece detenerse, ya no sé si escucho algo. Me pierdo en sus ojos, y sus ojos llenos de bondad son lo último que veo, pues todo se convierte en negro en el siguiente bache.
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Yw
AvventuraHistoria 3ª clasificada en la categoría ACCIÓN de los Premios Gemas Perdidas 2023. Yw es la última sirena de Isla Monstruosa, la isla en la que viven todos los seres paranormales, que puedas imaginar, además de ladrones, asesinos y gángsteres. Las s...